El Mago Mesa, El Imán Mesa era un genio y maestro cogiendo pelotas, por sus habilidades de fildeo superiores. Defensor del campo corto, su maestría alcanzó ribetes sensacionales por la colocación en el terreno, velocidad en los desplazamientos hacia ambos lados y certeros disparos sin mirar hacia las bases.
Nació en La Habana, de niño tenía el sueño de integrar el equipo de Industriales. Debuta en la Serie Nacional de béisbol con solo 17 años. Licenciado en Cultura Física.
Debuta en las Series Nacionales con el segundo equipo de la capital Metropolitanos en la temporada del 1984-1985, cuando solamente contaba con 17 años. En aquella ocasión, tuvo sólo 50 turnos oficiales al bate, pegando 8 sencillos, para un bajo promedio de 177. En aquel momento, los que lo vieron iniciarse, no auguraron en él, la esperanza de que fuese un gran torpedero.
El joven Germán deseoso de vestir la camisa azul por aquellos años tenía por delante a Rolando Verde, que ni corto ni perezoso también se incluía dentro de los buenos pilares del campo corto, no solo para los equipos de la capital, sino dentro de la selección nacional de Cuba.
No fue hasta la Serie de 1988-1989, que logra el sueño de todo pelotero capitalino, que es el de jugar con el equipo Industriales, el principal equipo e insignia del béisbol cubano, y con el que Germán tuvo que esperar cuatro años para lograr entrar. Entonces comenzaba un reinado en esa posición, una magia sobre la grama del Estadio Latinoamericano, así como también en los demás estadios cubanos. Jugada tras jugada hacían sorprender la vista no sólo del aficionado, sino de la máxima dirección del béisbol en Cuba.
Atleta pequeño de no muy buena figura deportiva, le demostraba a Cuba y al mundo que se convertiría dueño de esa posición. Ese mismo año debuta como regular en el equipo Cuba, enviando para los jardines al que hasta ese momento jugaba en esa posición y desde luego contaba con muy buenas manos, Luís Ulacia. Fue de esta forma que integra por primera vez el equipo nacional durante la Copa Intercontinental de Puerto Rico en el año 1989.
Producto de una suspensión, por un incidente que nunca se aclaró públicamente por la Comisión Nacional de Béisbol estuvo alejado de la pelota cubana durante dos Series Nacionales entre 1996 y 1998, había dejado un gran vacío no solamente para los fanáticos industrialistas, sino también para los que iban en contra de este equipo. No obstante continuó entrenando underground. Toda la afición extrañó aquellos grandes fildeos que como diría el Industrialista número uno de Cuba:
"Nosotros venimos al estadio a ver a jugar a Germán Mesa, eso está demostrado"
Armandito El Tintorero
Cuando nadie lo imaginaba, en medio de la Inauguración de la Serie Nacional 1998-1999, el locutor del Estadio Latinoamericano anunció con rotunda voz: !Numero once Germán Mesa… Torpedero!. Los aficionados lloraban de alegría, porque querían ver nuevamente a la gran estrella. Tras la anunciación, Germán con sus rodillas en tierra, besaba sus manos y las ponía sobre el estadio que lo vio nacer como pelotero.
De esa manera El mago Mesa también regresaba a la selección nacional para los Juegos Panamericanos de Winnipeg, 1999, bajo la tutela del gran segunda base Alfonso Urquiola.
Luego vendrían los Juegos Olímpicos de Sydney, 2000 y el último evento internacional, la Copa Mundial de Béisbol celebrada el Taipeie de China, 2001, en el que vistió la camiseta del equipo Cuba, y tras el que también se retiraron cuatro grandes de la pelota cubana como Omar Linares, Luís Ulacia Alvarez, Antonio Pacheco y el Tambor Mayor, el mayor jonrronero de todos los tiempos en la pelota cubana, Orestes Kindelán .
Fue un torpedero que con el paso de los años se convertiría en uno de los pocos jonroneros en esa posición, al conectar 112 batazos fuera de los estadios, en sus 16 temporadas en las cuales robó 335 bases, y realizó 805 jugadas de doble play, en una inolvidable combinación con Juan Padilla.
