Músico en la banda Chicago, Guillermo García tocó con Lennon, Ringo Starr, Stevie Wonder. Antes estuvo en la tropa de los rebelde en la Sierra Maestra y ahora tiene otro grupo: Rodiles.
Guillermo García vive en una casa de playa sin mar, en medio de Coconut Grove, con olas que revientan demasiado lejos y una arena falsa, sin salitre, que se disuelve entre la tierra del patio. Una especie de palacio en ruinas, con pocas paredes y muebles de diferentes estilos, a la usanza de las comunidades hippies de los años 60.
Pero Guillermo es un "sesentón", un tipo demasiado "nuevo" para ser de los cubanos que pelearon en el conflicto armado de finales de los años 50. Es que fue el guerrillero más joven de la Sierra Maestra.
"Eso mismo me dijo Raúl Castro cuando me descubrió, con nueve años, en el campamento de la columna 18 del Ejército Rebelde", dice mientras saca un recorte de revista de una abultada carpeta. Es la foto de un lozano Raúl Castro, vestido de blanco, junto a un niño que el pie de grabado identifica como Guillermo García. "¡Imagínate!, toda mi familia se alzó y a mí no había con quien dejarme, así que me llevaron con ellos."
El niño había estado presente durante toda la campaña, hasta que los rebeldes bajaron a Guantánamo.
Hay artículos periodísticos de 1959 que lo mencionan como un importante mensajero del Ejército Rebelde y hasta traductor de Raúl Castro en alguna oportunidad.
"Secuestraron a unos marines de la base de Guantánamo para evitar el bombardeo aéreo", explica Guillermo, "y yo había estudiado en una escuela de misioneras norteamericanas, así que serví de intérprete en el encuentro de Raúl con los marines. Los gringos no salían de su asombro, preguntándome qué hacia un niño en aquella locura y cómo era que hablaba inglés."
La prensa enloqueció al encontrarlo entre la columna rebelde que entró a Guantánamo los primeros días de 1959. Luego llegó a La Habana como una estrella de cine, con sus 11 años, su brazalete del 26 de Julio y su propia carabina M1, regalo personal del segundo jefe de la revolución.
"No era ningún héroe, solo un niño traumatizado, testigo de demasiada muerte y tragedia. La guerra me había destrozado y nadie lo notaba."
"Recuerdo la emboscada de El Abra", me dice acercando su rostro en un gesto de complicidad, "los rebeldes incendiaron los carros del ejército con tanques de combustible, el olor a cuerpos quemados me martiriza desde entonces."
En La Habana, después del triunfo, su familia intentó devolverlo al niño de antes, pero era muy tarde, según Guillermo.
"Yo seguí siendo un joven rebelde a mi manera, con pelo largo, música norteamericana y rechazando todas las restricciones."
Comenzó a ser un habitual en las estaciones de policía de la ciudad, una y otra vez era detenido en las redadas que contra los "desviados ideológicos" se hacían en las calles habaneras de los años 60.
"Recuerdo un policía regañándome por no agradecer a los héroes de la Sierra. Desde el calabozo le dije que el malagradecido era él, que yo era uno de esos héroes y mira donde me tenía. El tipo me miraba espantado, como a un loco."
Guillermo comprendió que no cabía en la nueva sociedad y decidió fingir: se cortó el pelo, dejó de protestar, se graduó en la academia naval del Mariel y, en 1968, se quedó en la primera escala que su barco hizo en Canadá. Y bajó hasta la Florida, donde su vida cambió.
"En Miami la suerte me tocó a la puerta, yo era un músico de la calle cuando conocí a Stephen Stills, del grupo Crosby, Stills, Nash & Young, que me propuso trabajar con él en California. Allí grabamos el álbum Manassas 2, en los estudios de Record Plant, y comenzó para mí una increíble aventura artística."
En 1971 integró la conocida banda musical Chicago, con ellos grabó el álbum Chicago VII, por el que tiene un disco de oro. También estuvo en su primera gira europea. En 1972 tocaron para 650.000 personas en Stuttgart."
Pero Guillermo es mucho más que su paso por la mítica banda de Terry Kath, Robert Lamm y Peter Cetera.
"Cuando me fui de Chicago, realicé trabajos con músicos del calibre de John Lennon y Ringo Starr. También trabajé con Stevie Wonder y hasta con Joe Walsh, el guitarrista del grupo Eagle, los de 'Hotel California'. A finales de los 70 trabajé con Foxy, un popular grupo de música disco en Miami."
Hay una niebla en su vida durante los años 80 y los 90, expresa que se dedicó a formar familia, pero le incomoda el tema y prefiere cambiar el rumbo.
Hoy Guillermo vive con siete de sus 13 hijos en ese paraíso surrealista que se ha inventado. Ha regresado a la música y conformado un banda con dos de sus muchachos.
El grupo se llama Rodiles y tocan en la calle. A veces en el escenario de CocoWalk y otras veces en plazas o restaurantes de la zona.
"Cobramos lo que nos dan y vendemos algunos de nuestros CD, pero estamos comenzando, y ya tenemos videos en youtube."
El rebelde más joven de la Sierra Maestra, que fue miembro de la legendaria banda Chicago, es hoy un músico callejero de Miami, empeñando en impulsar la carrera de Michael y William, sus talentosos hijos
"Los vislumbro con un gran futuro", dice cerrando los ojos, como si fuera un adivino en trance , "y créeme que no van a sufrir el calvario por el que tuve que pasar yo, para eso me tienen aquí, ¡a tiempo completo!"
Le pregunto si cree que vive una segunda oportunidad en la vida. Guillermo sonríe.
"La segunda oportunidad fue hace como veinte años, esta quizás sea la treinta y cuatro que me da la vida, y como he dicho tantas veces, ahora sí la voy a aprovechar."