Intelectual y político cubano.
Rasco fue fundador en 1959 y primer presidente del Partido Demócrata Cristiano en Cuba, y en la actualidad era Presidente de Honor de dicho partido en el exilio.
Tuvo una activa participación en la vida cultural de Miami como fundador y presidente del Instituto Jacques Maritain, una organización dedicada al estudio de problemas contemporáneos a la luz del pensamiento del filósofo francés.
Estudió en el Colegio Belén, y en la Universidad de La Habana las carreras de Derecho y Filosofía y Letras. En la isla fundó con su hermano Ramón el bufete Rasco y Bermúdez, y se destacó como periodista para el rotativo Información.
Después de su salida al exilio en 1960, trabajó en Washington, D.C. como economista en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde fue electo y reelecto presidente de la Asociación de Empleados. En Miami estuvo por muchos años a cargo de la oficina de desarrollo del Colegio Belén.
Empezó su carrera como educador en las aulas del colegio de Belén en La Habana y en la Universidad de Villanueva, donde impartió la asignatura de Cívica. En Miami enseñó en Biscayne College, ahora Saint Thomas University, cursos de ciencias políticas.
“Fue un hombre de una personalidad poliédrica, se destacó en muchas actividades, y en todas puso valores éticos, entusiasmo y un sentido de humanismo cristiano”, expresó la escritora Uva de Aragón, quien fue su alumna en la Universidad de Saint Thomas y colaboró con él en muchos proyectos culturales como el Instituto Jacques Maritain.
“El solía decir que lo perfecto era enemigo de lo bueno, aunque era un hombre de pensamiento era más un hombre de acción; iba siempre a la esencia más que a lo adjetivo”, apuntó De Aragón.
El libro más reciente de Rasco, Acuerdos, desacuerdos y recuerdos recoge una serie de trabajos de 1959 y 1960, que muestran sus comienzos en el espacio público, así como una extensa semblanza de Fidel Castro, de quien fue compañero de curso en Belén y en la Universidad de La Habana.
Sus artículos publicados en Diario Las Américas aparecen recopilados bajo el título Huellas de mi cubanía. Es autor asimismo de numerosos ensayos, entre los que sobresalen Hispanidad y cubanidad y Jacques Maritain y la Democracia Cristiana.
Su ensayo Integración cultural de América Latina fue premiado por el Banco Interamericano de Desarrollo, y luego publicado como libro. Merecedor de diversos premios periodísticos, como el Sergio Carbó y el José Ignacio “Pepín” Rivero, fue también galardonado con la orden Isabel La Católica por su defensa del idioma español.
Dirigió durante varios años el programa radial La Universidad del Aire, fundado en Cuba por Jorge Mañach, y luego continuado por Rasco en la emisora Radio Martí. También presidió la Editorial Cubana Luis Botifoll.
Junto a Estela Pascual de Rasco, fallecida en 2011, con quien estuvo casado 60 años, fue el centro de un hogar de profundos valores. Ambos eran asiduos asistentes a actividades culturales de Miami y disfrutaban de recibir en su hogar a su numerosa familia y amigos, siempre con generosidad y alegría.
“La mejor manera de describir a mi papá es ‘dios, patria y hogar’ ”, dijo su hija María Rasco Lytle, comentando a su vez que la persona pública de su padre era muy seria, pero con la familia era muy cariñoso. “Era muy juguetón, travieso, siempre estaba haciendo bromas a todos”.
Con relación a los recuerdos que su padre tenía de su condiscípulo Fidel Castro en el Colegio de Belén, dirigido por los sacerdotes jesuitas, María expresó que su padre solía hacerle anécdotas sobre las locuras de Castro.
“Un día Castro hizo una apuesta con otros estudiantes. En Belén había unos pasillos muy largos, Castro tomó una bicicleta a toda velocidad y se estrelló contra la pared de una de esas galerías [tratando de cumplir la apuesta]. Ese cuento nos impresionaba por lo loco que era Fidel”, recordó María, que, por otra parte, también le escuchó decir a su padre que Castro solía aprenderse los libros de textos de memoria.
“Decía que Castro era un hombre muy inteligente”, dijo De Aragón sobre la opinión que Rasco tenía del exgobernante cubano.
Para Rasco Lytle su padre fue además una fuente constante de historia por su participación activa en los preparativos para liberar a Cuba, especialmente en los primeros años del exilio cuando se organizaba la invasión de Bahía de Cochinos. Rasco era miembro del Frente Revolucionario Democrático, que agrupaba diferentes organizaciones de exiliados anticastristas.
“Mi casa siempre estaba abierta para todo el que venía de Cuba que estaba involucrado en la lucha contra Castro. Todos cooperaban con el sueño que teníamos de volver a Cuba”, dijo Rasco Lytle, que recuerda que en el duplex que habitaban en lo que hoy es la Pequeña Habana acogían a “los muchachos que iban a la Invasión”.
“Nos acostábamos en un lugar y nos levantábamos en otro porque siempre llegaba gente”, apuntó Rasco Lytle, que tenía 8 años. “Mi hermano y yo preguntábamos dónde estaba el campamento [en el que se entrenaban los expedicionarios] pero nunca nos lo dijeron”.
Por su parte, José Ignacio Rasco Jr., recuerda una etapa de acción posterior de su padre, en la que “no se bajaba prácticamente de un avión” para ir a hablar en foros internacionales sobre el tema cubano.
“A pesar de haber sido un intelectual con habilidad para la palabra y la pluma era un hombre de acción, que fundaba partidos y organizaciones que abogaban a favor de la libertad de Cuba”, dijo Rasco Jr., mencionando que su padre en esa labor había conocido a numerosos presidentes y figuras políticas, “desde Robert Kennedy hasta Václav Havel y Lech Walesa”. Estos últimos en un momento en que Rasco trataba de incorporar las experiencias del intelectual disidente checo, más tarde presidente, y del presidente del Movimiento Solidaridad, respectivamente, para una posible transición de poderes en Cuba.
“Mi padre vivió una vida ejemplar, y murió totalmente en paz. Estaba muy tranquilo en este período último, rodeado de su familia”, dijo Rasco Jr., informando que Rasco había sufrido un derrame cerebral en el 2009 que comenzó a debilitarlo y luego hace dos semanas otro derrame. “Vamos a celebrar que fue un gran cristiano, amante de la democracia”, concluyó sobre la manera en que van a recordar a su padre.
A Rasco lo sobreviven además de sus hijos María Rasco Lytle y José Ignacio Rasco Jr., su nuera Ana Rasco, y cinco nietos y cinco bisnietos.