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Fallece en La Habana el destacado artista y escenógrafo Pedro García Espinosa

Pedro García Espinosa, fundador del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica, ICAIC, falleció en La Habana ayer 14 de agosto.

El ICAIC pierde así a uno de sus fundadores, director de arte de más de 25 películas, entre estas, varios clásicos del cine cubano como Lucía, Aventuras de Juan Quin Quin y Cecilia. Al mismo tiempo, incansable creador de las artes plásticas, con más de 300 obras y más de 15 exposiciones personales.

Su libro Memorias de un director de arte, publicado por Ediciones ICAIC, es un recorrido por su larga experiencia en el cine. Inquieto por la memoria histórica, realizó junto a su hermano Humberto, varios documentales sobre figuras del cine cubano y sobre la Sociedad Nuestro Tiempo. Su trabajo como profesor permitió la formación de otros artistas.

Inclinado hacia las artes plásticas desde su infancia, entra al cine de manos de su hermano Julio García-Espinosa, uno de sus más grandes creadores. Miembro de la Sociedad Nuestro Tiempo, participa en la producción de El Mégano, considerado el antecedente del cine comprometido con la realidad del país.

Es graduado de la Academia de San Alejandro y de Historia del Arte en la Universidad de La Habana. Estudió en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma con uno de los escenógrafos más importantes del neorrealismo italiano. A su regreso a Cuba, forma parte de las primeras producciones del ICAIC, El joven rebelde y Realengo 18.

Después trabaja a las órdenes de varios directores de cine cubano y de otros países. Fue uno de los organizadores de los importantes departamentos de Ambientación y Utilería de los Estudios Fílmicos del ICAIC. Pedro, asistido por su sólida cultura, hace aportes esenciales a la Dirección de Arte como una especialidad independiente, que reúne la escenografía, la ambientación y la utilería, en alianza con el vestuario y el maquillaje.

Con su trabajo demuestra que un Director de Arte es un artista y un investigador, que debe asegurar que el artificio del cine sea fiel a los contextos de las historias de cada filme. Su libro Memorias de un director de arte es un compendio de experiencias y enseñanzas prácticas, una clase magistral sobre los retos de la especialidad, un brillante testamento que, junto a su obra, prolonga su vida.

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