Escritor, maestro, poeta, novelista y pedagogo. Tímido rayano en la patología, ocupado en pequeños empleos, muchas veces tuvo que pagar la edición de sus libros. Murió en la época del llamado 'periodo especial', en la soledad del verdadero maestro.
Natural de Cienfuegos, en el seno de humilde familia campesina, quiso ser sacerdote, pero no tenía recursos económicos para pagarse la vocación. Con gran esfuerzo de su familia y suyo propio, pudo estudiar la carrera de Pedagogía en la Universidad de La Habana, al tiempo que trabajaba en el central Pastora de San Juan de las Yeras, Las Villas, graduándose de doctor en 1941. Ese doctorado le garantizó ocupar durante 20 años aulas remotas en el campo de Matanzas y de su ciudad natal, Cienfuegos, como maestro rural.
Ejerció el magisterio entre 1941 y 1961 en una escuela rural de Matanzas y en su ciudad natal. Se trasladó a La Habana en 1961.
Comienza a publicar en 1947, en colaboración con Samuel Feijoó y Aldo Menéndez, amigos entrañables y apasionados como él por las letras y el arte. Publica Soledad refugiada, poemas en concierto, a los que seguiría su novela Los Valedontes, escrita el mismo año, y publicada en 1953, en edición pagada de su propio bolsillo, de 500 ejemplares.
Los Valedontes concursaría sin suerte en el concurso anual que libraba el Ministerio de Educación de entonces, y contó con el solo voto de Onelio Jorge Cardoso, que la desautorizó a su vez como novela "creo que usted es uno de los autores de cuentos —no novela, en el caso de Los Valedontes— que más maravilla consiga del campo nuestro la atmósfera poética que le permite ser gustado en cualquier parte del mundo, si al traducirse a otro idioma le respetan el sabio lenguaje en que está escrito.(...) De todo aquello enviado al concurso, creo y sigo creyendo que lo único que acusaba un vuelo, una fuerza, una manera expresiva única para hablar del campo cubano era Los Valedontes. Yo lo leí dos veces, una fríamente, para dar una opinión y otra para gustarme de lo escrito”. (En carta dirigida a su autor, al diario La Correspondencia, 9 de noviembre de 1952).
Rumbos (¿1948?) y La piel de Felipe (1954), cuentos, se publicarían igualmente pagados de su propio bolsillo. A brazo partido con la miseria que le acompañó hasta bien entrados los años 60 del pasado siglo, Alcides Iznaga comienza tardíamente su itinerario poético. "Sin lecturas esclarecedoras, sin amigos lúcidos, sin conocimientos, con una suerte de turbación perpetua", así describe su situación.
La revista Orígenes lo acogió en sus páginas, y Cintio Vitier en Lo cubano en la poesía. Como toda su generación, su influencia mayor le viene de la literatura norteamericana. Fue amigo de Hemingway, de Langston Hughes, entre otros. Martiano cabal, saludaría la revolución de 1959, como sus amigos origenistas, "como si se tratara de la creación del verídico Estado cubano" (Antonio José Ponte, El libro perdido de los origenistas).
En 1959 recibiría el primer premio del concurso de la Unión de Escritores de México por el poema Patria Imperecedera. En 1969 recibiría el premio de novela Cirilo Villaverde de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba por Las cercas caminaban, una novela mucho más elaborada que Los Valedontes, de igual temática —el latifundio—, aunque quizás con menos magia que la primera.
En 1961 dejaría Cienfuegos y su trabajo en el diario La Correspondencia para retornar a La Habana, esta vez casado con la que sería su compañera en la vida, hasta su muerte, la eminente pedagoga María de los Angeles Periú, artífice de la cartilla de alfabetización con la que se iniciaría la campaña masiva para enseñar a leer y a escribir en campos y ciudades de la nación.
Desde el año 1961 hasta 1966 trabajó como corrector y redactor en la Editora Pedagógica del MINED. Trabajó como corrector de estilo en el Periódico Granma. En 1969 ganó el premio de novela del concurso de la UNEAC con la obra Las cercas caminaban.
Ha colaborado en El Comercio, La Correspondencia, Liberación, Ateje, Signos -de la que fue codirector con Aldo Menéndez-, Cuba, Diario Libre (todas de Cienfuegos), Social, El País Gráfico, Orto (Manzanillo, Oriente), Orígenes, Islas, Nueva Revista Cubana, Bohemia, Hoy, Juventud Rebelde, Lunes de Revolución, Asomante (Puerto Rico), Poesía de América (México), Idea (Perú).
Es coautor, con Samuel Feijóo y Aldo Menéndez, del libro Concierto (La Habana, Imp. de Herrería y Fernández, 1947).
Autor de una obra escasa, exigente y exquisita, si de poesía se habla, nos dejó también dos novelas, varios poemarios reunidos en La roca y la espuma, y otro inédito e inconcluso, La ciudad y el tiempo, que consideraba lo más logrado en este género.
Su poesía, de línea clara entre la melancolía y la esperanza, se resiste a las medidas, al número inflexible de sílabas, a las transacciones formales. Admirable, a la vez que conmovedora, su voz es una auténtica rareza en la historia de las letras cubanas.