Soprano cubana, una de las más extraordinarias voces que registra en su historia el arte lírico cubano.
Nace en Santiago de Cuba. A los tres años de edad, Edelmira pasó a residir, junto con sus familiares, en Holguín, donde inició los estudios musicales con su padre: el comandante mambí Armando de Zayas, fundador de la Sociedad Cultural Artística de ese centro urbano.
Cuando en 1914 su familia se trasladó hacia La Habana, recibió clases de canto del bajo español Pablo Meroles, quien la hizo debutar, como aficionada, el 20 de mayo de 1915 en el Liceo Artístico y Literario de Guanabacoa, ocasión en la que interpretó la romanza para soprano de la zarzuela española La trapera (L.: Mariano de Larra / M.: José Fernández Caballero).
Con posterioridad, pasó a la Academia de Canto Filarmónica Italiana, dirigida por Tina Farelli y Arturo Bovi, en la cual se graduó en 1917.
El 27 de mayo de 1917, guiada por ambos profesores, efectuó su primera presentación profesional al cantar el aria «Ballatella», de I pagliacci, en la sala Espadero, del Conservatorio Nacional de Música.
El tenor puertorriqueño Antonio Paoli escogió a la De Zayas para protagonizar Aída en el teatro Nacional el 3 de diciembre de 1923.
Entre 1926 y 1932 en diferentes escenarios habaneros encarnó los personajes principales de Norma, La bohème, Cavalleria rusticana, La traviata e I pagliacci. Cabe subrayar su interpretación del rol titular del primer acto de la ópera cubana Zilia (L.: Temístocle Solera / M.: Gaspar Villate Montes), el 4 de diciembre de 1928, en el segundo programa artístico organizado por la Sociedad Pro-Arte Musical con motivo de inaugurarse, dos días antes, el teatro Auditórium.
En 1931 actuó en el concierto primario de la Sociedad Coral de La Habana, de la que sería solista y subdirectora. Se presentó en varias ocasiones con la Orquesta Sinfónica de La Habana. Cantó el Himno de la Alianza Nacional Feminista en la Fiesta Intelectual de la Mujer, a la cual convocó en 1935 el Círculo de Bellas Artes. Participó al lado de Marta Pérez (mezzosoprano), Jorge de Cubas (tenor) y Gustavo Berg (bajo) en el estreno en Cuba de la Misa solemne a Santa Cecilia, de Charles Gounod, efectuado en el Auditórium el 18 de enero de 1943, con el acompañamiento de la Orquesta Filarmónica de La Habana, bajo la batuta de Paul Csonka.
Intervino en jornadas del Día de la Canción Cubana, luego que este se instituyó oficialmente, en 1945, para rendir homenaje al natalicio de Eduardo Sánchez de Fuentes. Integró la delegación cubana que en 1950 participó en Miami, Florida, en la Inter-American Conference, auspiciada por la National Federation of Music Clubes (NFMC), y en tal ocasión ofreció un recital en el White Temple. Se destacó también como cantante de música sacra, la cual, según ella, «…era su forma de rezar»…
Para la firma Sonovox grabó en discos Elegie, de Massenet, acompañada al piano por Juan Palma, y, con la Orquesta de Evelio Cartaya, dejó registros fonográficos de Canto negro (Lecuona-Sánchez Galarraga), Ave María (Gounod) y El rosario (Ethelbert Nevin). Aunque había llenado toda una época musical en La Habana, abandonó la escena para dedicarse largos años a la enseñanza y contribuyó a la formación de numerosos vocalistas.
Admirador y cercano amigo de la De Zayas desde la etapa de aprendizaje de esta soprano en la Academia de Canto Filarmónica Italiana, Ernesto Lecuona le dedicó la canción Ave lira, estrenada en el Nacional el 23 de septiembre de 1933 en un concierto de música cubana del maestro. Ante las ovaciones del público, tuvo que repetirla tres veces.
Acerca del mundialmente célebre pianista y compositor en 1934 Edelmira declaró en 1934 al semanario habanero Carteles: «Además de la música de Puccini, hay otra que me deleita y que gozo en cantar. Me refiero a la de nuestro Lecuona. Sus melodías son tan espontáneas, tan exquisitas, y las siento tan vivamente, que me parecen ajustadas fielmente a mi temperamento».
Con respecto al talento interpretativo de Edelmira de Zayas, expresó el cantante mexicano José Mojica: «Su voz es como un tintineo de cristal de baccarat».
El musicólogo español Rafael Pastor opinó: «Todo lo reúne la eminente artista cubana: espléndida voz, hermosura, arte, fraseo a la manera de la Barrientos y la Bori y una intuición maravillosa para sentirse dentro del personaje que representa». Y a su vez Joaquín Turina afirmó: «…es su voz tan limpia y clara como el agua del Guadalquivir. Difícilmente se oye a una cantante pronunciar tan claro. Ella se ajusta a la medida exacta con una entonación perfecta».
Fuente. Habana Radio.cu