Ensayista, periodista, animador cultural y profesor cubano cuya obra lo sitúa entre los pensadores más destacados de su país; fue uno de los promotores de las vanguardias surgidas en Cuba en las primeras décadas del siglo XX. Por la amplitud y variedad de su obra, difundida a través de la glosa periodística, el ensayo, la crítica y la conferencia, está considerado como uno de los grandes pensadores cubanos del siglo XX.
Residió en España de 1908 a 1913; en 1920 se graduó en la Universidad de Harvard y trabajó un año en el Departamento de Lenguas Romances de dicha institución. Participó en la Protesta política de los Trece contra el gobierno (La Habana, 1923), integró el grupo Minorista y fue uno de los fundadores de la Revista de Avance (1927-1930), órgano vanguardista de aquellos años. Polemizó públicamente contra las ideas del grupo Orígenes, en particular con su líder, J. Lezama Lima, oponiéndole a su esteticismo barroco y católico una literatura más comprometida y vanguardista.
Sus dos ensayos fundamentales son La crisis de la alta cultura (1925) e Indagación del choteo (1928). El primero es una revisión de la cultura cubana hasta ese momento, sobre todo de la generación anterior. El segundo es una descripción del "choteo", según Mañach, el "mal" inmanente al ser del cubano: la ligereza, el ingenio, la gracia, el humor, la rebeldía, sintetizados en el "choteo", que es la burla desenfrenada con que el cubano resuelve sus problemas, tanto personales como sociales.
Tras cursar sus estudios primarios y secundarios en su isla natal, se trasladó a Europa para completar su formación académica en España (1915-1921) y Francia (1921-1922), y posteriormente regresó a Cuba para obtener el doctorado en Derecho Civil en la Universidad de La Habana (1924). Por aquellos años comenzó a hacer pública su participación en la vida política de su país, oponiéndose firmemente, desde las filas del partido conservador ABC, a la dictadura impuesta por el general Gerardo Machado. Pero nunca dejó que sus actividades políticas interrumpieran su ambiciosa andadura intelectual, como quedó bien patente en 1928, cuando, de nuevo en la Universidad de la Habana, el joven Jorge Mañach volvió a obtener un título de doctor, ahora en Filosofía y Letras.
Integrado, así, en los principales cenáculos culturales y políticos de la bella capital antillana, el pensador de Sagua la Grande su convirtió en uno de los principales referentes de la intelectualidad cubana, sobre todo merced a su bulliciosa presencia en el denominado Grupo Minorista, en cuya fundación había intervenido de forma decisiva al poco tiempo de haber regresado de Europa. Tuvo lugar este acto el día 18 de marzo de 1923, cuando un grupo de quince intelectuales que habían participado en un banquete-homenaje se dirigió a la sede de la Academia de Ciencias para interrumpir airadamente una conferencia y recriminar con dureza al entonces secretario de justicia del gobierno de Alfredo Zayas(1921-1925) su complicidad en la malversación de los fondos estatales, puesta de manifiesto en su autorización del decreto de compra de una de las joyas más preciadas de la arquitectura colonial, el convento de Santa Clara. Poco después, los quince intelectuales -entre los que se contaba Jorge Mañach- se dirigieron a la redacción del rotativo Heraldo de Cuba, donde el poeta y ensayista Rubén Martínez Villena redactó un brioso manifiesto que, a la postre, rubricaron trece de ellos; a este escrito, conocido como la "Protesta de los Trece", se adhirieron después numerosos artistas e intelectuales cubanos que quedaron englobados en el citado Grupo Minorista.
Ya consagrado como una de las figuras puntales de la cultura cubana, Jorge Mañach y Robato desempeñó una eficaz labor educativa y divulgadora a través de las páginas de la Revista de Avance y de las ondas del programa radiofónico conocido como "Universidad del Aire", en el que colaboró activamente durante dos etapas de su larga y fecunda trayectoria intelectual (1932-1933 y 1945-1959). Además, promovió la creación de otros espacios radiofónicos de carácter cultural, y llegó a intervenir, al final de su vida, en los primeros programas televisivos que tenían como misión desarrollar la formación de sus compatriotas.
Dentro de estas infatigables labores de promoción educativa y cultural, Jorge Mañach se distinguió también, durante el breve período en que ostentó el cargo de Secretario de Instrucción Pública (1934), por la creación de la Dirección de Cultura, organismo destinado a la protección del desarrollo artístico. Pero sus grandes proyectos al frente de ese importante cargo público se vieron frustrados, en aquel mismo año de 1934, con el forzoso abandono de su país por motivos políticos, comienzo de un exilio en los Estados Unidos de América que se prolongó por espacio de un lustro (1934-1939). Allí, Jorge Mañach ejerció la docencia en la Universidad de Columbia, donde colaboró estrechamente con el escritor español Federico de Onís.
