Envuelto con la bandera de la hoz y el martillo permaneció el ataúd del militante del Partido Comunista de Francia, Bélgica y Cuba, el médico José Elías Borges.
En la mañana del 20 de enero de 1934, cuando con un grupo de compañeros discutía con el propietario de una farmacia por abrirla en plena huelga, cayó doblegado por tres disparos a la espalda.
Fue en las calles habaneras de Condesa y Campanario y parecía imposible que aquel hombre de veintiocho años y uno de los líderes principales en el sector de la Medicina, partiera para siempre y dejara atrás el batallar por la autonomía de los servicios de sanidad municipal.
El sepelio del cubano José Elías Borges fue multitudinario. Colegas, amigos, revolucionarios, gente agradecida del pueblo, le despidieron. Continuará en el siguiente minuto...
El doctor José Elías Borges nació en cuna de holguras, pero prefirió afiliarse a los desposeídos, a los visionarios de un mundo con mayor equidad. Decía que la actividad del médico debía vincularse estrechamente con las ansias y las luchas de las masas populares.
Y, en tal sentido, estuvo dirigida su vida, desde los días de enfrentamiento a la dictadura machadista, el exilio fructífero en Francia y Bélgica, hasta el regreso a su Isla, donde optó y ganó una plaza como cirujano en el hospital de Emergencias.
José Elías Borges fue el organizador de la Asociación de Profesionales, Alumnos y Empleados de los Servicios de la Sanidad Municipal, y estuvo en la primera línea de las huelgas médicas, defendiendo los derechos y aspiraciones de sus colegas.