Dramaturgo, escritor y guionista cubano de programas humorísticos de la radio y la televisión. Primer escritor del popular espacio Detrás de la Fachada.
Nació en 1926, en Jovellanos, Matanzas, donde vivió su niñez y parte de su adolescencia. Luego se trasladó a la capital cubana, donde se graduó de Contador en la Escuela de Comercio.
Debutó como guionista para el medio radial con veinte años de edad. En un programa de la emisora Unión Radio, propiedad de Gaspar Pumarejo, explotó la sátira política con un aire sutil, según lo permitía el ambiente de la época y los intereses de los dueños de la estación. Su talento y sus inquietudes políticas lo encaminaron a la radioemisora Mil Diez, del Partido Socialista Popular, al que pertenecía desde los 17 años de edad. Allí se desempeñó como jefe de programación y asumió el guión del programa Radio Locuras, donde hizo amplio uso de los efectos sonoros, despliegue de personajes y trucos para provocar la risa. Este programa tuvo gran aceptación del público y colocó su nombre entre los imprescindibles de la radio y la televisión cubanas de la época.
Su zona de trabajo más descollante fueron los programas humorísticos; por ejemplo: El show de Garrido y Piñero y el antológico Detrás de la fachada, del que fuera el primer escritor, antes de Carballido Rey. Poco antes de 1950, comenzó a escribir para Radio Progreso la serie policíaca Héroes de la justicia y el informativo dramatizado Actualidad mundial.
Los nombres de los personajes de sus textos son una muestra del sentido del humor de Marcos Behmaras: Tom Isaboy, Jack Bodrio, Creolina Zabaleta, Dolores Fuertes, Lily Palanquín, Megaterio González, Güinfredo Zeppelín, Polín Mechado (por Corín Tellado), Charles Ketchup, Goyito Pachorra, Pedro Vistilla, Hermenegildo Canallón Yarini, Ketty Guapachá, alias Sabor; Ciriaco Babilla, Margolis Mofeta, alias Bola de Churre; Ventajo Cambalache, Güindemaro Tardío, alias Cámara Lenta; Estreptococa Mapangre, alias la Serpiente; Quintiliano Despilfarro, Jenofonte Polilla, Hal Laporra, y así un sinnúmero más. Incluso los títulos de sus trabajos ya preparan al lector para lo que se avecina: ¿Puede el perro caliente vencer a los rusos? o Maltrata un negro a un pacífico ciudadano blanco. En Supertiñosa, el agente estrella de la CIA se nombra Pancho Tareco, y no es más que una burla al verdadero agente de los comics Clark Kent.
Llevó con igual intensidad la vida artística y la política, a veces incluso mezclándolas entre sí. Durante varios años, escribió para la publicación Mella, medio gráfico de la Juventud Socialista, desde cuyas páginas fustigó al gobierno de turno con un magistral uso de la sátira política. Allí, en 1955, creó el personaje “Pucho”, protagonista de las tiras de Pucho y sus perrerías, con su guión y los dibujos de Virgilio Martínez Gaínza. Era una especie de coautoría que firmaban con el seudónimo “Laura”. El personaje canino orinaba las injusticias cometidas por el régimen de turno. Esta creación le costó a Behmaras ser detenido y fichado por las fuerzas policiales de la dictadura de Fulgencio Batista.
Otro personaje caricaturesco creado por este dúo fue “Supertiñosa”, una formidable sátira de “Superman”, donde aparecía “Pancho Tareco”, agente estrella de la CIA, un remedo de Clark Kent. A pesar de que las responsabilidades políticas absorbían gran parte de su tiempo, casi hasta el final de su vida, continuó colaborando con la Revista Mella, donde publicó tres suplementos humorísticos.
Cuando en los primeros años de la década de los sesenta, las fuerzas revolucionarias libraban un enfrentamiento encarnizado con la prensa burguesa y la propaganda contrarrevolucionaria, una de las publicaciones más agresivas de la oposición era Selecciones del Reader’s Digest que atacaba directamente al nuevo orden instaurado; entonces Behmaras tuvo la idea de hacer una parodia a la que tituló Salaciones del Reader’s Indigest. La nueva publicación reproducía en forma de sátira, el tipo de artículo que aparecía normalmente en la revista reaccionaria y algunas secciones de ella.
Poco después del triunfo de la Revolución cubana, los medios de comunicación masiva fueron nacionalizados por el gobierno con el fin de disponer de un aparato ideológico de incuestionable poder. En este contexto, específicamente a partir del 2 de julio de 1960, Behmaras se convirtió en interventor y director de la cadena nacional Radio Progreso. Su misión fundamental consistía en transformar una emisora eminentemente comercial en una vía para la satisfacción de las crecientes necesidades populares. Además desempeñó un papel fundamental en la creación de Radio Habana Cuba, el primero de mayo de 1961.