A su regreso a Cuba, el escritor de Sagua la Grande volvió a integrarse plenamente en las filas del partido conservador ABC, desde donde alcanzó un cargo de delegado en la Asamblea Constituyente de 1940. Posteriormente fue elegido senador, y a partir de 1947 continuó su carrera política en las filas del Partido Ortodoxo, desde las cuales volvió a expresar su tajante oposición a un nuevo régimen totalitario, esta vez implantado en Cuba por Fulgencio Batista. Esta postura le condujo a un nuevo período de exilio, ahora en tierras españolas, que se prolongó durante cuatro años (1955-1959), espacio de tiempo en el que no pudo ejercer la docencia en la Universidad de la Habana, donde impartía clases en calidad de profesor de Historia de la Filosofía desde 1941.
De vuelta a Cuba, Jorge Mañach y Robato se mostró también inconforme con los planteamientos de la Revolución que, dirigida por Fidel Castro, había derrocado a Batista, por lo que emprendió de nuevo el camino del exilio, esta vez con destino a Puerto Rico. Ya gravemente enfermo de cáncer, se instaló en la capital de la isla, donde perdió la vida a los sesenta y tres años de edad.
En su faceta de periodista cultural, el escritor cubano se dio a conocer el día 16 de octubre de 1922 a través de las páginas del Diario de la Marina, en donde inauguró una exitosa columna que, bajo el epígrafe de "Glosas" -voluntario homenaje a Eugenio D'Ors, cuyo periodismo le había cautivado en España, al igual que el de Ortega y Gasset y el de Azorín-, se mantuvo en el candelero de la actualidad cultural cubana durante un año. Las glosas de Mañach (que, tomadas en su conjunto, pueden ser contempladas como un variado texto ensayístico imprescindible para el estudio de la cultura cubana del siglo XX), anticiparon numerosas ideas que luego se convertirían en aspectos centrales del debate en torno a la identidad y la idiosincrasia cubanas, hasta situar a su autor en el epicentro de la renovación del periodismo cultural de su patria. Dentro de su gran diversidad temática, la mayor parte de ellas se caracteriza por la defensa de un sistema educativo concebido como un derecho social de todos los ciudadanos; por la importancia concedida a las ciencias sociales como fundamento básico del enaltecimiento de la tradición histórica cubana; y, desde luego, por contribuir de forma decisiva a la búsqueda de esa identidad nacional que constituye el tema central del pensamiento y las Letras hispanoamericanas de la primera mitad del siglo XX.
Como ensayista propiamente dicho, Jorge Mañach se distinguió por sus estudios históricos, artísticos, políticos y filosóficos, así como por el cultivo del género biográfico, en el que rayaron a gran altura sus exámenes de las personalidades de los biografiados y sus respectivas etopeyas (descripciones del carácter y las costumbres de los individuos). Como era de esperar, rindió un tributo especial a la figura del patriota José Martí, expresado en tres obras de difusión universal: Martí, el apóstol (1933), El pensamiento político y social de José Martí (1941) y El espíritu de Martí (1952).
De su extensa producción literaria, resulta obligado mencionar los títulos siguientes: Glosario (La Habana: Veloso, 1924); La crisis de la alta cultura (La Habana: La Universal, 1925); La pintura en Cuba. Desde sus orígenes hasta nuestros días (La Habana: Sindicato de Artes Gráficas de La Habana, 1925); Estampas de San Cristóbal (La Habana: Minerva, 1926); Indagación del choteo (La Habana: Ediciones de la Revista de Avance, 1928); Goya (La Habana: Ediciones de la Revista de Avance, 1928); Martí, el apóstol (Madrid: Espasa-Calpe, 1933); Pasado vigente (La Habana: Trópico, 1939); El pensamiento político y social de José Martí (La Habana: Edición Oficial del Senado, 1941); Historia y estilo (La Habana: Minerva, 1944); Examen del quijotismo (Buenos Aires: Suramericana, 1950); Para una filosofía de la vida (La Habana: Lex, 1951); El espíritu de Martí (La Habana: Cooperativa Estudiantil E. J. Varona, 1952); Significado del centenario martiano (La Habana: Revista Lyceum, 1953); "Santayana y D'Ors", artículo publicado en la revista CA (México), 14, 5 (1955), págs. 77-101; Imagen de Ortega y Gasset (La Habana: Instituto Nacional de Cultura, 1956); Dewey y el pensamiento americano (Madrid: Ed. Taurus, 1959); El sentido trágico de Numancia (La Habana: Academia Cubana de la Lengua, 1959); Visitas españolas. Lugares, personas (Madrid: Ediciones de la Revista de Occidente, 1960); y la obra póstuma Teoría de la frontera (San Juan de Puerto Rico: Ed. Universitaria, 1970).
En los albores de su carrera literaria, Jorge Mañach realizó también una interesante incursión en el género dramático, plasmada en la comedia Tiempo muerto, que fue objeto de un importante galardón en 1928.
Fallece en San Juan, Puerto Rico a los 63 años de edad víctima de cáncer, al morir era profesor de la Universidad de Río Piedra en Puerto Rico.
Fuente: MCN Biografias.com