Despiden en Camagüey a joven periodista
Como una familia el gremio de periodistas en la provincia de Camagüey despidió en la Casa de la Prensa, de esta ciudad, a Yurislenia Pardo Ortega, fallecida el lunes 15 de enero.
En la hora de dolor la cuartilla no se puede quedar en blanco, coincidieron varios colegas, a respirar profundo y a seguir hacia adelante nos enseñó desde su juventud quien fue presidenta de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) en esta demarcación, con valentía y optimismo inigualable.
No existe camino en Camagüey que no se haya removido ante sus pasos, no hay corazón en esta tierra agramontina que no esté consternado ante su pronta partida.
A la ceremonia de recordación asistió Ricardo Ronquillo Bello, presidente nacional de la Upec y parte del ejecutivo de la citada organización.
La mejor manera de honrarte es siendo como tú y mantener tu legado en una profesión que significó muchísimo para ti, donde los logros individuales los convertías en colectivos porque así de sencilla e inmensa fuiste, expresó Ronquillo Bello sobre Yurislenia.
Al graduarse inició en la radio porque era el sueño de su vida, luego fue una reportera incansable del periódico Adelante, con 35 años fue capaz de hacer tantas cosas y tocar tantos corazones, aseguró Daicar Saladrigas González, directora del periódico agramontino.
En Adelante hay un vacío enorme, añadió, pero hay que continuar por ella, las mejores virtudes de Yuri las debemos tener con nosotros por siempre.
La tristeza profunda nos invade, decir adiós a la madre, la hija, la esposa, la hermana, la amiga, la presidenta, la periodista, la mujeraza, duele hasta la médula.
Hoy cada familia, amigo, estudiante, profesor, compañero o conocido llegó hasta la Casa de la Prensa con una flor, esas que mostraban la viveza y la sonrisa, tan delicadas y hermosas como lo fue Yuri.
Parece que fue ayer cuando la adolescente, Yurislenia Pardo Ortega lideraba las asambleas estudiantiles de la extensa llanura agramontina. Esta profesión de escribana, durante 22 años ininterrumpidos, me la regaló una y otra vez, vestida «de altura» y con una madurez envidiable para su cortísima edad.
No es de extrañar que una vez, un compañerito, en son de jarana, la comparó con una «gente de edad», para hacerla más que enrojecer, brincar: «Yo soy igual que ustedes, de la misma edad», replicó Yuri, —como cariñosamente la llamaremos siempre—, mientras otros tantos chicos y chicas la aplaudían y en felicitación masiva le coreaban, «Yuri es nuestra presidenta de la FEEM». Las votaciones la ratificaron, durante varios años, como su representante indiscutible.
Aquellos pasajes de pura sangre juvenil no se me borrarán, por lo menos en unos cien años, como dice el refrán de por acá. Damara, Simón, Sutil, Conde y Yolo, son cuatro «profes» entrañables, quienes la vieron crecer y crecer de niña activa, creadora y responsable, a joven leal y alegre, de joven a mujer optimista y atrevida, y a hija consagrada y amorosa, de mujer a profesional ética, profunda, polémica y comprometida con Cuba, y de periodista a madre todo terreno, espectacular… Ellos no me dejarán mentir.
Repaso aquellas citas de la Unión de Jóvenes Comunistas, mientras en mi memoria quedó atrapada la imagen de cuando el teatro se «vino abajo», porque Yuri demandó hasta el cansancio, a Julito, el primer secretario del Partido de entonces, que a los estudiantes había que escucharlos del «pa al pi», mientras los aplausos y exclamaciones de todos los presentes, incluidos los de la presidencia, le ratificaban que, a la Yuri osada y resuelta, y sin pelos en la lengua, le sobraba razón.
Luego el paso seguro y confiando de la muchacha por las aulas de la universidad agramontina la catapultó como una de esas jóvenes que ni dormida dejaba de sonreír y chispear optimismo. Esa cualidad era más que su divisa para convocar, un don natural que le permitía triunfar y arrastrar al más gruñón, al más experimentado o al más cansado. Nuestro gremio reporteril de maestros legendarios y osados verbos, y de jóvenes también peliagudos y laboriosos saben que digo la verdad, que no exagero.
Sencillamente en Yuri las barreras del estadio del alma, que con el tiempo suelen atrincherarse por los años vividos, se desplomaban tal cual un castillo de naipes, ante su proverbial y auténtico llamado: «pero ¡muchacha!, ¡muchacho!, ¡profe!, ¿dónde están que no los veo? Familia, aquí los estoy esperando». Nadie, ni el más longevo, escapaba a su invitación espontanea.
Hoy, la vida, en su faceta más cruel, nos arrebató a nuestra Yuri, a nuestra colega y amiga con apenas 35 primaveras cumplidas. Aquella niña con su ejemplo nos convoca desde este fatídico 15 de enero hacia el futuro, su optimismo nos acompañará para vencer los retos y desafíos, y como líder de la tropa reporteril agramontina nos dejó el hacer, el saber, el sumar y multiplicar por encima del tener. Ella se ancló con belleza y maestría en la palabra, en el verbo comprometido con Cuba y con lo mejor del ser humano; el humanismo.
Yuri, tú siempre estarás en presente, por lo que sembraste y lograste, y en primera persona por tu proceder cíclope en modestia. Lo juramos este martes desde la Casa de la Prensa donde el gremio todo fue a «despedirte». Tú fuiste una mujer con alma de flor, con un legado gigante en amor. ¡Gracias por tanto!