Guillermo Fernández Hernández-Baquero (1917-1987) paradigma de la Dermatología cubana, fue uno de los grandes pilares para el desarrollo de esta especialidad en Cuba.
Nacido en el barrio La Maya, Alto Songo, Santiago de Cuba. Se gradúa de médico en 1945 en La Haban donde comienza a prestar servicios en el Dispensario Central del Patronato para la Profilaxis de la Lepra, ello lo vincula desde recién graduado a esta enfermedad, realizando visitas periódicas al leprosorio, capacitando a todos aquellos que tuvieran vínculos con la enfermedad y apoyando personalmente a los enfermos.
En junio de 1959 se hace cargo del servicio de Dermatología del Hospital Militar Dr. Carlos J. Finlay y pasa a formar parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias donde por mantener una actitud ejemplar alcanzó el grado de Coronel.
En 1960 lo nombran responsable de la cátedra de Dermatología de la Universidad de La Habana, radicando en el Hospital General Calixto García. Desde 1962 y hasta 1978 fue Presidente de la Sociedad Cubana de Dermatología.
Su tema principal de trabajo e investigación por muchos años fue la lepra su trabajo contribuyó a mejorar el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad en Cuba. Creó el departamento de laborterapia mejorando la incorporación de estos enfermos a la actividad diaria. Es así que este leprosorio toma finalmente su nombre.
Precursor en Cuba de la aplicación del rayo láser en afecciones dermatológicas, realizó múltiples investigaciones con aportes nacionales e internacionales sobre lepra, cromomicosis, heliotalasoterapia e histopatología de la piel. Introdujo la medicina natural en enfermedades como el vitiligo a través del uso del lirio de Sanjuanero, así como infinidad de tratamientos naturales curativos y cosméticos.
Concibió y construyo el primer centro de tratamiento para la psoriasis en Cuba.
Publicó más de 400 trabajos en revistas científicas nacionales e internacionales y dos libros de texto sobre Dermatología.
Obtuvo el título de Doctor en Ciencias Médicas en 1981.
Miembro honorario de las sociedades científicas de Dermatología en Italia y Artentina. Tuvo vínculos estrechos con el Instituto de Normación de Enfermedades venéreas y de la piel de Moscú.
Recibió la Orden Carlos J. Finlay.