La calidad en el plano nacional siempre resultó incuestionable y quienes gustan de las comparaciones muchas veces lo pusieron al lado de verdaderos consagrados. Incluso, fuera de Cuba, numerosos periodistas extranjeros lo valoraron como una copia al papel carbón del estadounidense Ozzie Smith, jugador de las Grandes Ligas, miembro del Salón de La Fama, en Coopertown, Nueva York. El apelativo de Mago llegó a identificarlos a ambos en distintas publicaciones y el propio Smith, cuando vio desempeñarse al cubano aceptó gustoso la comparación. Germán Mesa, apuntó cierta vez a los reporteros: "No creo merecer el elogio, pero si ustedes lo dicen..."
El sábado 1 de junio del año 2002, fue la última vez que se vio a Germán como jugador sobre el estadio Latinoamericano. Debido al retiro forzoso, no pudo lograr el sueño de retirase campeón con el equipo.
Durante la Serie Nacional 2008-2009, Germán volvió al terreno para sustituir como manager de Industriales a Rey Vicente Anglada, quien había ganado tres títulos con el equipo. Germán armó su cuerpo técnico llamando a Lázaro Valle Martell como entrenador de pitcheo y a Omar Linares Izquierdo como entrenador de bateo. A pesar de que todos los pronósticos pretemporada auguraban una buena campaña para Industriales con semejante cuerpo técnico, esta resultó desastrosa. Industriales no clasificó a los play off y quedó en el lugar 12 del campeonato. Muchas voces se levantaron en la capital pidiendo la destitución de Germán Mesa, pero éste volvió a dirigir Industriales al otro campeonato: 2009-2010.
Equipo Industriales campeón de la pelota cubana en el año 2010
Este comenzó igual de mal para el equipo azul de la capital, pero con un remate de campaña formidable, donde clasificaron a los play off con sólo 1/2 juego de ventaja sobre Pinar del Río, aplastaron sucesivamente a tres grandes favoritos al título: Sancti Spíritus (el mejor de la clasificatoria), La Habana (Campeón Nacional) y Villa Clara (Campeón Oriental), el último en siete juegos y en extrainings. Germán alzó el título de campeón nacional en el Estadio Augusto César Sandino, en el que sólo quedaban aficionados industrialistas dentro de una ciudad de Villa Clara completamente aplastada por la derrota.
En ese campeonato terminado el segundo tercio cuando la clasificación de Industriales era duda, ante la pregunta capciosa de un periodista que sugería una supuesta incapacidad de Industriales para derrotar a los fuertes Germán respondió proféticamente que lo que necesitaba era:
"Suerte. Tenemos un equipo joven y muy competitivo. Contra los fuertes hemos dado juegos cerrados, pero ha faltado el batazo a la hora buena. Eso mejorará y la historia será otra"
Al llegar al equipo azul, Germán se encontró con la que sería su eterna pareja y con el que realizaron las mejores jugadas alrededor de la segunda base. Hasta este momento no ha existido una combinación que refleje tal calidad de estilo y rapidez como lo fue la de Germán–Padilla. Se iniciaba así un mito dentro el propio equipo industriales, y de la pelota cubana. La mejor combinación short-segunda de todos los tiempos.
Esta combinación Germán–Padilla era muy integral en todos los aspectos del juego, pues se comunicaban de tan solo mirarse. En el medio del juego, eran capaces de adivinar lo que otros harían. Aún se recuerdan aquellos roletazos por el mismo centro del terreno, a los que muy pocos solían llegarle, y cuando no era Germán, era Padilla y viceversa. Uno se la pasaba al otro con el guante de revés y sacaban el out a media calle.
Cada vez que Industriales llegaba a cualquier estadio, los ojos se ensimismaban tanto en Germán Mesa, como en Juan Padilla, porque nadie sabría lo que eran capaces de hacer. Aún hoy se habla de todos esos fildeos cada uno, o juntos y que llenaba de emoción a todo un público expectante cuando veían al equipo Industriales.
Una de sus memorables jugadas fue cuando le atrapó una línea bateada por el capitalino devenido matancero Eduardo Cárdenas Alcalá, que llevaba casi el doble de su estatura. Y todos exclamaron ¡Que jugada caballero, pero que jugada!.
Otra de las grandes jugadas realizadas por Germán fue durante los Juegos Panamericanos Habana 1991, cuando en una situación muy peligrosa le atrapó un fuerte rolling al estelar receptor Charles Jhonson que iba por el mismo centro del terreno, se lanzaba de mano en una posición muy incomoda y se la pasaba a su compañero Antonio Pacheco, quien se encargaba de realizar lo demás, y sacar a Cuba de un recordado partido frente a los Estados Unidos en el Estadio Latinoamericano, donde se encontraba el Líder de la Revolución cubana Fidel Castro.