Paradigma del pelotero cubano del siglo XIX, que unió a la pasión por el deporte su compromiso con la causa independentista.
Nació en La Habana. Se educó en Estados Unidos, y se graduó en una escuela de comercio en Washington.
Regresó a Cuba en 1868 y trabajó como agente aduanero, al tiempo que estuvo entre los fundadores del Habana Base Ball Club (BBC).
Participó con este equipo en un desafío, el 27 de diciembre de 1874, contra el Matanzas BBC, en el cual defendió el jardín izquierdo y anotó el mayor número de carreras, de ocho.
Integró junto a Francisco Saavedra, Eduardo Cadaval, Ramón Saavedra, Manuel Landa, Ricardo Lawton, Ricardo Mora, Nemesio Guilló, Esteban Bellán, Beltrán Senarens, Enrique Canal y Rodrigo Saavedra el club Habana, que compitió en el primer campeonato oficial en Cuba, iniciado el 29 de diciembre de 1878.
Como jugador participó en siete campeonatos oficiales entre 1878 y 1887, y en dieciséis juegos acumuló 15 hits, anotó 11 carreras y bateó para 208. Dirigió este conjunto y se proclamó campeón en 1888-1889, 1889-1890 y 1891-1892, con cuarenta y tres triunfos y catorce derrotas.
Su estilo de dirección se caracterizaba por la disciplina, la inteligencia y el rigor en los entrenamientos, aunque mantenía fraternales relaciones con los jugadores.
Fue un activo conspirador en vísperas de la Guerra de Independencia, y una vez iniciada la contienda desplegó una intensa labor de acopio de armas y pertrechos para enviarlos al ejército mambí. Compraba en los cuarteles de la pirotecnia militar armas en mal estado, que enviaba a los mambises una vez reparadas. Cuatro mil quinientos cartuchos de fusiles Winchester que se guardaron en su hogar nunca pudieron ser detectados por las autoridades españolas.
Una de sus acciones más arriesgadas fue brindar albergue en su casa, que era sede del club Habana, al general José Lacret Morlot, quien había llegado a la ciudad oculto en la carbonera de un vapor estadounidense.
Su participación en la frustrada evasión del general Julio Sanguily de la prisión de La Cabaña provocó su detención el 15 de septiembre de 1895.
En juicio celebrado en febrero de 1896, conocido como Causa de la Pirotecnia Militar, le fue conmutada la pena de muerte por la deportación al Castillo del Hacho, en Ceuta.
Sabourín compartió en Ceuta los rigores del presidio con Juan Gualberto Gómez, quien dejó un emocionado testimonio de la entereza y gallardía del antiguo pelotero.
Minado su cuerpo por una pulmonía doble, falleció el 5 de julio de 1897 en el presidio africano casi al cumplir 44 años. De él escribió Gómez: «Había amado entrañablemente, y casi por igual, estas tres cosas: el baseball, su familia y su patria».