Manuel Duchesne Cuzán (1932-2005) fue un visionario en disímiles direcciones. Una de ellas fue la dirección orquestal, sin duda alguna. Pero no llega a director de manera estirada o desconociendo los secretos del atril más receloso, sino todo lo contrario. Su paso por la llamada música académica y por orquestas populares como violinista y trompetista, le hizo un conocedor a fondo de nuestra propia cultura musical, así como de otras tan complejas como el jazz, a la vez que ampliada su universo cognoscitivo en torno a todo tipo de música.

Duchesne se acerca tempranamente al ballet en la década de 1950 y realiza un extraordinario trabajo como director el cual le foguea en esas lides: dirigir en vivo y para ballet no es tarea nada desdeñable. Es sabido su contacto con Igor Markévich en México y su apuesta desde ese instante por el sinfonismo y la dirección orquestal, lo que le abre un abanico creativo y de posibilidades expresivas inimaginables. Asume varios compromisos como director antes de 1959 y al crearse la Orquesta Sinfónica Nacional rápidamente se suma a la misma junto a quien fuera su antiguo maestro, Enrique González Mántici, quien fungía como Director Titular de la joven OSN, heredera de la antigua Orquesta Filarmónica de La Habana. Duchesne asumiría, tras la muerte de Mántici, el cargo de Director Titular por más de 30 años.

Algo que debemos destacar es la creación en la década del 70 de una nueva manera de asumir las vanguardias musicales para orquesta de cámara: el Conjunto Instrumental Nuestro Tiempo. Junto a él -e integrado por los más importantes atriles de la OSN- Duchesne recrearía un repertorio conocido, pero a su vez tendría la capacidad y la lucidez histórica de estrenar e introducir en Cuba la obra de compositores vanguardistas, algunos del entonces campo socialista y otros que no provenían del mismo pero que eran considerados imprescindibles en aquellos años.

El nacimiento hoy de la Sinfonietta Duchesne Cuzán, heredera del vetusto trabajo cameral e investigativo del querido e inolvidable maestro, tiene su génesis en Nuestro Tiempo obviamente, pero ha sido –y hay que recalcarlo- obra y fruto de sus alumnos y compañeros de tantos años, algunos en activo afortunadamente. Hoy se rinde homenaje al talento y la tenacidad de un hombre imprescindible e irrepetible, a quien conocí y supe de su propio testimonio cómo él y muchos técnicos, músicos y bailarines incluyendo a la mismísima Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso salvaban partituras del voraz incendio aquel 30 de junio de 1977 que destrozó al Teatro Amadeo Roldán.

La nueva orquesta que a partir de hoy llevará su nombre será un homenaje perpetuo a su obra, y seguirá defendiendo un concepto musical concebido por Duchesne: refrendar y visibilizar el mejor repertorio cameral cubano y universal.