Diva cubana de renombre mundial. La primera figura nacional que gravó su voz (cantante soprano) en un registro fonográfico en 1897.
A Chalía le cabe el mérito, por supuesto, de haber tenido el honor de hacer la primera grabación de una artista cubana fuera de Cuba.
Según se afirma, en 1899 —en el primigenio sistema de cilindros “Bettini”— realizó la primera grabación de la habanera “Tú”, del ya conocido músico y compositor cubano Eduardo Sánchez de Fuentes. Se dice igualmente que fue la primera latinoamericana en grabar profesionalmente y la tercera persona a escala mundial. Dos cantantes grabaron antes que ella: Marie Romaine, en julio de 1900, y Edna Florence, el 17 de octubre de ese mismo año. No es poco, pero son merecimientos circunstanciales, aunque haya sido escogida por su talento y capacidad.
La célebre soprano Chalía Herrera nació en La Haban. Sus primeros años transcurrieron en la ciudad de Santiago de Cuba, donde tomó lecciones de música del notable compositor y director de orquesta Laureano Fuentes Matons, quien fue su maestro de violín.
Estudió canto en La Habana con Angelo Massanet. En 1893 marchó a Nueva York para recibir lecciones de perfeccionamiento en la Escuela de Ópera y Oratorio fundada en esa ciudad por el músico cubano Emilio Agramonte.
En 1894 debutó profesionalmente en el teatro Grand Opera House, de Filadelfia, encarnando el personaje de Aída en la ópera homónima de Giussepe Verdi, y ofreció también un recital de canciones cubanas. Ese mismo año debutó en Nueva York, también en el papel de Aída, con la compañía Hinrich.
Dominaba los diferentes idiomas en que cantaba y supo dar utilidad a las lecciones de perfeccionamiento en la Escuela de Ópera y Oratorio fundada en Norteamérica por el reconocido músico cubano Emilio Agramonte. Dicen también que su matrimonio con un norteamericano adinerado la hizo alejarse por un tiempo del escenario, pero una vez que subió a las tablas, para interpretar nada menos que Aida, todo cambió, para bien.
Viajó a Italia en 1895 y en el Teatro Lírico Internazionale, de Milán, estrenó la ópera Claudia, del compositor cubano Gellio Coronado, con rotundo éxito, según la prensa italiana de la época.
A su regreso a Nueva York se unió a un grupo de artistas cubanos emigrados, que organizaban espectáculos artísticos en esa ciudad con el fin de recaudar fondos para la lucha por la independencia de Cuba. Entre los músicos que integraban ese núcleo patriótico se encontraba el maestro holandés, radicado en La Habana, Hubert de Blanck, deportado por el gobierno colonial a causa de sus simpatías hacia la causa separatista.
El pianista y cantante Emilio Agramante encabezaba el grupo de artistas revolucionarios, secundado por profesionales y aficionados de la música; entre ellos, el notable barítono Emilio de Gogorza (1872-1949) y la soprano Ana Aguado (1866-1921), conocida como La calandria cienfueguera.
El 27 de noviembre de 1896, Chalía Herrera ofreció un extenso programa musical a favor de la revolución cubana en el Chikering Hall de Nueva York, respaldada al piano por Hubert de Blanck. Otra velada de índole patriótica se celebró en el Weber Hall de la misma ciudad, con participación, entre otros, del barítono Gogorza y el maestro De Blanck.
El general Máximo Gómez elogió públicamente la constante y valiosa contribución de Chalía Herrera a tales jornadas, y José Martí, con quien sostuvo amistad, la mencionó calurosamente en varias de sus crónicas.
En 1899 inició una gira de varios meses por México, donde cantó, junto al tenor Michele Sigaldi y el bajo Mariani, las óperas Aída, Fausto -de Gounod- y La Boheme -de Giacomo Puccini. El 14 de diciembre del mismo año debutó con su compañía en el teatro Sauto, de la ciudad de Matanzas, cuyo Liceo Artístico y Literario la declaró "Socia de Mérito".
