Hombre erudito, de conocimientos realmente enciclopédicos y considerado el iniciador del movimiento científico cubano, fue miembro distinguido y director de la Real Sociedad Económica de Amigos del País.
En el período comprendido entre 1803 y 1804, introdujo en la Isla la vacuna contra la viruela, hecho que se considera la primera introducción de tecnología en Cuba.
Realizó importantes reformas en la enseñanza de la Medicina, se destacó en la lucha contra la escolástica; junto al Obispo Espada combatió y eliminó los enterramientos en los conventos, una medida higiénica imprescindible, y para estos fines se construyó el Cementerio Universal de La Habana.
Médico, humanista, y sabio. Es recordado, sobre todo, por haber difundido la vacunación antivariólica en Cuba. Por sus acciones de prevención de enfermedades y de promoción de la salud se considera el primer higienista cubano. Considerado como el iniciador del Movimiento Científico en Cuba. Se le acredita un aporte considerable al progreso, especialmente en Medicina, Química, Botánica, Agricultura, Higiene, Educación y Cultura en general.
Nació en la calle Empedrado No.71 entre Compostela y Habana (donde actualmente está ubicado el edificio "Cuba" con la numeración 360) en la Habana Vieja.
Fue el primero de los 18 hijos que nacieron del matrimonio constituido por Lorenzo Romay y de la Oliva y María de los Ángeles Chacón.
El 4 de enero de 1796 contrae matrimonio con Mariana González, y fueron sus hijos Pedro María, Juan José, José de Jesús, María de los Ángeles, Micaela y Marian.
Recibió la primera educación de parte de su tío paterno Fray Pedro de Santa María Romay, del Convento de los Reverendos Predicadores, quien había visto en él tempranas manifestaciones de perspicaz agudeza e inteligencia y por ello lo llevó a su lado con el fin de impartirle la enseñanza primaria.
Tras obtener el titulo de Bachiller en Artes el 24 de marzo de 1783 comenzó los estudios de Jurisprudencia en el Seminario de San Carlos, los cuales abandonaría convencido de que, como le había argumentado su tío Fray Pedro "el abogado estaba expuesto a mayor responsabilidad de conciencia", ser médico.
En la Cuba colonial, la profesión de médico era considerada propia de la gente baja y por tanto poco estimada. Sin embargo, obedeció más a los impulsos de su vocación que a los convencionalismos sociales, y escogió la carrera de medicina, de la que obtuvo el título de Bachiller en 1789; convirtiéndose en el iniciador de la Medicina Cubana.
En la época de Romay, la condición de Bachiller en Medicina no autorizaba a ejercer la profesión, para ello se requería hacer un postgrado de dos años de práctica con un médico experimentado. Tras su graduación, el joven hizo los dos años de práctica reglamentarios junto con el doctor Manuel Sacramento para presentarse a examen ante el Real Tribunal del Protomedicato. El 12 de septiembre de 1791, Romay se convirtió a en el trigésimo tercer graduado de Medicina en Cuba.
Se convierte luego en una de las principales figuras intelectuales del movimiento progresista impulsado por la gran burguesía (primera corriente reformista) criolla de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, junto al estadista y economista Francisco de Arango y Parreño (1765-1837), al filósofo José Agustín Caballero, (1762-1835) y el poeta Manuel de Zequeira (1764-1846), además de Nicolás Calvo de la Puerta y O'Farrill, que sirvió de mentor al joven médico.
Abogó igualmente por la enseñanza primaria gratuita y propugnó la provisión de fondos para la creación y el mantenimiento de escuelas, además de ofrecer su cooperación para la implantación de nuevos métodos de enseñanza con la finalidad de mejorar y difundir la instrucción.
Fue catedrático y tesorero en la Universidad de La Habana. En 1791 se presentó como aspirante a la cátedra de Patología en la Real y Pontificia Universidad de La Habana, con una tesis sobre contagio de la tisis, la cual logró por oposición el 6 de diciembre. Obteniendo el título de Licenciado en Medicina el 24 de diciembre de 1791. Realizó un doctorado en la Universidad de La Habana donde se gradúa el 24 de junio de 1792
Mientras cumplía los dos años de práctica médica (1789-1791) con el doctor Sacramento, fue cofundador el 24 de octubre de 1790, con el gobernador Luis de Las Casas Aragorri (1745-1845), del Papel Periódico de la Habana, (primera publicación periódica cubana de la que fue su primer redactor y director hasta 1848).
