Octavio Carrera nombrado soberano gran comendador de la masonería en España
Luego de más de 20 años de residir en España, el exprofesor de la Universidad de La Habana Octavio Carrera González fue elegido Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo Masónico de España, la máxima figura de la masonería "liberal" en ese país.
Graduado de Filosofía, Octavio llegó a España en 1996 para cursar un doctorado en Humanidades en la Universitat Jaume I. Aunque en la Isla ya se había acercado a la masonería, fue en España donde se inició como masón.
Antes de emigrar había presentado su solicitud para ingresar en la orden a través de un amigo de la infancia, pero no fue aceptado.
Para ser masón no es suficiente querer pertenecer. Hay un proceso que debe cumplirse: se hacen tres comprobaciones independientes, realizadas por tres maestros masones (las llamamos aplomaciones), que tienen que ser positivas y que son sometidas a votación en la Logia.
Segundo, hay que someterse a un ritual de iniciación que busca dejar una impronta vivencial en el que se inicia. La masonería tiene un carácter iniciático que supera el simple asociacionismo.
Existe una masonería de carácter más conservador, que hace una interpretación más absoluta de los Landmarks (lindes), que son las antiguas normas por las que se rige la orden. Como resultado de esa interpretación, esta masonería exige la creencia en un dios revelado como condición ineludible (al menos formalmente) para ser admitido como miembro, y no acepta que las mujeres puedan ser iniciadas como masonas.
Quienes así piensan se autodenominan "masones regulares" y consideran irregulares a cualquier obediencia masónica que se aparte de esos principios. Esta "regularidad" se sustenta en el reconocimiento que otorga la Gran Logia Unida de Inglaterra a estas obediencias.
Hay otra forma de practicar la masonería que defiende la total libertad de conciencia y la oposición a cualquier tipo de dogma. Sobre esa base interpreta los Landmarks y afirma que cualquier persona, hombre o mujer, que sea libre (léase autónomo) y de buenas costumbres (que respete las normas sociales de convivencia), y que acepte la existencia de valores universales que trasciendan al individuo, puede ser aceptado como masón una vez que supere las pruebas de admisión.
A esta forma de entender la masonería se le llama "liberal", "adogmática" o "humanista" para contraponerla a la otra, pero estos adjetivos no son más que denominaciones para diferenciarse de la llamada "masonería regular".
Cualquier forma de practicar la masonería, independientemente de la manera en que se entienda la naturaleza de la orden, coincide en hacer suyos los principios de libertad, respeto a la diferencia, igualdad, humanismo, fraternidad y culto a la razón frente al dogma.
Al ser aceptado como masón en España, Octavio debió iniciarse e ir progresando en los primeros grados, esperar a que los hermanos de los grados superiores le consideraran digno de ser iniciado en el 4º grado (primero de los altos grados o grados filosóficos). Después, estudiar y profundizar en el sentido de estos grados y, una vez alcanzado el grado 33º (el más alto del rito que practica), obtener la confianza de sus hermanos para ser Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33º.
En todo el mundo hay un número considerable de logias que admiten mujeres, unas solo femeninas y otras mixtas. La mayoría son mixtas.
Octavio pudo ascender en la logia de España pues tiene la nacionalidad española desde hace 15 años. Por otra parte, los Reglamentos vigentes del Supremo Consejo Masónico de España, que es la Jurisdicción Masónica de la que es presidente (Soberano Gran Comendador es el título masónico), no pone ninguna condición respecto a esto para ser elegido.
La masonería, más que la tolerancia, practica el respeto y el reconocimiento del diferente y, más que la fraternidad, la solidaridad. La masonería es una escuela de ciudadanos que trabaja por el mejoramiento humano. Trabajar a cubierto, protegidos por la intimidad de la logia, ayuda al perfeccionamiento de las personas, y los cambios sociales comienzan por los cambios personales.
En el mundo actual, donde hay un deterioro acelerado de los valores humanistas, donde se está produciendo una renuncia a la idea del progreso humano, la masonería no ha renunciado a la educación en valores y a la creencia de lograr un mundo mejor.
La masonería pide a sus miembros que no se conformen, que sean críticos consigo y con la sociedad, y que practiquen en su vida diaria los mismos principios que defienden en las logias.