María Elena de Cárdenas y González, nacida en La Habana en 1919, es una mujer sencilla y optimista que disfruta alimentar a los peces del estanque y los pájaros que llegan al jardín andaluz que su hijo mandó a hacer en el patio de la casa para celebrar su 80 cumpleaños. “Ha vivido dedicada asu familia, a sus hijos y nietos”, dice De la Vega, indicando que su madre es una apasionada de la ópera y que al levantarse todas las mañana toca el piano.
María Elena de Cárdenas y González tiene en una de las entradas de su residencia en Coral Gables un escudo de la República de Cuba. Las paredes del interior de la casa en Granada, una de las avenidas principales de la ciudad floridana, muestran, sin embargo, los retratos de sus distinguidos antepasados de la nobleza criolla cubana, hacendados y militares que conservaron el apego a las tradiciones y honraron los títulos nobiliarios otogados por la monarquía española en reconocimiento a sus méritos y servicios.
Uno de esos títulos era el marquesado de Campo Florido, otorgado por el rey Fernando VII, el 6 de mayo de l826, a Miguel de Cárdenas y Peñalver, antepasado de María Elena de Cárdenas y González, quien lo acaba de recuperar en España luego de una batalla legal que ganó a una de las familias más sonadas de la nobleza española, los Koplowitz.
“La Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid de 1 de febrero de 2017, declara el mejor derecho de doña María Elena de Cárdenas y González, frente a doña Alicia Alcocer Koplowitz, al título nobiliario de Marqués de Campo Florido”, dijo en entrevista con el Nuevo Herald Luis de la Vega y de Cárdenas, hijo de De Cárdenas y González, y empresario miamense.
La familia De la Vega y De Cárdenas salió de Cuba en los años 1960, después de la llegada del castrismo, dejando atrás una extensa pinacoteca y objetos valiosos de los cuales pudieron sacar muy poco al exilio, entre ellos algunos platos que habían pertenecido a otro de sus antepasados, el Marqués de Almendares, Ignacio Herrera y O’Farrill, quien mandó a hacer esta vajilla a China en 1845.
La familia De la Vega y De Cárdenas salió de Cuba en los años 1960, después del triunfo de la revolución, dejando atrás una extensa pinacoteca y objetos valiosos de los cuales pudieron sacar muy poco al exilio, entre ellos algunos platos que habían pertenecido a otro de sus antepasados, el Marqués de Almendares, Ignacio Herrera y O’Farrill, quien mandó a hacer esta vajilla a China en 1845.