También fue cofundador junto con Las Casas, por espacio de 50 años de la Real Sociedad Patriótica de La Habana (conocida actualmente como Sociedad Económica de Amigos del País). El 17 de enero de 1793 ingresó en calidad de socio numerario en la Sociedad y fue miembro prominente y activo, casi desde su creación en 1793. Llegó a ser miembro de Honor en 1834 y director en 1842 de la misma. Dentro de la institución fue el representante por excelencia de los proyectos de modernización de la práctica médica y de la enseñanza de la Medicina en Cuba.
Desempeñó la tarea humanitaria de su profesión en la Real Casa de Beneficencia, organización de la que también fundaran ambos por esa época.
Además de catedrático de Filosofía y de Patología en la Real y Pontificia Universidad del Máximo Doctor San Jerónimo de La Habana, ocupó el cargo de Decano de la Facultad de Medicina en 1832.
En 1795, promovió la formación como botánico y químico de su antiguo alumno, el joven médico criollo José Estévez y Cantal, y en 1817 inició su labor de reforma de la enseñanza médica. Se basó en que hacía muchos años se había interrumpido la impartición de clases prácticas de Anatomía, con disecciones, inauguradas en 1797 por el cirujano Francisco Xavier Córdova.
Gracias, en gran medida, a sus esfuerzos, y al apoyo del Intendente de Hacienda y Ejército, Alejandro Ramírez (también Director, por entonces, de la Real Sociedad Patriótica de La Habana), entre 1819 y 1822 se restableció esta enseñanza en el Hospital Militar de San Ambrosio. Fungió, durante muchos años, como Inspector de los cursos en el Hospital Militar, designado por la Real Sociedad Patriótica. En dicho hospital llegó a conocer bien a Nicolás José Gutiérrez, el notable cirujano que lo sustituiría al frente de la comunidad médica habanera, y a quien respaldó en sus primeras gestiones oficiales para establecer una Academia de Ciencias en La Habana (propósito que sólo se alcanzaría en 1861, años después de la muerte de Romay).
Falleció a los 84 años, víctima de cáncer en la madrugada del 30 de marzo de 1849, en su hogar ubicado en La Habana, Cuba. Su cuerpo fue embalsamado en el Convento de Santo Domingo, por el Dr. Gutiérrez.
Su labor más meritoria que inmortalizó su nombre fue haber introducido y propagado la vacuna en Cuba a partir de febrero de 1804.
La inspiración de este aporte fue la existencia de una epidemia de Viruela, iniciada en diciembre de 1803, que causó serios daños en enero de 1804; así como el conocimiento de que demoraría en arribar a La Habana la expedición enviada por el rey Carlos IV al mando del médico Francisco Xavier de Balmis, la cual traía consigo el virus salvador.
En Cuba la vacunación era conocida simplemente como "inoculación" y se practicaba, a partir de la experiencia europea. En 1802, los médicos cubanos conocieron del procedimiento, publicado en 1798 por el cirujano ingles Edgard Jenner (1749-1823), que utilizaba el pus de viruelas vacunas y que, por ello, se denominaba "vacunación". Por encomienda de la Sociedad Patriótica, Romay comienza desde 1803, su campaña por extender el procedimiento y abandona las comodidades del hogar para marchar al interior de la isla en busca de ansiado virus y luchar contra los partidiarios de la “inoculación”, introducida con anterioridad en Cuba y ya obsoleta, aunque defendida por aquellos "inoculadores"; que obtenían ganancias al aplicarla y afirmaban que resultaría ineficaz la vacunación.
Para probar lo contrario, Romay acudió a una demostración pública arriesgando la vida de dos de sus hijos, previamente vacunados a quienes utilizó como sujetos de prueba para vencer los temores, dudas y vacilaciones respecto a su efectividad.
En enero de 1804, se practicaron las primeras vacunaciones, en Santiago de Cuba, por el cirujano francés Vignard; pero en febrero del propio año llegó a La Habana, una vacuna procedente de Puerto Rico.
