Poeta, narrador y editor. Reside en Santiago de Chile desde el año 2003. Dirige la Editorial Verbo(des)nudo y la revista literaria del mismo nombre.
Nació y vivió su infancia en Cárdenas, ciudad cercana al mar, los abuelos repentistas, fue el más chico de cuatro hermanos, por ello fue el heredero natural de lo que ya sus hermanos mayores no podían usar porque les quedaba chico, los planes vacacionales en la escuela, obligatorios para los niños cuyos padres trabajaban y que eran el perfecto escenario para el bullying y el desprecio hacia los que como él eran niños retraídos y sin muchos amigos.
Su abuela, siendo pequeño, le regaló una libreta muy vieja donde comenzóé a escribir un cuento y luego algunas frases sueltas. Ya en sexto grado tenía una “novela” escrita a lápiz, como de 30 páginas, y otras 4 o 5 libretas repletas de escritos. Fue algunas veces a los talleres de literatura de la Casa de la Cultura pero eran aburridos y prefería leer en la escuela, se escapaba del aula y se iba a la biblioteca, que había sido una capilla católica en su época, le gustaba aquel silencio, el olor de los libros, la sonrisa cómplice de la bibliotecaria, copiaba poemas que luego trataba de imitar, sacaba libros en préstamo que no terminaba nunca de leer hasta que descubrió la Concha de Venus, el único lugar del pueblo donde vendían libros, entonces entendió que en la biblioteca de la escuela no estaban los libros que le gustaban para leer.
Pero siempre fue tímido para mostrar lo que escribía, luego ya de joven comenzó a frecuentar lugares donde se reunían los escritores y a descubrir lecturas más potentes, poetas que marcarían para siempre el camino que había decidido tomar.
A los 19 años un episodio muy extraño con un funcionario de cultura hizo que se apartara de todo aquello de una manera casi lapidaria, aunque seguía escribiendo como un ejercicio necesario. Lleguó a tener en sus manos las pruebas de galera de un poemario que se tragó el tiempo, las intrigas y los análisis “políticos” de alguien que decidió el destino de aquel libro con una opinión, y que hicieron de su posible inserción en el mundo literario una pesadilla.
Llegó a Chile en marzo del 2003, a recomenzar aunque fuera en el Polo Norte y la vida es golpeadora cuando tomas esas decisiones. Por primera vez se vió solo en un lugar que no conocía y tuvo que aprender a porrazos de qué se trataba el exilio. Limpió alfombras, fue guardia de edificio, mesero de restaurantes, tuvo negocios propios, pero nunca dejó de escribir, recuerda que se moría de cansancio y aun así se sentaba a escribir casi todas las noches. Encontró un movimiento literario bastante activo en Santiago y mediante la web comenzó a conocer gente con los mismos intereses.
Era la época en que los blogs estaban en apogeo y un grupo de blogueros decieron unirse una noche y romper la “virtualidad”, creando primero un grupo literario y luego una revista. Ahí nació Verbo(des)nudo, como la punta de lanza para romper las barreras, la idea de desatar los nudos que impone la industria editorial y poner en papel aquellos textos que compartían en la web se fue consolidando hasta que en el 2011 se funda la revista de verdad, física, impresa, independiente.
Era un buen colectivo pero la gente va perdiendo los instintos primarios y se va apartando, de los fundadores solo quedan Mafalda Migliaro y Gino. Luego nació la Editorial con el mismo nombre, de a poco se fue materializando y hoy cuenta ya en su catálogo con más de 25 títulos publicados, casi en su mayoría operas primas.
Ha publicado cinco libros y Yale es el más reciente, inéditos hay muchos textos, muchos, algunos agrupados en pequeños poemarios pero la mayoría esperan, esperan a que les dedique una mirada una “vuelta de tuerca” que los haga volver a respirar.
También hay cuentos y una novela que terminó hace poco y se llama Blanco, a la que no ha vuelto por falta de tiempo y ganas, y a la que le tiene mucho miedo. Le encanta el trabajo de edición, ese proceso que comienza con la primera conversación con el autor y que se va convirtiendo en lo más importante mientras dura, el meterse en la piel de cada texto, descubrir sus entre líneas, llamar al autor a las 11 de la noche para proponerle un cambio, una omisión o para que le explique una idea.
Es fascinante y algo que hago desde hace mucho tiempo y con mucha responsabilidad y entrega, y sí, es parte de esas trampas que me pongo para no acercarme a mis propios textos. Pero no es solo la edición, me invento lecturas aunque sea un libro ya leído, busco pretextos para no sentarme a escribir, pero al final me vencen las ideas y a regañadientes me siento y dejo que salgan y se ubiquen donde les dé la gana.
Ha participado como jurado en diferentes concursos literarios, entre ellos, destaca: Gonzalo Rojas Pizarro 2014. Su obra ha sido recogida en diferentes revistas y antologías en Argentina, Chile, México, Canadá y EEUU, siendo traducida al Francés y Portugués. Ha publicado, en poesía: A la espera del próximo vuelo (2011), Para dejar grabados mis instintos y El otro lado de la bestia (2014).