Estrenó dos óperas cubanas compuestas por Hubert de Blanck, que tenían temas relacionados con la emancipación. Asumió con éxito uno de los roles de Patria, que cantó en beneficio de los veteranos. A inicios de 1900 recibió en el Teatro Albisu, de La Habana, un homenaje por su contribución a la gesta independentista, al que asistió Máximo Gómez. En 1900 se organizó en Santiago de Cuba una función de gala en su beneficio.
Chalía Herrera fue una de las primeras sopranos que hicieron grabaciones fonográficas en Estados Unidos. Sólo dos cantantes lo habían hecho antes: Marie Romaine, en julio de 1900, y Edna Florence, el 17 de octubre de ese año. El día 30 del mismo mes, la cantante cubana comenzó a grabar para la firma RCA Víctor, y el número de sus registros superó ampliamente los de sus antecesoras: más de cuarenta selecciones entre 1900 y 1903.
Entre 1897 y 1900 había grabado, antes de hacerlo para los discos RCA Victor, varias decenas de cilindros Bettini. Luego continuó grabando para los sellos Monarch y Zonophone. En 1912 realizó sus últimas grabaciones: veinte para la RCA Victor y trece para la firma Columbia.
Aunque el repertorio grabado por Chalía Herrera se componía fundamentalmente de piezas operáticas, incluyó también selecciones de zarzuelas, canciones españolas y varias canciones cubanas; entre ellas, la habanera Tú, de Eduardo Sánchez de Fuentes, que primero registró en cilindro, luego en discos Zonophone y más tarde en discos Victor.
De José Marín Varona grabó las guajiras Bajo un guayabo y Mulatica de mi vida; de Manuel Mauri, la clave Las desventuras de Liborio y el bolero Lloraba un corazón; de Sindo Garay, la criolla Guarina, y del compositor puertorriqueño Félix Astil, La borinqueña, primera grabación conocida de música popular de Puerto Rico (grabada en 1900 para el sello Zonophone.)
El 18 de agosto de 1901 firmó un contrato con la Agenzia Lirica Internazionale de Milán, en cuyo Teatro Principal hizo una extensa temporada. Entre 1905 y 1907 recorrió México con su compañía, integrada por el tenor Sigaldi y el barítono Torres Ovando. Regresó a México en 1910 para interpretar los roles protagónicos de La Traviata y Tosca.
En 1914 llegó a La Habana como integrante de la compañía de María Barrientos, para presentarse en el teatro Politeama, el cual, según la prensa de la época, “diariamente se colmó de público para ver y aplaudir a la diva cubana”.
El 22 de abril de 1915 debutó en el Carnegie Hall de Nueva York, acompañada al piano por el maestro Raimundo Llada. Fueron muy aplaudidas en ese recital, según las crónicas, sus interpretaciones de arias de las óperas Carmen, de Bizet, y Cavallería rusticana, de Mascagni.
Al año siguiente realizó exitosas presentaciones en Venezuela, y en 1922 actuó en teatros principales de Madrid y Barcelona. A su regreso a Estados Unidos, se presentó en teatros de varios estados de la Unión, y en 1925 firmó un contrato con la Metropolitan Opera Company para hacer, con el acompañamiento pianístico de Mario Basini, una serie de programas de radio, por entonces novedoso medio difusor de la música.
Fundación de la Sociedad Chalia Opera Company
La década de 1930 fue para ella de declive artístico. Fundó en 1940 la Sociedad Chalia Opera Company, que radicaría en su propio hogar de Nueva York, pero la empresa fracasó por razones económicas.
Seis años más tarde, retirada ya del arte, Chalía Herrera determinó regresar definitivamente a Cuba. Su vuelta a la Isla y sus últimos días fueron narrados por el periodista y biógrafo José Ramón Fajardo, como un emotivo reencuentro con la patria. Tras escuchar las notas del Himno Nacional, ejecutadas por la Banda Municipal, bajo la dirección de Gonzalo Roig, la diva comenzó a cantar la habanera Tú, y al terminar expresó: «vengo a morir a Cuba.»
El 16 de noviembre de 1948, en vísperas de cumplir 85 años de edad, Chalía Herrera falleció, sumida en la pobreza, en un hospital de La Habana. Poco después se le confería la orden Carlos Manuel de Céspedes, la más alta distinción oficial de la época.