Adiós a Georgina Almanza, Diva de la Radio
Georgina Almanza, Premio Nacional de Radio, falleció el pasado martes 31 de octubre, a la edad de 93 años.
Aunque sean los habituales oyentes del bloque de novelas de Radio Progreso quienes atesoren en lo más profundo de sus almas el impresionante nivel de actuación de Almanza durante tantos años, para conocer de cerca las interioridades de esta reconocida Diva de la Radio Cubana, nos hemos acercado a otra de las integrantes de este selecto grupo de la radio, Caridad Martínez, quien, precisamente, fuera la directora de la Novela Cubana por más de tres décadas.
Al mismo tiempo que escuchaba la referencia a las elogiadas dotes de actriz de Almanza, se hacía evidente que hablaba acerca de una persona sumamente entregada a su trabajo, muy disciplinada y cumplidora de sus obligaciones, requisitos imprescindibles que le permitieron crecer en cada novela a la que era llamada para actuar.
Memorable fue su desempeño, en 1983, durante la adaptación radial dirigida por Caridad, de la obra Monte Libre, original de la escritora Dora Alonso, específicamente en aquel pasaje en el que Almanza interpreta a una curtida arriera, colaboradora de los rebeldes, que va a la tumba de su hijo, ajusticiado por sus crímenes como soldado de la tiranía, para expresarle que nunca estuvo de acuerdo con su actitud, pero que era su madre.
Nos cuenta Caridad que la actriz logró plasmar tal nivel de identificación con su papel que, al concluir la grabación, rompió en llanto, al comentarle que también era madre de un solo hijo. Otro tanto sucede con la novela Cuando la sangre se parece al fuego, pieza del escritor Manuel Cofiño, en una adaptación radial de la poeta y guionista Georgina Herrera, en 1992, en la que Almanza asume a una inolvidable abuela, pero con tal fuerza dramática del personaje, que evoca no solo los mayores elogios por parte del propio Cofiño, sino igualmente de la crítica.
Cuando me cruzaba con Georgina Almanza en los pasillos de Radio Progreso, siempre me regalaba una hermosa sonrisa, las que nacen del rostro de las personas humildes, dedicadas en cuerpo y alma a su profesión. Yo sabía que, cada vez que se paraba ante el micrófono, se hacía el milagro.