Ignacio Cervantes Kawanagh

Ignacio Cervantes Kawanagh
Nacimiento:  
31
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7
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1847
Fallecimiento:  
29
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4
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1905

Ignacio Cervantes Kawanagh (1847-1905). Compositor y pianista. Uno de los más trascendentes músicos cubanos del siglo XIX.

Nació en La Habana. Los primeros conocimientos sobre música se los impartió su padre: solfeo, teoría de la música y elementos del piano, cuyo aprendizaje posteriormente continuó con Juan Miguel Joval. En 1850 comenzó a estudiar con el compositor y pianista habanero Nicolás Ruiz Espadero, quien le hizo repasar las obras de Cramer, Moscheles, Clementi, Bach, Mozart y Von Henselt, antes de ponerlo en contacto con los románticos. En 1865 concluyó sus clases con Espadero, y a mediados de ese año se trasladó con su padre a París, donde fue admitido en la clase de piano de Antoine François Marmontel, y en la de solfeo de Napoleón Alkán. El 23 de julio de 1866, en concurso celebrado en el Conservatorio de París, cuyo jurado estaba integrado por Charles Gounod y Daniel François Auber, Cervantes obtuvo un Primer Premio Especial. Este premio le abrió las puertas de la casa del compositor italiano Gioacchino Rossini, en la que acompañó a los artistas franceses Joseph Victor Capoul, tenor, y a Jean Baptiste Fauré, barítono, así como a la soprano sueca Christine Nilsson y al bajo italiano Antonio Tamburini.

Como director de orquesta, Cervantes ofreció, en 1867, conciertos en la Sala Erard, en la Herz, y en Saint Cloud, donde dirigió una misa de Rossini. Ese mismo año hizo una breve gira de conciertos a Madrid. En 16 de julio de 1868 obtuvo premios en armonía, fuga y contrapunto en el Conservatorio de París. Ya en posesión de sólidos conocimientos, y con una obra que mostraba sus facultades como compositor, Cervantes aspiró al Premio de Roma, pero por su condición de extranjero no fue admitido.

En 1869, y después de una breve estancia en Madrid, emprendió viaje a Cuba, adonde llegó el 6 de enero de 1870. Se dedicó a la enseñanza y a ofrecer conciertos, en los que interpretaba las sonatas Patética y Appasionata, de Ludwig van Beethoven; preludios y fugas de Bach, así como obras de Franz Liszt, Félix Mendelssohn y Federico Chopin. En 1875 Cervantes, que daba conciertos con el violinista José White para recaudar fondos para la lucha por la independencia de Cuba, fue expulsado de la isla junto a White. Ambos decidieron viajar hacia Estados Unidos, y allí actuaron en la Sociedad para la Cultura Armónica, fundada en ese país por Luis Alejandro Baralt. En Nueva York Cervantes compuso tres danzas para cuatro manos: Los muñecos, Los delirios de Rosita y La camagüeyana.

En 1879 regresó a Cuba, y reinició sus labores como maestro y concertista. Tocó en el Liceo de Guanabacoa, en el Círculo Habanero y en La Caridad del Cerro.

El 18 de julio de 1887, el Círculo Habanero ofreció un concierto-homenaje a Ignacio Cervantes, en el cual el doctor José María de Céspedes, presidente de la Sección de Literatura, hizo un panorama de la vida y la obra del compositor; en este concierto-homenaje se interpretaron la Sinfonía núm. 1 a grande orquesta; La Traviata, de Verdi, en transcripción para piano de Cervantes, así como las obras de este último Serenata cubana, Entre-acto caprichoso, para piano y cuerdas; Scherzo, para orquesta; Hectograph, vals; además de la Tarantella, del pianista y compositor norteamericano Louis Moreau Gottschalk, arreglada para cuatro pianos, cuarteto de cuerdas, trompa y flauta que acompañó la orquesta de la Sociedad de Conciertos, dirigida por Modesto Julián.

El 26 de octubre de 1889, la compañía Palau estrenó su zarzuela Exposición o El submarino Peral. En enero de 1891 Cervantes dirigió la orquesta de una compañía de ópera que actuaba en el teatro Payret, fundada por el empresario Antonio Aramburo y el tenor Andrés Antón. En febrero del mismo año ofreció un concierto con el violinista Rafael Díaz-Albertini en el teatro Tacón; y en junio viajaron a México, donde actuaron el día 26 en el Teatro Nacional, acompañados por la orquesta del Conservatorio Nacional, que dirigía José Rivas. De México, Díaz-Albertini y Cervantes marcharon a Estados Unidos, donde ofrecieron un recital el 5 de mayo de 1892, en Ibor City, Tampa, en el que interpretaron obras de Henri Vieuxtemps; Fausto, vals, transcripción de Liszt; Roberto el Diablo, de Delfín Alard; Danza macabra, de Saint-Saëns; Marcha fúnebre de una marioneta, de Charles Gounod; y Pasquinade, de Gottschalk. De regreso a Cuba, en diciembre de 1892 se efectuó en el teatro Tacón un concierto en beneficio de Cervantes. En 1893 se presentó con Díaz-Albertini en el salón de Anselmo López. En 1899 Cervantes organizó un festival de música en el teatro Tacón; el 1º de diciembre del mismo año dirigió su Sinfonía en do menor y la zarzuela Niña Pancha, de Valverde, también en el Tacón.

