Patriota cubano. Participó en la Guerra de 1868 y 1895. Alcanzó el grado de General de División el 25 de julio de 1896.
Nació en Las Tunas. La familia se estableció siendo él muy joven aún en Manzanillo, donde adolescente todavía entró en contacto con los revolucionarios de aquella localidad y consciente de que era necesario un rompimiento con España, se levantó en armas antes del 4 de octubre de 1868 en los montes de La Esperanza en la localidad manzanillera, junto al patriota Angel Maestre.
En su alocución a los cubanos reunidos en El Mijial, el 4 de octubre de 1868, Vicente García aludió a que se encontraban alzados ya, en Holguín Luis Figueredo, Rubalcava y Ortuño en Las Tunas, y en Manzanillo Angel Maestre y Juan Fernández Ruz.
El 6 de octubre de 1868, como consecuencia de la reunión de EI Mijial se realiza la de El Rosario, en la cual participa Juan Fernández Ruz. En esta reunión se apoyó el planteamiento de Vicente García de levantarse el día 14 de ese mismo mes.
Juan Fernández Ruz y Angel Maestre, dos de los impacientes de Manzanillo se adelantaron a Céspedes según testimonios de Eladio Aguilera Rojas en su obra «Francisco Vicente Aguilera y la Guerra de los Diez Años» cuando anotó:...Como a las diez de la mañana del 9 de octubre llegaron Juan Ruz y Angel Maestre, con una fuerza, llevando dos comerciantes españoles prisioneros detenidos en el camino de Bayamo a Manzanillo...
El 19 de octubre, ya Céspedes estaba levantado en armas, al respecto anotó Eladio Aguilera: .
...A las 8 de la noche salió Céspedes acompañado de Bartolomé Mazó y dos hermanos de éste: Rafael e Isaías, Juan Hall, Juan Ruz, Angel Maestre, Manuel Calvar (Titá), Emiliano Tamayo y unos 130 hombres...
Por la mañana del 12 de octubre, los sublevados llegaron a Nagua. Marcano comenzó la organización de las fuerzas, dividiéndolas por compañías y nombrando para capitán y teniente de la primera a Francisco y Tomás Martínez, respectivamente, para la segunda a Juan Fernández Ruz y José García y así se nombraron 7 compañías. En Nagua permanecieron hasta la tarde del día 14, en que emprendieron marcha hacia Barranca. La opinión de Marcano era marchar a Bayamo y atacar la ciudad, pero Céspedes aconsejó prudencia pues todavía no había llegado el momento oportuno. Fernández Ruz despuntaba como hombre de confianza, lo que queda demostrado en esta cita de Eladio Aguilera:...Algunas horas después de haber acampado en Barranca , Céspedes llamó a Juan Ruz, capitán de la segunda compañía y le dio instrucciones reservadas. Ruz salió inmediatamente con su tropa y al llegar a la sabaneta de El Dorado, vieron venir una fuerza española. Continuaron la marcha a cierta distancia, Ruz hizo alto y dio instrucciones a su teniente Garcés de que, si dentro de cinco minutos no volvía cargara con su fuerza a la enemiga...
Juan Ruz se encaminó hasta cerca de la columna que se acercaba y un soldado de la fila se adelantó al encuentro. El soldado le dio el "alto de quién vive" y Ruz con voz atronadora respondió: -¡Cuba libre! El soldado lo interpeló para preguntarle ¿Qué Cuba libre es esa? - y Ruz desafiante le replicó- Cuba libre e independiente. El interlocutor hizo dar media vuelta a su caballo, se dirigió a los suyos y con voz fuerte expresó: ...Compañeros esos que tenemos enfrente son nuestros hermanos. Ellos quieren a Cuba libre e independiente. ¿Podemos nosotros combatirlos? No, pongámonos a su lado, luchemos todos por la libertad e independencia de nuestra patria. Démosle el abrazo de hermanos...
