Melba Hernández Rodríguez del Rey fue una abogada, política y diplomática cubana. Fue embajadora en Vietnam y Camboya.
Hernández fue la hija única de una pareja de mulatos que residían en un moderno apartamento en un tercer piso de un edificio de la calle Jovellar en El Vedado (barrio cercano al centro de la ciudad de La Habana). Su madre, María Elena Rodríguez del Rey - Castellón, y su padre, Manuel Hernández Vidaurreta, habían sido combatientes en la clandestinidad durante la Guerra de independencia cubana, y le inculcaron el activismo revolucionario.
Hizo la primaria en la escuela pública de Cruces, donde su directora, Corina Rodríguez, había sido mensajera del general mambí Higinio Esquerra, uno de los líderes de la Guerra de independencia.
En 1943 se recibió de abogada en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana. Después obtuvo una licenciatura en Ciencias Sociales en la misma universidad. Hernández trabajó como abogada en las aduanas durante el Gobierno de Carlos Prío Socarrás.
Yo había estudiado Leyes. No era una carrera «productiva» para mí. Los pocos asuntos que llevé no eran los que dejaban mayores ganancias, aunque sí los que permitían mis principios. Mis «clientes» eran guajiros [campesinos] explotados, una muchacha que del prostíbulo salía para la cárcel; obreros despedidos. Recuerdo todavía un caso que llevé defendiendo a los obreros de los Ómnibus Aliados.
Militó en el Partido Ortodoxo, creado por el político Eduardo Chibás, quien se suicidó en 1951.
Nació el 28 de julio de 1921, en Cruces, antigua provincia de Las Villas. Doctora en derecho y licenciada en Ciencias Sociales. Militó en el Partido Ortodoxo.
Participó activamente en las luchas contra la tiranía de Fulgencio Batista y desde 1952 formó parte del revolucionario Movimiento 26 de Julio, dirigido por Fidel Castro. Formó parte del grupo de 162 hombres y 2 mujeres ―la otra fue Haydée Santamaría― involucradas en el asalto al cuartel Moncada (en pleno centro de la ciudad de Santiago de Cuba) del 26 de julio de 1953.
Ellas se encontraban con el grupo de Abel Santamaría, que debían tomar el hospital provincial Saturnino Lora. Todos fueron detenidos y torturados. Para asustarlas y desmoralizarlas ―con el objeto de que delataran a aquellos que habían asaltado el cuartel―, les mostraron a ella y a Haydée Santamaría el ojo que le habían arrancado momentos antes a Abel Santamaría (hermano de Haydée), y los testículos aplastados de Boris Luis Santa Coloma (novio de Haydée) antes de ejecutarlos de un tiro. Ellas dedujeron que ambos héroes no habían hablado, por lo que se resolvieron a tampoco hacerlo.
Durante el juicio del Moncada, a pesar de que Hernández había estado practicando la ley durante una década, optó por no defenderse ―al igual que Fidel Castro―, y fue representada por Jorge Paglieri Cardero. Fue condenada a 6 años de prisión en la cárcel de Guanajay. Melba, junto a Haydée Santamaría fue llevada desde el aeropuerto del Campamento Militar de Columbia (en Marianao, a 7 km del centro de La Habana) en un automóvil del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) fuertemente escoltado fueron conducidas hasta el Reclusorio Nacional para Mujeres, en Guanajay, a 60 km de La Habana.
Fueron destinadas al Bloque A, donde se encontraban las reclusas de mejor conducta. Un tribunal la consideró presa política y la condenó a siete meses de prisión.13 En un pequeño almacén junto a la cocina de la planta baja se le habilitó la celda que compartiría con Haydée. En esa celda improvisada se les habilitaron cuatro espacios: uno para dormitorio, uno para cocina, otro para comedor y un último donde se instaló el baño.
Durante el encierro fue autorizada en algunas ocasiones a recibir personas amigas y se le permitió tener todos los libros que deseó, pero se le mantuvo todo el tiempo incomunicada, con la sola compañía de Haydée, y solo podía tomar el sol en el patio los días que la visitaban sus familiares. En términos generales fue tratada de manera humana durante todo el tiempo que pasó en el Reclusorio Nacional para Mujeres de Guanajay.
