Compositor y guitarrista cubano. Sus inclinaciones musicales estuvieron dirigidas a la trova, donde se desarrolló. Integró un trío con Manuel Corona y Juan Carbonell. Es autor de la canción Justicia de amor (primer premio en 1955 en el Concurso de Canción Cubana). Algunas de sus obras integran el repertorio clásico de la trova cubana, como Rosa roja, Ella y yo.
Nació en La Habana. Realizó estudios de música con Félix Guerrero (padre), y alcanzó el tercer año de violín. Participó, junto a Manuel Corona, Rosendo Ruiz Suárez, Sindo Garay, el dúo Floro y Miguel, María Teresa Vera, Rafael Zequeira, Ramoncito García y Miguel Doble, en diferentes escenarios donde se interpretaba la canción trovadoresca cubana.
Entre 1914 y 1919 formó trío de voces con Manuel Corona y Juan Carbonell; con Luis Martínez y Rodolfo Usatorres; con Nicolás Núñez y Juanito Valdés, y con sus hermanos Piedad y Mario Hernández, con los que actuó en radioemisoras y teatros de la capital.
Sobre uno de sus más conocidos boleros, Ella y yo, más conocido como En el sendero de mi vida, dice Margarita Mateo Palmer: «... La típica comparación de la rosa con la amada aparece ya desde la conocida Rosa número 2 del iniciador Pepe Sánchez, y alcanza en la siguiente creación de Oscar Hernández una cuidada expresión poética, lograda a pesar de lo manido del motivo:
La inaprensible y delicada condición de la mujer amada permite la identificación con la flor [...].» Y refiriéndose la misma autora a Rosa roja, expresa: «Uno de los motivos amorosos que cuenta con larga tradición en la canción trovadoresca es, no ya la inrastreable comparación de las flores con la mujer amada, sino la identificación —también antiquísima— de la propia condición amorosa con la flor, que adquiere extraordinaria fuerza —por mencionar un ejemplo de nuestras cercanas raíces culturales-- en la lírica del Siglo de Oro español. Valga de ejemplo Rosa roja, de Oscar Hernández, autor en cuyas canciones esta asociación se reitera:
En la triste mañana de un día invernal
una rosa roja yo vi en tu rosal.
Yo quise ofrendarla cual prueba de amor
y al ir a tocarla la rosa me hincó.
Brotó de mis dedos la sangre rojiza
de un rojo tan vivo como el de la flor,
y dije enseguida: amor con herida, qué dulce dolor.
Así fue mi primer y único amor.
Nació de una rosa,
perfume y espinas
amor y dolor.
El amor, como sentimiento contradictorio, fuente a la vez de placer y dolor, se identifica aquí, como tantas otras veces, con la rara condición de la rosa; la capacidad punzante que se oculta tras su deslumbrante belleza. En la canción Ella y yo, del mismo autor, puede advertirse que la asociación de la flor con la mujer amada rebasa el sencillo afán de exaltación y conduce a una identificación de la belleza efímera de la rosa con la fugacidad de la relación amorosa.»
En la obra de Oscar Hernández la armonía es discreta, pero acertada; lo más característico en él es la elocuencia de sus movimientos rítmicos. En su modo de hacer guitarrístico siempre pulsaba con mayor intensidad los acordes que forman los pilares armónicos; asimismo realizaba con gran precisión los remates del ritmo, tan genuinos como determinantes en la canción trovadoresca cubana.
Obras
Bambuco
La espina, 1928.
Bolero
Tus ojos, 1916;
Ella y yo y Tristes recuerdos, 1918;
El palacio de las cadenas y Quisiera no pensar, 1920;
Perdónala, señor, 1924;
No me toques, 1931;
Sobre una boca, Hora dichosa y Para adorarte, 1935;
Hojas negras, 1938;
Súplica ingenua, 1945;
Justicia de amor, 1955;
Mi senda.
Canción
Sufrir me hiciste, 1916;
Belleza minerviana, 1927;
Lo imposible, 1928;
A la que va conmigo, 1929;
La imagen de ella.
Canción-habanera
Rosa roja, 1926.
Canción-serenata
Asómate al balcón, 1928.
Criolla
Cuando yo muera, 1917;
Mi ruta, 1924.
Guajira
Rosita y Cristina, 1920.
Son
Ya no canta el trovador, 1928.
Vals-canción
Ráfaga de ayer, 1954.