Efraín Loyola, el flautista en activo más longevo de Cuba, falleció en Cienfuegos a la edad de 94 años a causa de un tromboembolismo pulmonar, persona locuaz y fraternal, muy popular no solo como músico sino también por su forma de ser.
La trayectoria de Loyola lo acerca al estrellato. Así lo avalan su paso por importantes agrupaciones como el Conjunto Tradicional de Sones Los Naranjos, la Rítmica 39 (embrión de La Aragón) y la centenaria Banda Municipal de Conciertos de Cienfuegos, en la cual tocó desde 1937. En 1939 fundó junto a otros músicos la Orquesta Aragón, en la que estuvo hasta 1954. También tuvo su propio conjunto, denominado Orquesta de Efraín Loyola.
También mereció casi 150 galardones como el Título de Miembro de Mérito, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, la condición de Hijo Ilustre de la Ciudad de Cienfuegos, el Premio Jagua, y la orden Jesús Menéndez, conferida por la Central de Trabajadores de Cuba.
Con gran versatilidad, Loyola transitó su camino entre los oficios de limpiabotas y panadero, hasta llegar a la música e incluso a la lucha contra bandidos en el Escambray (ostenta el grado de capitán de milicias).
Tantas y tantas historias acumuladas en elegantes trajes y un bastón, pues aunque pase el tiempo, nada podrá arrancarle el carisma y buen porte a este cienfueguero amante del danzón y admirador de Miguelito Cuní.
Cada día, las céntricas calles de Santa Cruz y Prado, lo vieron pasar. Siempre dispuesto al diálogo oportuno, con su cabello recién estirado al estilo de los años de 1950, Loyola llevaba consigo la opinión autorizada sobre la historia musical de su país.