Hombre público cienfueguero que con su labor como médico clínico se ganó el respeto y la estimación de todos los elementos que formaban la sociedad cienfueguera de aquellos años, sin distinción de clases.
Nació en Cienfuegos, fue bautizado con los nombres de Manuel Antonio Modesto el día 1 de marzo del mismo año. Sus padres fueron la Sra. Ángela Catalá y Amestoy, natural de Gibara y el Sr. Juan Leal y Leal, natural de Canarias, notable carpintero y excelente maestro de obras que gozaba de muy buena reputación y de la confianza de las clases solventes por su honradez y laboriosidad, siendo también estimado por los elementos obreros, a causa de su natural bondad, es válido aclarar que tanto él como el escultor y lapidario Sr. Miguel Valls, aprovechaban todas las oportunidades para estimular, aconsejar y amonestar a los jóvenes, a fin de que adquirieran hábitos de trabajo y de amor al estudio, sin que olvidaran la practica del ahorro.
Raro es el niño o joven de aquellos tiempos que no recibió periódicamente alientos y consejos de estos señores, los cuales contribuyeron a formar de ese modo los sentimientos de los hombres que años más tarde fueron los elementos sociales de Cienfuegos.
Estudió Manuel Antonio la primera enseñanza en los colegios de Sr. Ginés Escanaverino de Linares y en el del Sr. Félix Fernández López, terminándolos en el Colegio “Nuestra Señora de Montserrat”, donde cursó la segunda enseñanza. Hizo su carrera en la Universidad de La Habana y se graduó en el mes de junio de 1897, desde cuyo año comenzó a ejercer la medicina en Cienfuegos.
Contrajo matrimonio en esta ciudad con la Srta. Virginia Cabrera y Borges, el 17 de noviembre de 1899, y de este matrimonio nacieron 5 hijos, Juan Manuel, Ángel, María, Luisa y Ángela.
Fue médico del ex gremio de Toneleros, del Gremio de Braceros, del Gremio de Estibadores, del Gremio Marinos de Bahía, de la Sociedad de Empleados The Cuban Central, de la Compañía de Seguros Cuba, de la Asociación Canaria y del Centro Canario. De la primera institución mencionada fue médico durante 23 años, 19 años de los Gremios de Braceros y Estibadores y 15 del gremio de Marinos de Bahía.
No desempeñó ningún cargo público retribuido de la Provincia, del Municipio o del Estado.
Con méritos reconocidos disfrutó de una alta reputación considerándosele como uno de los más notables clínicos de aquellos años, quizás el médico que mayor trabajo profesional rindió, puesto que fue ejemplarmente laborioso y solícito en la atención de sus clientes.
Su carácter afable y jovial, unido a sus vastos conocimientos profesionales lo hicieron ser uno de los médicos más solicitados de la ciudad. Por sus sentimientos humanitarios y su natural generoso cuando se trataba de las clases necesitadas, se hizo acreedor del respeto y la estimación de todos los elementos que formaban la sociedad cienfueguera de aquellos años, sin distinción de clases.
Durante las epidemias que azotaron a Cienfuegos figuró siempre en primer lugar, no solo por su labor médica, sino por los beneficios morales y materiales que derramó espontáneamente sobre el pueblo que lo vio nacer.
Se le fueron ofrecidos todos los puestos políticos que pudiera ambicionar un ciudadano y todos los cargos asequibles a un profesional de sus elevados méritos, pero por su modestia siempre declinó esos honores, aceptando solo una medalla de oro y un Gran Diploma de Honor, que le fueron concedidos por el Ayuntamiento de esta ciudad después de las fiestas del Centenario; diploma que llevó la fúlgida impresión siguiente:
“Por su amor y servicios gratuitos a los pobres durante veintidós años”.