Fue un paradigma del movimiento estudiantil cubano
Nació en La Habana el 9 de mayo de 1907. Su infancia estuvo llena de hermosos momentos de desprendimiento, para tratar de redimir la miseria en aquellos hogares humildes, donde la situación económica era precaria. Sus maestras lo definieron como un buen estudiante, con alto concepto del compañerismo y la caballerosidad. Gabriel se sentía cohibido cuando alguien exaltaba sus buenas acciones y muy feliz cuando las realizaba.
En septiembre de 1924 se graduó de bachiller en ciencias y letras en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, comenzando sus estudios de derecho en la Universidad, donde estalla su personalidad y se une a los que como él estaban en contra del tirano Gerardo Machado. La lucha por impedir la prórroga de poderes impuesta al país, lo destaca dentro del movimiento estudiantil.
Forma parte del Directorio Estudiantil Universitario y es expulsado del alto centro de estudios junto a un grupo de estudiantes, después de los hechos del 30 de marzo de 1927. Un año más tarde es desterrado, luego de sufrir prisión en Cuba, por sus actividades revolucionarias. Llega a Estados Unidos y allí se vincula a los grupos antimachadista. Su actitud digna y consecuente dejó imborrables recuerdos entre sus compañeros de lucha, que trataron siempre de imitar su ejemplo.
En 1930 Barceló regresa clandestinamente a la patria y se reincorpora a la lucha. Es detenido en Pinar del Río e internado en La Cabaña, de donde es trasladado al Presidio Modelo de la Isla de Pinos, por espacio de dos años. En la prisión contagia a todos de su fe en el triunfo del Socialismo hasta su destierro a España.
La vida en prisión y la difícil situación económica del exilio, dañan seriamente su frágil salud, la que a su regreso a Cuba estaba muy quebrantada, pero nada pudo impedirle mantenerse en la primera línea de las luchas políticas y sociales que estremecieron al país. El 27 de noviembre de 1933 habló en la tribuna del Mausoleo a los estudiantes de medicina de la Universidad, lo que constituyó su último discurso.
El insigne joven revolucionario padeció tuberculosis meníngea, enfermedad que le provocó una dura y angustiosa agonía y aún así desde el hospital, este hombre valeroso trataba de mantenerse al tanto del curso de los acontecimientos revolucionarios. Su corazón dejó de latir el 3 de febrero de 1934. Tenía 26 años entregados por entero a la Patria y al Socialismo.