Fundadora y una de las figuras más importantes del movimiento de los derechos humanos en Cuba por casi cuatro décadas, falleció en España. Tenía 93 años.
Frayde empezó, como muchos cubanos, siendo una entusiasta partidaria de Fidel Castro aun antes de que su revolución derrocara a la dictadura de Fulgencio Batista en 1959 y prometiera una democracia.
Pero ella se volvió en su contra cuando Castro impuso un sistema comunista en la isla, negó derechos humanos y civiles a sus ciudadanos y encarceló a las personas que se opusieron pacíficamente a su gobierno.
“Yo quería hacer algo grande por mi país”, dijo a El Nuevo Herald en una entrevista en el 2008. “Fidel Castro nos engaño a todos, empezando por mí. Los visionarios del primer momento fueron la minoría”.
Nacida en La Habana, Frayde se graduó de la Escuela de Medicina de la Universidad de La Habana en 1946 y cursó estudios de posgrado en las universidades de McGill y Montreal en Canadá. De regreso a Cuba, participó activamente en el Partido Ortodoxo.
Castro la nombró como directora del Hospital Nacional y de la Escuela de Enfermería en La Habana, y luego como embajadora ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), puesto al que ella renunció en 1965.
Empezó a criticar abiertamente a Castro, y en 1976 fundó el primer grupo de oposición pacífica de la isla, el Comité Cubano Pro Derechos Humanos, con Ricardo Bofill. Elizardo Sánchez Santa Cruz y los hermanos Gustavo y Sebastián Arcos Bergnes se le unieron poco después, y los cinco se convirtieron en los principales estadistas del movimiento disidente.
Frayde fue arrestada en 1975, acusada de actividades “contrarrevolucionarias” y condenada a 29 años de cárcel. Pero bajo presiones internacionales, Castro la puso en libertad en 1979 luego que ella acordó abandonar el país. Ella se exilió en España.
En el 2006 donó sus documentos a la Colección del Patrimonio Cubano (Cuban Heritage Collection), y su colección de pinturas cubanas al Museo de Arte Lowe, ambos en la Universidad de Miami. Entre sus muchos amigos artistas se encontraban los maestros de la pintura cubana René Portocarrero, Wifredo Lam, Carlos Enríquez, Víctor Manuel, Amelia Peláez y Mariano Rodríguez.
Viviendo en Madrid, ella continuó siendo la representante del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, y distribuyó las denuncias hechas por el mismo.
Se había reportado que ella dijo que quería vivir solo cinco minutos más que Fidel Castro, pero en su entrevista con El Nuevo ella se expresó en contra de tomar cualquier venganza en una era postcastrista.
“Habrá que actuar con mucha paciencia, tolerancia e inteligencia”, declaró, “poniendo por encima los deseos de hacer avanzar a la nación”.