Sus incursiones en la televisión tuvieron su punto de partida el mismo día en que se produjo la inauguración de la segunda televisora cubana. El 18 de diciembre de 1950, cuando se realizó la primera trasmisión experimental del Canal 6, desde los estudios de CMQ Televisión, Marcos Behmaras llevó a la pantalla el primer programa dramático. Se trataba de la adaptación de un cuento policíaco inglés, que fue protagonizado por el actor Alejandro Lugo. Este espacio continuó al aire luego de aquella fecha, bajo el nombre Tensión en el Canal 6.
Más tarde escribe para el Canal 4, la serie El hombre flaco, cuyos roles protagónicos fueron interpretados por Reinaldo Miravalles y Maritza Rosales. Además de la originalidad y la creatividad de sus libretos humorísticos y los de tensión, a Marcos Behmaras corresponde la paternidad de los programas dramatizados de continuidad para el medio televisivo. Este mérito lo ganó en los últimos años de la década de los cincuenta, con la creación de la novela Mamá, estrenada por CMQ Televisión en 1958. La novela obtuvo elevados índices de tele audiencia y se mantuvo al aire durante casi dos años y medio, un tiempo pocas veces superado. Las tres emisiones semanales, entre el 12 de mayo de 1958 y el 31 de agosto de 1962, salieron “en vivo”. El éxito de Mamá estuvo muy relacionado con la calidad del elenco de actores, en el que se contaban la gran actriz Ana Lasalle y jóvenes valores como Miguel Navarro, y también un gran personal técnico.
Los libretos escritos por Behmaras se distinguían por el uso de un lenguaje sencillo, adornado por el gracejo criollo, que servía para recrear la cotidianidad de una familia cubana humilde de la época. En la obra se conjuga el entorno humorístico con momentos de profundo dramatismo. La telenovela no solo fue recibida con beneplácito por el público, sino también por la crítica especializada.
Otro de sus aportes fue la introducción del narrador en la televisión, que hasta ese momento, desde su invención por Félix B. Caignet, sólo se utilizaba en la radio. La primera vez que hubo un narrador en la pequeña pantalla fue cuando, en el programa Detrás de la fachada, el personaje interpretado por Consuelito Vidal comentaba y narraba situaciones que eran desarrolladas por los actores, al mismo tiempo que permanecía invisible para ellos. Algo muy similar al diálogo de proscenio empleado en el teatro.
El 24 de mayo de 1962, cuando se funda el Instituto Cubano de Radiodifusión, asume la vicepresidencia para la televisión y, con ella, la dirección de todo el sistema televisivo del país. Mientras estuvo en el cargo, se esforzó por elevar el nivel cultural de los productos que ofrecía el medio a las audiencias. En este empeño, propuso la presentación de obras de la literatura universal en el espacio La Novela; además, creó el bloque de programas infantiles y el espacio Teatro ICR, en que se adaptaban grandes clásicos de las tablas a la pequeña pantalla.
Su pasión por el teatro lo llevó a escribir la obra La cortina de bagazo, que se estrenó en 1960 bajo la dirección de Paco Alfonso. Se trataba de la visita a la Isla de un reportero yanqui llamado “Mike Matraca”, que solo conocía de Cuba lo que había aprendido en los filmes de Hollywood. Anteriormente había recibido una mención en el concurso ADAD con la pieza La muerte desembarca (1948) y estuvo al frente del grupo Teatro (1951) que funcionaba en la sede de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo.
Casi hasta el final de su vida, se dedicó al género humorístico, no sólo en la televisión, sino también en la prensa plana. A partir de su creación en 1965, dirigió el suplemento El sable, del diario Juventud Rebelde, que promovía la relación armoniosa del género gráfico y el humor. Gran parte de sus publicaciones aparecieron sin firma.
Murió el 16 de noviembre de 1966 en un accidente automovilístico, mientras regresaba de un viaje de trabajo del oriente del país. Tenía 40 años de edad. Con el fatal accidente, la Radio y la Televisión, perdieron tres vidas valiosísimas, en plenitud de facultades.
Entre ellas un apreciado y reconocido director y uno de sus valores más talentosos e irrepetibles para todos los tiempos. La cultura cubana perdía con Behmaras uno de los creadores más sensibles e ingeniosos que se expresa a través de los medios de difusión.