Ruz y el joven se fundieron en un abrazo y juntos fueron al campamento de Céspedes en Barranca. Este jefe contrario a que nos hemos referido era Manuel Tornes, natural de Bayamo y capitán de milicias de esa localidad. Desde entonces fue fiel a la causa de Cuba.
Juan Ruz, participó con estoicismo en el asalto y toma de Bayamo, y a partir de este momento no cejó un momento en la independencia de Cuba, después de iluminar su rostro con las llamas heroicas de la ciudad antorcha el 19 de enero de 1869.
En 1874, formando parte de las tropas de Oriente, Calixto García le ordenó asaltar el poblado de laguna Blanca a dos leguas de Bayamo con el objetivo de tomarle provisiones al enemigo. Por esa época Ruz mandaba la brigada de Guantánamo. Ante la crítica situación del combate, donde Limbano Sánchez fue herido, Ruz llegó a tiempo para ordenar una retirada y salvar la situación.
Cuando ocupaba el cargo de jefe de la Brigada de Guantánamo, en 1874, asaltó el poblado de Laguna Blanca. A fines de ese año fue trasladado para la jefatura de la Brigada de Bayamo.
En 1874, el gobierno hizo ciertos cambios de tropas que afectaban a Ruz. De ello nos cita en La Revolución de Yara Fernando Figueredo:...El Gobierno hizo permutar en sus respectivos cargos a los jefes de las Brigadas de Guantánamo y Bayamo, brigadier Juan Ruz y el coronel Leonardo Mármol...
El 16 de febrero de 1875, salió desde Bayamo un enorme convoy bien cargado de armas, municiones y comida. El 18 apareció el mismo en el cual Juan Ruz desempeñó un importante papel y todo el cargamento quedó en manos de los cubanos. De este momento Figueredo Socarrás anotó:
...Fuerzas de Bayamo mandadas por el brigadier Ruz, corrieron a interceptar la vanguardia para evitar apoyo de ese lado, pero Meranjes, aconsejado por algunos paisanos que marchaban con el convoy, huyó hacia Bayamo dejando por detrás el centro y la retaguardia que fueron macheteadas por los nuestros. Todo el convoy quedó en poder del general Vicente García.
Este gran convoy fue el de Punta Gorda, el más grande capturado a los españoles durante la Guerra de los Diez Años y que estuvo en acción bajo las órdenes de El León de Santa Rita.
Se unió a los sediciosos de Lagunas de Varona, en abril de 1875. El 20 de octubre de 1875 atacó a Velazco, al frente del Regimiento Yara, reforzado con un Batallón de Bayamo. Rechazó el Pacto del Zanjón (10 de febrero de 1878). Fue hecho prisionero en 1879 y estuvo deportado en Cádiz y Barcelona hasta mediados de 1887, en que se trasladó a Cayo Hueso, Estados Unidos América, con el propósito de organizar una expedición para iniciar una nueva guerra en Cuba; pero su proyecto no tuvo la aprobación de la emigración cubana. Ante el fracaso publicó un manifiesto que por su contenido desfavorable a la revolución fue ampliamente divulgado por la prensa colonialista habanera.
En el exilio
Como otros tantos jefes insurrectos, Fernández Ruz marchó al exilio, con la convicción del retorno para concluir la obra que estaba ya empeñada.
Con su acostumbrado patriotismo se enroló en la Guerra Chiquita, engañado, es hecho prisionero en 1879 y conducido a España en calidad de deportado político. Estuvo en Cádiz y después se trasladó á Barcelona donde se estableció hasta mediados del 1887, fecha en la cual se trasladó a Cayo Hueso. Cuando Martí se encontraba enfrascado en la preparación de la Guerra Necesaria en su labor de unir a los pinos nuevos con los pinos viejos, en carta a Fernández Ruz, le manifestó en contestación a una que Ruz le había escrito antes.
...De ese desinterés y decisión; de ese sensato y desapasionado conocimiento de nuestros problemas y de la realidad del país, deben ir armados todos los que aspiren a distinguirse en su servicio. Sé por los amigos de usted que lo son míos, lo que usted vale en la guerra, y vería con dolor que por imprudencia o error de cálculo se pusiera en camino de malograrse hombre tan útil.
