El más célebre de los flautistas populares cubanos. Compositor de danzones y cha cha chá. Uno de los pilares de la afamada Orquesta Aragón.
Nació en Cruces, poblado de antigua provincia de Las Villas. Recibió la primera enseñanza musical de su padre, Eduardo Egües, quien dirigía la Banda Municipal de Cruces. Comenzó por estudiar el clarinete, luego el saxofón y a continuación el piano.
Debutó musicalmente, siendo un niño, tocando los platillos, el bombo y los timbales en la Banda del poblado de Ranchuelo, donde pasó a residir la familia.
Muy joven fue clarinetista de la Banda Municipal de Manicaragua y de la de Santa Clara. Integró como saxofonista la orquesta Monterrey, dirigida por su padre, y la agrupación Ritmo y Alegría de Santa Clara, como pianista. En esa ciudad tocó también, durante un tiempo, con la jazz band Hermanos García.
Hacia 1947 inició estudios de flauta, instrumento del cual llegó a ser un virtuoso. Sus primeros trabajos como profesional de la flauta los realizó en la Orquesta Municipal de la ciudad de Santa Clara.
A partir de 1951 comenzó a hacer suplencias como flautista en la Orquesta Aragón, que radicaba en la ciudad de Cienfuegos e interpretaba principalmente danzones.
En 1954 entró a la nómina de la orquesta como reemplazo de Rolando Lozano, quien por su parte pasó a tocar con la orquesta América de Ninón Mondéjar, agrupación que había dado a conocer el Cha cha chá a inicios de la década.
En 1955, cuando ya la Aragón se encontraba entre las orquestas de baile más populares del país y abundaban los contratos para actuar en la capital, Egües se estableció definitivamente en La Habana.
Realizó ese mismo año sus primeras grabaciones con la charanga, entre las que incluyó su cha cha chá Picando de vicio, y comenzó a trabajar como arreglista. También en 1955 dio a conocer una de sus obras más populares, El bodeguero, que no ha dejado de grabarse desde entonces dentro y fuera del país. Una de las versiones más difundidas de este cha cha chá, considerado uno de los clásicos del género, fue realizada por el intérprete estadounidense Nat King Cole en 1958.
Con los arreglos y composiciones de Richard Egües y Rafael Lay (padre), la Orquesta Aragón alcanzó sonoridad y sello propios, que la distinguieron de las demás. Sus improvisaciones en la flauta se hicieron tan famosas que casi todos los flautistas de orquestas típicas, tanto en Cuba como en el extranjero, comenzaron a imitarle.
Inicialmente tocó la flauta de madera de cinco llaves, y pasó a la flauta de metal a finales de la década de 1970.
Entre las creaciones de Egües de gran éxito en la década de 1950 se encuentran El trago y Por esta adoración, Bombón chá –en colaboración con Rafael Ortiz– (1956), La cantina, Maloja, Los sabrosones, y Chachachá el satélite (1957) –en colaboración con Rafael Lay.
En 1957 el compositor Víctor Marín le dedicó una pieza que de inmediato formó parte del repertorio de la orquesta: Que suene la flauta.
En 1959 la Aragón llevó a disco otras exitosas obras de Richard Egües, como el danzón Cero penas y el son montuno La muela. Al año siguiente dio a conocer Bella muñequita y el danzón Gladys, dedicado a su hija en sus quince años. En junio de 1961 la orquesta grabó El cuini tiene bandera (guaracha-cha), que se convirtió en uno de los mayores hits de la década.
En 1963 salió al mercado un nuevo disco de larga duración de la Orquesta Aragón con su obra Que viva el chachachá, danzón-chá en el cual rendía homenaje al ritmo creado por Enrique Jorrín.
En los años siguientes compuso la guajira-cha Guajira para ti, El cerquillo –identificado como “ritmo guachipupa” –, el chottis-cha Españolita y otras piezas que alcanzaron gran popularidad.
Sus últimas composiciones grabadas con la Orquesta Aragón fueron registradas en disco a partir de actuaciones en vivo bajo su dirección, efectuadas en Francia en 1984: Aguardiente de caña (son-cha), En el cachumbambé (merengue), y El son merengue (son-cha).
En ese año se separó de la orquesta, y su vacante fue ocupada por el flautista René Lorente. Fundó una agrupación propia con formidables músicos, también con el formato charanga, pero era casi imposible que el público no lo vinculara con la Aragón.
En sus últimos años incursionó con fortuna en el campo de la música sinfónica, y era solicitado de continuo para grabar piezas antológicas de la música popular bailable cubana, en varias ocasiones en compañía de Chucho Valdés y otros destacados músicos. Su sonido brilló una vez más por el éxito del Buena Vista Social Club, cuando ofreció una genial improvisación de flauta en la grabación de Tres lindas cubanas, son de Guillermo Castillo, en versión para danzón de Antonio María Romeu.
Su sólida formación musical le permitió interpretar obras de compositores clásicos –Mozart, Haydn, entre otros-, y hacer grabaciones como flautista de música sinfónica. En 1981, antes de separarse de la Aragón, grabó para el sello Areito, con acompañamiento de Esther Ferrer al piano, temas y adaptaciones de su autoría y composiciones de Chaikovsky, Beethoven y otros grandes compositores.
Participó en conciertos de música sinfónica con la orquesta Popular de Conciertos, dirigida por Alfredo Diez Nieto.
En 1999 grabó un CD titulado Richard Egües & Friends: Cuban Sessions 1999 (Latin World) con un elenco estelar bajo su dirección. Allí se recogieron nuevas versiones de algunos de sus números más populares (Tan sabrosona –compuesto en colaboración con Rafael Lay-, Bombón cha, Gladys, El cerquillo, El Cuini y El bodeguero), junto a piezas famosas de otros compositores cubanos como Ernesto Lecuona, Moisés Simons y Joseíto Fernández.
Durante años, ya retirado oficialmente de la música, el maestro Egües impartió en su residencia clases de piano, flauta y repertorio a jóvenes músicos que acudían a nutrirse de su experiencia y talento.
Richard Egües falleció en La Habana el 1 de septiembre de 2006.