La campaña de la inoculación contra la vacuna sufrió un decisivo revés con la llegada al puerto de La Habana el 26 de mayo de 1804 de la expedición española enviada para introducir la vacuna en varias colonias hispanas. Pero quedan sorprendidos al comprobar que ya la vacuna ya se había propagado en el pais, gracias a Romay quien la estaba aplicando con éxito desde el 12 de febrero.
Crean por tanto la Junta Central de Vacuna el 13 de julio de 1804, para sistematizar esta práctica y designan a Romay, presidente y el cargo de Secretario Facultativo.
Su labor al frente de esta institución resulta decisiva para que, a fines del siglo XIX, la viruela pase a ser una enfermedad poco común en Cuba, pues se manifestó a favor de la vacunación múltiple de cada individuo y de que se decretara su obligatoriedad para toda la población.
Aunque no tuvo éxito en estos dos empeños, logró que el obispo Juan José Díaz de Espada emitiera una carta pastoral donde exhortaba a las personas a vacunarse.
La colaboración de Romay, con el ilustrado obispo de La Habana, se hizo más estrecha en relación con el propósito de éste de eliminar los enterramientos en las iglesias y dentro del perímetro urbano. Su cometido contra los enterramientos facilita la construcción el 2 de febrero de 1806 del primer cementerio de La Habana, conocido como Cementerio de Espada. Después de toda su campaña, se dedicó durante más de tres décadas a la vacunación antivariólica.
Labor en el Hospital de San Ambrosio
La nómina de 1831 la componían: T. Romay, médico principal con Nicolás del Valle; P. Andreu, practicante mayor; F. Alonso, cirujano mayor; Francisco López, 2º; y Antonio Miyaya, practicante mayor. Dejó de existir Tomás Montes de Oca que fue por muchos años su practicante mayor.---En 1832 dejó de existir el Dr. Lorenzo Hernández que fue también practicante mayor.-En 1833 prestó buenos servicios cuando la epidemia de cólera.--- En noviembre de 1834 tuvo efecto la inauguración de una Clínica Médica para la enseñanza en una de sus salas; y la apertura del "Nuevo Museo y Anfiteatro" en la llamada "Casa de los Capellanes", situada contigua y al sur de San Ambrosio, con el que comunicaba por medio de una puerta, evitando las dificultades que se presentaban cuando estaba en el edificio de enfrente de San Isidro, lo que facilitaba el traslado de los cadáveres .
Al frente de la Clínica Médica se puso el Dr. Tomás Romay catedrático neto de medicina clínica y como Jefe del Museo y Anfiteatro fungía, desde hacía once años, el Dr. Francisco Alonso Fernández secundado por N. J. Gutiérrez disector y constructor de piezas anatómicas. La enseñanza de la anatomía práctica se estableció el 16 de abril de 1797 con Francisco Javier de Córdova, cirujano mayor del real hospital militar donde dio sus explicaciones por más de diez años. En 1819 renació dicha enseñanza con el italiano Dr. José Tasso y D. Antonio de Castro, alumno del Real Colegio de Medicina y Cirugía de Cádiz. Les sucedió en 1821 el Dr. Francisco Alonso Fernández ex disector del Anfiteatro de Cádiz.
El cuadro facultativo del Hospital en 1835 estaba formado por Tomás Romay, médico principal; Nicolás del Valle, segundo; Pedro Andreu, practicante mayor; F. Alonso Fernández cirujano mayor; Francisco López, 2º; N. Pinelo, practicante mayor de cirugía y disector de anatomía y enfermero D. Govantes.--- En el año 1836 entraron en el hospital 4 437 enfermos, salieron 3 998 y murieron 150.--- En el mes de julio del año 1837 entraron 579, salieron 516, murieron 130 y quedaron 370, el 1 de agosto.--- A fines del año 1838, N.J. Gutiérrez sucedió a Alonso en la cátedra de Anatomía que se explicaba en el hospital y el Dr. José de la Luz Hernández abrió en el mismo un curso de Higiene. El curso de cirugía lo abrió Gutiérrez el 2 de septiembre en tanto Pinelo explicaba el de Anatomía. Gutiérrez adoptó como texto la cuarta edición de la Anatomía francesa de Bayle que tradujo al castellano el Dr. José Atanasio Valdés. Al terminar este período el Hospital de San Ambrosio se encontraba en la calle de San Isidro, frente al Hospicio de este nombre, donde estuvo hasta 1899 el Anfiteatro Anatómico. Ese antiguo edificio estuvo ocupado en los últimos años de la dominación española por la Intendencia Militar (hoy día se encuentra en ese sitio que ocupó el hospital una Estación de Policía, con frente a Picota, con jardines, construido en tiempo reciente). La fachada del viejo hospital miraba al sur, constaba de dos cuerpos altos y descansaba en cinco arcadas de piedra. Ambos pisos altos tenían cada uno cinco ventanas de tamaño mediano y la amplia azotea seis muros que sostenían las rejas en su frente. A su izquierda estaba el antiguo Departamento de Capellanes en donde se instaló el nuevo Anfiteatro, mejor que el que estuvo en San Isidro, con dos pequeños altos. A su derecha estaba una casa de aspecto colonial con su puerta -a la vera del hospital con un pequeño alto- con techo de tejas, dos ventanas a su frente y cinco por el costado de la calle de Picota. Este hospita l se cerró en 1842, cuando pasaron los enfermos a la casa que sirvió de Factoría del Tabaco (una buena lámina con este hospital de la calle de San Isidro, se encuentra en la pág. 288 del libro Vida y Obras de Tomás Romay por el Dr. José López Sánchez, La Habana, 1950).