Juan Fernández Ruz tenía en proyecto armar una expedición y trasladarse a Cuba de inmediato, pero Martí vio en ello un esfuerzo estéril y por eso aconsejó al viejo roble en esos términos. El maestro sabía que aun las condiciones no habían madurado lo suficiente. Más adelante en la propia carta le manifiesta:
¡Si yo pudiese ver a usted aquí y hablarle sobre todo lo que ese fin (se refiere Martí al proyecto de la lucha de Cuba) ajustando sus heroicos deseos a los de nuestra tierra se podría hacer, se puede hacer, es urgente ya hacer, si hemos de servirla de un modo digno de ella!
El maestro, que conocía las dotes de Ruz como jefe, le manifiesta en la citada misiva:
...Prepárese, pero no para hoy, porque no tiene derecho de exponerse a perecer sin fruto uno de los que con más justicia está llamado mañana a guiar.
Y ante estas ideas de Martí, Juan Fernández Ruz desistió del plan inmediato de invasión a Cuba.El 9 de noviembre de 1887 en carta a Serafín Bello, Martí le dice:
...En estos días en que todo parece obligar a los cubanos a pensar detenidamente en la mejor manera de ejercer un influjo activo en los asuntos de la patria, he recibido, a la vez que otras insinuaciones y noticias de importancia verdadera, una patriótica carta del señor Juan Ruz, en que se sirve pedirme opinión sobre el modo práctico de poner en acción nuestras esperanzas de ver a Cuba libre y redimida. Después de esta carta llegó a Nueva York el señor Ruz que renueva con honrosa modestia, su deseo de conocer nuestras opiniones...
En esta carta a José Dolores Poyo, Martí le acentúa regocijado:
...Me había propuesto hablarle a usted de la grata impresión que dejó en mi ánimo la energía, templada de sensatez, del señor Juan Ruz. Y el gusto con que vi surgir de su oportuna visita resultados que ya se hacían desear...
Desde Key West, el l0 de octubre de 1887, Juan Fernández Ruz le escribió a José Martí:
...Con placer, como siempre he recibido su atenta carta de fecha 5 del presente mes y excusado es el decirle que tanto ella como la que usted dirige a Saladrigas, llevan más a mi ánimo el convencimiento profundo de que a nuestra empresa le resta poco tiempo para desarrollarse y de que las barreras que a su paso se opongan serán fáciles de saltar, siempre que nos guíe un espíritu recto y lleno de fé.
Y más adelante en tono poético nacido de lo profundo de su patriotismo escribe Ruz:...A caballo me decís. Impaciente me hallo yo por llevar al terreno de la práctica nuestras teorías, impaciente estoy por hallarme en Cuba con las manos puestas a la obra, pues no de otro modo creo posible acabar de dar constancia al edificio que levantamos y al cual debemos llevar los mejores materiales para que no se nos derrumbe aplastándonos en su caída.
El 10 de diciembre de 1887, en carta de Francisco Segura a José Martí cita:
( ...) Comienzo por manifestar a usted que se ha formado un nuevo club con el título de Juan Ruz en el cual figuran algunos patriotas de reconocida constancia entre los cuajes se halla el infatigable Martín Delgado...
...El sólo anuncio de nuestra correspondencia con Ruz, vuestra carta y acta leídas aquí en la reunión de allá, ha despertado el sentimiento de la patria en los que conocen sus documentos, lo que me prueba que os aprecia el pueblo cubano y es seguro que un día no lejano, seréis de suma importancia para los destinos de Cuba.
Juan Fernández Ruz era patriota de gran prestigio entre los emigrantes y constituía una guía importante para los planes de la independencia de Cuba.