Melba, junto a Haydée, salieron en libertad el 20 de febrero de 1954. La esperaron en las afueras del Reclusorio, para conducirla a La Habana, sus padres, los padres de Haydée y su hermano Aldo Santamaría, Juan Manuel Martínez Tinguao, Luis Conte Agüero y los revolucionarios de Guanajay, Ángel Eros, Pedro Esperón y Evelio Prieto, quienes luego formarían parte del comando que asaltó el Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957. El primer acto que hicieron tanto Melba como Haydée fue llevar una ofrenda floral a la tumba del líder ortodoxo Eduardo Chibás (1907-1951).
Casi inmediatamente después del excarcelamiento participó en la impresión y distribución del manifiesto A Cuba que sufre, en el cual Fidel Castro y sus compañeros de presidio patentizaban su decisión irrevocable de continuar la lucha contra el régimen de Fulgencio Batista. Fue también Melba, junto Haydée Santamaría y Lidia Castro, quien recopiló y organizó las notas que Fidel Castro iba logrando sacar de la prisión, escritas con zumo de limón y en la cual reconstruía su alegato en el juicio del Moncada, que luego sería conocido como La Historia me absolverá.
En carta del 18 de junio de 1954, Castro le encomendó a Melba y Haydée que hicieran el mayor esfuerzo y concentraran los recursos en la impresión de La Historia me absolverá. Peso a peso lograron acumular una cantidad de varios centenares de pesos para editar el manuscrito. En esta tarea se apoyan en el contador José Valmaña Mujica, quien se encargó de organizar todo el trabajo clandestino de la impresión.
Con una pequeña parte del dinero recaudado y cumpliendo orientaciones de Castro, Melba partió hacia México para hacer contacto con el grupo de asaltantes del cuartel Moncada que allí se encontraban en el exilio. La llegada de Melba con ayuda económica alivió la precaria situación económica que estos padecían. Durante el viaje, Melba pudo comprobar la labor de captación y penetración que realizaban los elementos priístas dentro de los exiliados del Movimiento 26 de Julio. La revolucionaria obtuvo copia fotostática de una carta en la que el expresidente Carlos Prío Socarrás calificaba a los miembros del movimiento como elementos peligrosos y orientaba su penetración.
Integró la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio. En México participó en los preparativos de la expedición del barco Granma y despidió a los combatientes en el puerto de Tuxpan (Veracruz).
Regresó a Cuba. El 26 de julio de 1954, luego de su regreso a Cuba, encabezó junto con Haydée una manifestación en el cementerio de Colón que fue agredida por las fuerzas policíacas de la dictadura.
Más tarde se incorporó al Ejército Rebelde en el Tercer Frente Mario Muñoz.
Con el triunfo de la Revolución cubana fue fundadora del Partido Comunista de Cuba y miembro de su Comité Central.
Cumplió numerosas tareas, siendo una de las más importantes su gestión como representante de la solidaridad del pueblo cubano con los hermanos del Tercer mundo. Fue nombrada directora del Reclusorio Nacional de Mujeres, en Guanajay (donde había estado presa seis meses).
Más tarde fue declarada «Heroína del Moncada». A principios de los años sesenta estuvo a cargo de las cárceles de mujeres en Cuba.
Durante la invasión estadounidense a Vietnam fundó y presidió desde su creación el Comité Cubano de Solidaridad con Vietnam, que más tarde extendió su trabajo a Camboya y Laos.
Fue vicepresidenta del Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos, y miembro del presídium del Consejo Mundial por la Paz.
Después del triunfo de Vietnam contra Estados Unidos, Fidel Castro nombró a Melba Hernández embajadora de Cuba en la República Socialista de Vietnam y en Camboya y secretaria general de la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina.
Entre 1976 y 1986 y desde 1993 fue diputada en la Asamblea Nacional del Poder Popular representando al municipio Diez de Octubre (en la provincia de Ciudad de La Habana). Desde 1986 fue miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Fue distinguida como Heroína de la República de Cuba.
En 2006 se le otorgó el título de doctora honoris causa del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (La Habana).
La antropóloga catalana y militante feminista Isabel Holgado Fernández analiza la percepción que tiene el discurso oficial acerca de Melba Hernández como mujer:
En un artículo publicado por Granma en mayo de 1968, conmemorando el Día de las Madres Cubanas, se mencionaba a Melba Hernández como «madre de generaciones de revolucionarios». El articulista se «olvidó» por completo de que esta mujer fue una de las personas más decisivas en el triunfo revolucionario. ¿Pueden imaginar la misma descripción sustituyendo el nombre de Melba Hernández por el de Fidel Castro, «padre de generaciones de revolucionarios»
Melba falleció de diabetes mellitus el 9 de marzo de 2014. Estuvo casada con Jesús Montané Oropesa.