En enero de 1902 viajó a Estados Unidos para representar a Cuba en la exposición de Charleston, Carolina del Sur. En esa ciudad interpretó en el Hibernian Hall un programa con obras de Liszt, Robert Schumann, Adolf von Henselt, Juan Sebastián Bach y Chopin. Posteriormente actuó en Georgia, Washington, Filadelfia y Nueva York. De vuelta a Cuba, se presentó por última vez ante el público en junio de 1902. Murió en La Habana el 29 de abril de 1905.

Ignacio Cervantes Kawanagh fue el músico más importante del siglo XIX cubano. Es posible que otros le hayan aventajado en cuanto a volumen de producción. Pero nadie pudo situarse más alto que él, en lo que se refiere a la solidez del oficio, a un buen gusto innato —distinción en las ideas, elegancia en el estilo, cabal sonido— que se manifestó, incluso, en sus obras menores. Aun cuando “arreglaba” una contradanza ajena, para satisfacer la demanda de un editor, la llenaba de finísimos trazos armónicos que la ennoblecían. Ignacio Cervantes fue también, no hay que olvidarlo, el primer compositor cubano que manejó la orquesta con un sentido moderno del métier. El Scherzo capriccioso (1886) es una pequeña obra maestra de finura y buen gusto. Por su carácter, no anda lejos del “Scherzo” de El sueño de una noche de verano, de Félix Mendelssohn, y es, sin duda alguna, la partitura mejor instrumentada de todo el siglo XIX cubano. De una factura elaboradísima, especulando siempre con los timbres más delicados de la orquesta, este Scherzo no necesita nunca la excusa de una fecha para justificar su existencia. El Scherzo capriccioso de Cervantes es, ante todo, buena música.

Ignacio Cervantes —si queremos olvidar momentáneamente el acierto que constituye su Scherzo— estaba particularmente dotado para hablar el idioma de su isla. De ahí que sus célebres danzas para piano constituyan la más auténtica expresión de su temperamento. Como ciertos músicos noruegos, españoles y eslavos, Cervantes acababa siempre por volver al acento del terruño, para hallar en él su verdad más profunda, aun cuando aspirara a expresarse en un lenguaje exento de localismos. La obra nacionalista de Cervantes —la que se centra en sus danzas, con un Intermezzo, para orquesta, y algunas composiciones para piano de menor importancia— no se aparta de una tradición afianzada ya en Cuba, por la producción de Manuel Saumell y de los pequeños autores de contradanzas, siempre fieles a procedimientos de escritura clásica. Si algo tomó Cervantes al romanticismo, fue un cierto aire a lo Chopin que se manifiesta en algunas de sus danzas. Y ese Chopin es el de las Mazurkas más sencillas; nunca el de los Scherzi o el de las grandes Polonesas. Su obra pianística —la más limpia de factura que nos haya dado un compositor cubano— no da cabida al alarde de virtuosismo. A pesar de su amor por Chopin —amor que se advierte a menudo en su clima armónico, ya que no cabalmente en el tipo de escritura—, muy poco del espíritu romántico se refleja en él cuando escribe una página cubana.

Obras principales

Danzas para piano

Soledad, 1857 (originalmente titulada La solitaria).

Almendares

La celosa

La encantadora

El velorio

No me toques

Un recuerdo, 1875.

Adiós a Cuba

Amistad

Cri-crí

Decisión

Duchas frías

Improvisada

La guitarra

Mensaje

¡No bailes más!

Picotazos

¡Pst!

Tiene que ser

Zigs-zags, 1876.

Ilusiones perdidas

Los tres golpes

Se fue y no vuelve más

Siempre sí, 1878.

¡Amén!

Cortesana

Gran señor

Homenaje

Íntima

Interrumpida

Invitación

La camagüeyana

La carcajada

¡Lejos de ti!

Los delirios de Rosita

Los muñecos

No llores más

¿Por qué, eh?

¡Te quiero tanto!

Música de cámara

Entreacto caprichoso, para quinteto de cuerdas, piano y armonium, 1887.

Scherzo en fa menor, para violín, viola y cello.

Romanzas, para cello y piano.

Obras sinfónicas

Sinfonía, en do menor, 1879

Scherzo capriccioso, 1886

Hectograph, vals, 1887

La paloma, vals.

Otros estilos para piano

Adelina (dedicada a Adelina Patti)

Anhelos, vals-capricho

Chinchín (dedicado a su hija María Cervantes)

El Fígaro (dedicado a la revista del mismo nombre)

Gran vals brillante en mi b

Gran potpourrí de aires nacionales

Guide moi

Idea fija

Les Guides

Mazurca núm. 1 en fa sostenido menor

Mazurca núm. 2 en si mayor*

Pasodoble

Polka elegante

Rappel-toi

Serenata cubana

Teatro

Exposición o El submarino Peral, zarzuela en dos actos y cuatro cuadros, 1889.

Maledetto, drama lírico en tres actos, libreto: F. Da Costa.

Los saltimbanquis, ópera cómica en dos actos y cinco cuadros, libreto: Carlos Ciaño, en prosa y verso, basado en una novela francesa, 1899.

Voz y piano

Barcarola, para voces de niños

Canto a un desterrado, texto: Miguel Teurbe Tolón.

Himno a Cuba, 1889, texto: Lola Rodríguez de Tió.

La invasión, texto: Francisco Sellén

La tumba del patriota, himno, texto: J. C. Vidal.

Seis cantos escolares; texto: Nicolás Heredia.

Señor, salvad a la República, plegaria, texto: L. Marrero Valdés.