Yunior García Aguilera es un actor y dramaturgo que ha sido capaz de entregar un válido repertorio teatral. Su mirada crítica hacia el teatro cubano lo convierte en un eterno indagador de nuevas formas de decir y hacer, en aras de impregnar en sus obras un sello de originalidad. Empezó escribiendo para gente como él, pero también ha querido legar a las futuras generaciones el conocimiento de la realidad cubana actual.
Trayectoria profesional
En cuarto grado comenzó a actuar y escribir. Junto a dos compañeros de clase creó su propio grupo, llamado Arroz con pollo, con el cual concebían representaciones fundamentalmente humorísticas.
Desde que comienza a hacer teatro en Holguín ingresa a la Asociación Hermanos Saíz (AHS). lo que le brinda la posibilidad de participar en talleres, de compartir experiencia con otros creadores, hacer encuentros y publicar sus obras.
Durante un tiempo asume la dirección artística de la compañía teatral Alas Buenas, una agrupación con un repertorio para el público infantil y adulto. Así surgen obras como Todos los hombres son iguales y Sangre, esta última obtuvo siete premios en el Festival Nacional de Pequeño Formato de Santa Clara.
A los 17 años Yunior aprobó los exámenes de ingreso a la Escuela Nacional de Arte (ENA), en actuación. Fue allí donde le enseñaron a ver el teatro no como un juego sino como una profesión.
Alas Buenas lo preparó para luego participar en la creación de Trébol Teatro, proyecto fundado en 2003, por jóvenes actores graduados de la ENA, que surgió por la necesidad de crear un discurso propio, de decir lo que les interesaba a los jóvenes como artistas, siendo un espacio que dio la libertad de innovar, no solo desde el punto de vista temático, sino también estético.
Se graduó como actor con el grupo Teatro de la Luna en 2003, con La boda, pieza de Virgilio Piñera con título de oro en sus estudios de dramaturgia en el Instituto Superior de Arte (ISA). Completa sus estudios en el ISA.
Participa en un taller para dramaturgos que ofreció el Royal Court Theatre en La Habana. Posteriormente realizaron un concurso y queda elegido, siendo invitado a a participar en la escritura de una obra que planeaban estrenar en Londres durante los Juegos Olímpicos de 2012.
Ha tenido la oportunidad de compartir con escritores de otros países (República Dominicana, Colombia, México y Reino Unido, Brasil, Estados Unidos y Nigeria).
Ha escrito guiones para televisión. Entre las series que ha escrito está SOS, academia, dirigida por Rubén Consuegra. También para el cine: Ni pocos ni locos, Cerdo(Cortometraje de ficción realizado en 2018) presentado en la edición 40 del Festival Internacional de Cine Latinoamericano.
Se desempeña como director artístico, dramaturgo y realizador. Ha participado en las ediciones de la Muestra de Cine Joven. Se presenta en la 18 edición de la Muestra con la obra de ficción Fuga.
Participó en la manifestación de jóvenes artistas ocurrida el pasado 27 de noviembre 2020 a las puertas del Ministerio de Cultura.(MINCULT).
En entrevista concedida a OnCubaNews Yunior cuenta:
Fui Testigo de Jehová durante cinco años y ese período me marcó de muchas maneras. Por una parte, me introduje en el mundo fascinante de los relatos bíblicos, algo que abrió mi apetito hacia otras lecturas. Aprendí sobre hermandad y cofradía. Asumí, demasiado temprano tal vez, responsabilidades ante un grupo de personas que me veían como líder y que se acercaban a mí, una polilla imberbe, en busca de consejos.
Reconozco que desarrollé habilidades para la oratoria y me entrené para el debate, aunque debo admitir que todo fue con fines proselitistas. Sin embargo, y aquí viene otro lado oscuro de la historia, pertenecer a esta religión impidió que tuviese derecho a una buena carrera al finalizar mis estudios de secundaria básica.
A pesar de tener una de las notas académicas más altas, de haber ido cada año a las escuelas al campo, de ser disciplinado al extremo, los profesores decidieron que yo no cumplía las condiciones de un “joven revolucionario integral”. De nada sirvió que citara la Constitución de la República o que mis compañeros de aula votaran en favor mío. El claustro no se dio por vencido. Aprovecharon que en esos días me enfermé de varicela, se reunieron con los alumnos sin mi presencia y les advirtieron que, de yo resultar avalado, les robaría a ellos la oportunidad de obtener una buena carrera universitaria.
Luego supe que la discusión no fue sencilla, pero el argumento que logró convencer a la mayoría fue que me harían un favor. A fin de cuentas, mis metas eran andar por ahí de casa en casa, con la Biblia bajo el brazo. Seguramente yo no aguantaría los rigores de la universidad. De modo que, al recuperarme de la varicela, descubrí que la única carrera a la que tenía derecho era la de albañilería, en una escuela de oficios.
Mis padres, que ni eran religiosos ni estaban totalmente de acuerdo con mis creencias, lograron convencer a un funcionario de educación para que me concedieran una mejor oportunidad de estudios. Y así fue. Estudié dos años Construcción Civil en un politécnico de mi Holguín natal.
Pero la adolescencia ya estaba en proceso y comenzaron las dudas y las crisis de conciencia. A los 16 años, fui expulsado por apostasía. Me dio por discutir una directiva de la cúpula religiosa, me celebraron un juicio con varios ancianos durante siete días, y me advirtieron que nunca más podría dirigirle el saludo a otro Testigo de Jehová.
Creo que en ese momento me salió el bigote. Todo el universo que me había creado durante los últimos cinco años se vino abajo.
Debí construirme otro rápidamente. Tres meses después, me mudaba a La Habana y entraba en la Escuela Nacional de Arte para estudiar Actuación.
Ahí está buena parte de quién soy y cómo escribo: mito y liturgia, herejía y castigo, paraíso perdido y negación del infierno. Pero sobre todo… libre albedrío. Jamás he sabido trazarle un destino cerrado a ninguno de mis personajes. Ellos deciden por sí mismos en cada página. Nunca hacen o dicen lo que imaginé de ellos al concebirlos.
Yunior partició en las demostraciones del 11J en Ciudad de La Habana. Formó parte del grupo de jóvenes que se apostaron frente al edificio del Instituto Cubano de Radio y Televisión para solicitar le permitieran hablar durante 15 minutos en una de las estaciones nacionales de radio.