Su extensa obra alcanza las materias más disímiles, además representó el primer indicio de la transformación de la colonia en nación, contribuyendo a la formación de la nacionalidad cubana. Sus escritos abarcaron la prosa científica y literaria, así como la filosofía, la historia y la poesía con luces capaces de honrar a su siglo.
Además de ser uno los redactores principales del Papel Periódico de la Habana, desde su fundación en 1791; colaboró en El Diario de La Habana, y el Diario del Gobierno de La Habana, con trabajos científicos y algunos versos utilizando el seudónimo de Matías Moro.
Entre sus investigaciones se encuentran:
El Discurso sobre los obstáculos que han impedido progresen las colmenas en la isla de Cuba y los medios de fomentarlas.
Fue publicado en 1797 a expensas de la Sociedad Patriótica por haber merecido el segundo lugar. Para hacer su discurso, se basó en la bibliografía de la época que tenía a su alcance y en los criterios de los comerciantes y cosecheros, ya que no consta en su biografía que haya tenido experiencias prácticas en el manejo de colmenas. El discurso cuenta con la más alto contribución para la historia de la Apicultura en Cuba la industria de la cera.
Discurso sobre las sepulturas fuera de los pueblos, publicado en 1806. Memoria que contribuyó notablemente a que la población habanera diera gradualmente preferencia al primer cementerio que tuvo la capital de Cuba, el Cementerio de Espada, inaugurado en el propio 1806. Romay publicó, además, una detallada descripción de dicho camposanto.
La “Disertación sobre la fiebre maligna llamada vulgarmente vómito negro, Enfermedad Epidémica en las Indias Occidentales”, fue presentada por Romay ante la Real Sociedad Patriótica de La Habana el 5 de abril de 1797, y se publicó en el propio año.
Obra que se convirtió en la monografía que inauguró la bibliografía científica cubana, ya que fue el primer estudio científico de la fiebre amarilla publicado en Cuba y le valió a su autor ser elegido Académico Corresponsal de la Real Academia de Medicina de Madrid, en 1798.
En su tratado Medicina Clínica (1802), se inspiró en las ideas expuestas por el conocido médico francés Philippe Pinel para proponer sus reformas, que se fueron introduciendo lentamente en esa asignatura, sobre todo cuando el propio Romay la impartió, desde 1834, al inaugurarse en la Universidad la correspondiente cátedra.
En su “Memoria sobre la introducción y progreso de la vacuna en la Isla de Cuba”, leída en las Juntas Generales de la Sociedad Económica de La Habana el 12 de diciembre de 1804, se refirió al beneficio de la vacuna.
Distinciones
Al momento de su deceso, Romay ostentaba entre sus muchos títulos y distinciones entre ellos están:
Miembro Corresponsal de la Real Academia de Medicina de Madrid.
Médico de la Real Cámara.
Catedrático de Clínica de la Real Universidad.
Presidente e Individuo de Mérito de la Sociedad Económica de Amigos del País.
Miembro de la Comisión de Vacuna de París y de las Sociedades Médicas de Burdeos y Nueva Orleáns.
Caballero Comendador de Isabel la Católica.