Destacada patriota y revolucionaria cubana del siglo XIX. Participó en las luchas independentistas contra España. Fue esposa del General en Jefe del Ejército Libertador, Máximo Gómez.
Nació en el poblado de Jiguaní, de la región oriental de Cuba. Fue la oncena de los catorce hijos de Francisco Toro Molina y Margarita Pelegrín. Ya fallecido el padre, al comenzar la Guerra de los Diez Años la familia se incorporó de inmediato a la contienda.
En los mismos inicios de la revolución, la madre murió siendo prisionera de las tropas españolas. Seis de los hermanos cayeron en combate entre 1868 y 1870. El séptimo, Fernando, falleció con los grados de comandante del Ejército Libertador. Al finalizar aquella gesta solo tres miembros de la familia habían sobrevivido: los hermanos Bernarda, Juana y Sixto.
Desde finales de 1868 o principios de 1869, Bernarda Toro vivía en la prefectura mambisa de Charco Redondo, en las estribaciones de la Sierra Maestra. El joven general Máximo Gómez visitaba con relativa frecuencia la prefectura, donde conoció a la joven cubana. Él tenía treinta y dos años de edad, y ella diecisiete. Sintieron mutua atracción, y a principios de 1869 se unieron consensualmente. Su primera hija fue Margarita Gómez Toro, que nació el 1ro de enero de 1870.
Decidieron sellar su unión a través del matrimonio celebrado en la tarde del 4 de julio siguiente en la manigua. Los testigos de la boda fueron Salvador Cisneros Betancourt y Fernando Figueredo.
Bernarda Toro vivió junto a su esposo, dos hermanas de este y varios de sus hijos en diversos lugares de la geografía cubana a lo largo de la Guerra de los Diez Años; principalmente en la región centro-oriental, donde se desarrolló en buena medida el conflicto armado. Así, entre 1869-1873 la familia moró en Río Blanco, Arroyo Blanco, Arroyo Toro, Charco Redondo, Charco Azul, Jiguaní, Barracones y Arroyo Pobre; entre 1873 y 1874, en Pedregalón, Najasa, Sabanilla, Santa Ana, Carrasquillo, en Camagüey, y entre 1874 y 1877, en varias prefecturas mambisas del Camagüey y Las Villas.
Mientras participaba en la guerra como combatiente y enfermera, nacieron cinco de sus hijos. Algunos de ellos fallecieron durante la contienda. El 11 de marzo de 1876 dio a luz a Francisco Gómez Toro, Panchito.
Al terminarse la guerra, Bernarda partió con sus hijos hacia la isla caribeña de Jamaica, a la cual arribó en los últimos días de febrero de 1877. Al mes siguiente se les unió su esposo, y la familia se empeñó en la explotación de una pequeña finca dedicada al cultivo del añil. Pero por varias razones la empresa no fructificó.
En 1881 se trasladaron a la república centroamericana de Honduras, donde permanecieron hasta 1883. Durante esos años, Bernarda, en su condición de cabeza de familia, se hizo cargo de la educación general de su prole.
Mientras se preparaba el Plan Gómez-Maceo, Bernarda y sus hijos, en compañía de la familia de Antonio Maceo, se trasladaron a Estados Unidos, donde residieron hasta 1885. Fracasado el plan revolucionario, retornaron a Jamaica, por espacio cuatro años más.
Desde 1888 y hasta 1899, Bernarda se radicó en República Dominicana, con su esposo y todos sus hijos.
En esos duros años –en que la economía familiar era precaria-, tuvo seis hijos más. La última hija del matrimonio fue también bautizada con el nombre de Margarita. El general Gómez tuvo otros hijos naturales.
Una vez que Gómez volvió a Cuba para reiniciar la lucha con José Martí y Antonio Maceo, en febrero de 1895, Bernarda -llamada por sus allegados Manana-, asumió por entero la dirección de la familia, y lo siguió haciendo a lo largo de toda la Guerra de Independencia, siempre al tanto de las acciones insurreccionales que se sucedían en Cuba.
En septiembre de 1896 despidió a su hijo Francisco Gómez Toro, quien decidió incorporarse a las fuerzas mambisas. Panchito cayó en los campos de San Pedro y Hernández, en las cercanías de La Habana, el 7 de diciembre de 1896, junto al lugarteniente general del Ejército Libertador Antonio Maceo. La muerte de Panchito marchitó la vida de Manana, afligida ya por la muerte de otros de sus seres queridos.
Meses después de concluida la Guerra de Independencia, se firmó el Tratado de París, que dio paso a la Primera ocupación militar de Estados Unidos en Cuba. En ese nuevo contexto, Máximo Gómez pidió a su esposa y a sus hijos que se le unieran en la patria cubana.
En agosto de 1899, Bernarda Toro arribó a La Habana.
Entre 1899 y 1905, la familia se radicó en la capital, donde residió en varias direcciones; también, en pueblos de las cercanías como Calabazar y Bejucal. Y, por un breve tiempo de cuatro meses, en 1899, en la antigua residencia de los Capitanes Generales de la Isla, denominada Quinta de Los Molinos.
Durante esos años, compartió con su esposo las nuevas dificultades que ocasionaba la incómoda presencia norteamericana, opuesta a sus ideales políticos y revolucionarios.
El 17 de junio de 1905 falleció Máximo Gómez, su compañero por treinta y cinco años, respetado y querido por los cubanos.
Rodeada del amor de sus hijos y nietos, Bernarda Toro de Gómez falleció en La Habana en 1911. Su vida ejemplar es símbolo de la mujer cubana, madre y patriota.