Nace en Baní, Santo Domingo. Novelista cubano de adopción. Perteneció a la estirpe del conquistador Pedro de Heredia, quien echó los cimientos de Cartagena de Indias y dejó una larga lista de descendientes.
Muy niño aún fue trasladado a Cuba, donde cursó todos sus estudios. Residió la mayor parte de su vida en Matanzas. Obtuvo los títulos de Licenciado en Leyes y Licenciado Filosofía y Letras. Se dedicó a la enseñanza. Fue un escritor cubano, no queda dudas. Desde el momento en que, aun siendo muy niño, fue traído hacia la Isla, hizo de la Atenas de Cuba su ciudad, y le dedicó a esta su entera labor.
Aunque se afilio al Partido Autonomista sus ideas marcharon hacia el separatismo.
Presidió el Circulo de la Juventud Liberal, en el que pronunció numerosos discursos. Su novela Un hombre de negocios fue premiada en los Juegos Florales de Liceo de Matanzas.
Fundó el Diario de Matanzas y El Álbum. Fue colaborador de la Revista de Cuba, Revista Cubana, Cuba y America y El Fígaro. En esta última publicó, tras el estallido de la guerra de 1895, las “Crónicas de la guerra de Cuba”. Suspendida la Publicación de estos cuadernos por las autoridades españolas, Heredia se traslado a Estados Unidos y se unió a los dirigentes revolucionarios.
En Nueva York pronunció discursos políticos de interés y escribió asiduamente para el periódico Patria.
De regreso a Cuba durante el gobierno norteamericano de ocupación, se hizo cargo de la dirección de Instrucción Pública y de la Cátedra de Literaturas Modernas y Extranjeras en la Universidad de la Habana.
Es autor de la antología de prosa y verso titulada El Lector cubano. Firmó algunos de sus trabajos bajo los seudónimos Cesar de Hinolia, Mostaza, El emigrado, Rodrigo Ruiz, El Caballero Bayardo, Luis Villarena, Marabut, Porfirio, Nemo, Bibelot, y otros con las iniciales N.H.
Escribió además de El lector cubano, una antología en prosa y verso, la novela Un hombre de negocios (1882) y ensayos como Homenaje a José Martí (1898), La sensibilidad en la poesía castellana (1898) y El Utopista y la utopía (1899). Pero su título más importante es Leonela (1893), su segunda novela, que sentó las bases del género costumbrista.
Su novela más conocida es Leonela (1893) y tiene su base en un episodio exactamente histórico, exceptuando el final y la descripción física de las hermanas protagónicas, como le expresara Heredia a Enrique Piñeyra, en carta al eminente crítico. ¨Si algún día nos vemos, le diré al oído el nombre del cubano ilustre que nació del lance originalísimo que ha dado origen a la novela¨. Por cuestiones de magia, o de destino, o de puro capricho del poeta que defiende su misterio, Piñeyro y Heredia nunca se encontraron.
Puede que los que hoy desanden las calles de Cuba con una guayabera, los valientes que desafíen un verano enloquecedor, no sepan que fue Nicolás Heredia quien mencionó en Leonela esa prenda que, sin hablar, dice ahí va un cubano.
En honor de quien no fue justamente reconocido y recordado, van unas líneas de ese Heredia que hoy revive en sus propias palabras: ¨Los que miran hacia adentro están de plácemes; los que miran hacia afuera, tal vez lamenten que el poeta no les hable de amores y de ensueños, para contarles historias de esqueletos y de brujas.¨