En carta de A.L. Peoli a José Martí le dice con entusiasmo:
Tan llenos de fe están aquí los cubanos, que si quisiera se podrían recoger miles de pesos, pero no se hará esto porque Ruz no lo permitirá, pues ya lo dijo el otro día en una reunión a donde se le ofrecieron los recursos, pero él dignamente dijo que no, que a él les sobraban. Con esta acción ha acabado de reanimar al pueblo, y se ha elevado hasta donde pocos de nuestros jefes lo han hecho.
Ante la imposibilidad de venir a Cuba, el viejo seguidor de las ideas nobles, retorna a Barcelona. Allí se encontraba cuando conoció del nuevo estallido revolucionario. No anduvo reparando en su avanzada edad, pues su espíritu juvenil se confortaba en su amor por Cuba y de inmediato se trasladó a París y de aquí a New York, donde se incorporó al Estado Mayor del general Calixto García que condujo a las costas cubanas la expedición de Hawkins, fracasada al hundirse la embarcación cerca de las costas norteamericanas.
El cubano ilustre, trató de organizar una expedición mediante la ayuda de un paisano rico residente en Estados Unidos el cual se deshizo del compromiso cuando ya todo marchaba tras ingentes esfuerzos. Con sus propios fondos el General cubano pudo financiar la empresa.
Llegada a Cuba
La primera odisea fue su salida de las costas americanas a bordo del vapor Laurada, burlando la vigilancia de los agentes contratados por España, denominados Pinkerton, quienes seguían los pasos por doquier con la finalidad de formular la denuncia oportunamente. El Laurada ya viajaba con proa libertaria hacia las montañas de Oriente y en mayo de 1896, llegaron los expedicionarios a las costas de Nuevitas.
Ruz, fue de los primeros en poner pie a tierra con una parte de la preciosa carga, la cual no pudo desembarcar totalmente, debido a que en el horizonte apareció una columna de humo y al pensar el capitán del vapor, que era un cañonero español se dio a la fuga.
Emprendió marcha hacia el interior de la región camagüeyana y al no existir plazas vacantes para su rango militar, pasó para la región de Matanzas, donde realizó diversas operaciones.
Participación en la Guerra de 1895
Para incorporarse a la Guerra del 95 se unió a la expedición del vapor Hawkins, bajo el mando del Mayor General Calixto García, la cual naufragó frente a las costas deNueva York, el 26 de enero de 1896.
Posteriormente encabezó la expedición del séptimo viaje del vapor Laurada, que salió de Jamaica el 5 de mayo de 1896 y desembarcó por Punta Ganado, en la costa norte de Camagüey, el 18 del propio mes con más de 80 hombres. Después de participar en algunas acciones combativas en las provincias de Camagüey y Las Villas, fue designado jefe de operaciones de Colón y Jovellanos con el mando de la Brigada de Colón (Primera Brigada primera division quinto cuerpo). También se desempeñó, interinamente, como jefe de esa División de la provincia de Matanzas. Lo ascendieron a General de Divisiones el 25 de julio de 1896. El 20 de noviembre de 1896 libró el Combate de Alagón. Murió de una afección pulmonar en su campamento de Raíz de Jobo, en Jagüey Grande, el 22 de diciembre de 1896.
Muerte
El 19 de noviembre de 1896, libra en unión del coronel Matilde Ortega, un furioso combate contra los españoles dirigidos por el coronel Ambel, en Raíl de Jobo, al día siguiente vuelve a combatir contra el mismo jefe enemigo en Aragón. Los cubanos registraron en ambas ocasiones siete muertes mientras los españoles sólo tuvieron un muerto y once heridos.
Allí en Raíz de Jobo, a los 75 años de edad, cerca de Manguito de Matanzas, la vida le reservó la sorpresa de morir, no precisamente por las balas del enemigo las que había desafiado en cientos de ocasiones, sino producto de una hemorragia cerebral, el 22 de diciembre de 1896.
Sus hijos de armas, llevaron al valiente cubano y con los honores de general muerto en campaña, fue enterrado en el cementerio del poblado de Amarillas, donde hoy reposan sus restos.