Periodista y tipógrafa, camgüeyana, creó la Academia de Tipógrafos y Encuadernadoras, única en Cuba en aquella época. Primera mujer que trabaja como tipógrafa y que se vincula en la carrera periodística.
Fundó la revista semanal "El Céfilo", 1866; fundadora de tres semanarios "El Eco de Cuba", 1869; "El Correo de las Damas, 1875; "La Crónica Habanera" (1895-1897). En 1882 fundó el Colegio Nuestra Señora de los Angeles para niños pobres y algún tiempo después una Academia de Tipógrafas y Encuadernadoras, primera de su tipo en Cuba. Sus colaboraciones aparecieron en los más importantes periódicos de su época escribiendo a favor de la causa de Cuba Libre.
Nacida en Puerto Príncipe, cursó estudios de instrucción primaria en su hogar. En 1859 se radica en Manzanillo junto a su familia.
Desde pequeña conoció los padecimientos de los que se proclamaban en favor de la libertad, su padre sufrió persecuciones y tuvo que refugiarse en La Habana. Años más tarde, en 1859 se establece en Manzanillo con una imprenta de su propiedad, con el objeto de publicar el periódico La Antorcha. En el mismo se inicia Domitila en las labores periodísticas y tipográficas.
Es considerada así, la primera mujer cubana que trabajó cotidianamente en una imprenta, ejerciendo el oficio de tipógrafo, y en un periódico.
En 1865, La Antorcha se traslada a Camagüey. Un año después, en 1866 fundó en Puerto Príncipe la revista El Céfiro, en unión de Sofía Estévez y Valdés que tuvo gran acogida en toda la Isla, por su carácter representativo social y por ser el primer periódico redactado por dos jóvenes que apenas traspasaban el umbral de la vida.
Luego se traslada a La Habana fundando tres semanarios: El Eco de Cuba, 1869; El Correo de las damas, 1875 y La Crónica Habanera, 1875 – 1897. En 1872 contrajo matrimonio con el profesor Nicolás Coronado Piloña, profesor de idiomas, sin abandonar por esto sus tareas periodísticas, colaborando en periódicos y revistas, cubanos y extranjeros.
En 1882 estableció el Colegio de Nuestra Señora de los Angeles, destinado a los niños pobres, y fundó por esta época la Academia de Tipógrafos y encuadernadores, primera de su clase en Cuba.
Su labor, tanto como periodista, como escritora y educadora, resultó prolífera y enérgica. Mujer de carácter y voluntad firmes, Domitila fue una incansable luchadora por la mujer, la educación, la enseñanza y la cultura.
Fue secretaria de la Junta Patriótica de La Habana y a sus desvelos se debe la corona de bronce dorado que fue colocada en la estatua de El Mayor Ignacio Agramonte, en el parque que lleva su nombre de esta ciudad. Fue Delegada de Honor al I Congreso Nacional de Mujeres, celebrado en La Habana en 1923, en unión de María Luisa Dolz.
Hasta los últimos días de su larga vida, se consagró al periodismo. Murió a los 90 años de edad y dejó este ruego:
“...Al pisar mis compatriotas la tierra que cubre mis despojos, digan enternecidos: Dignificó a la mujer en general y erigió pedestales a las cubanas que yacían en el olvido...”
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Sus manos imprimieron las primeras proclamas en que Carlos Manuel de Céspedes se dirigió a sus compatriotas conminándolos a reclamar con las armas los derechos del pueblo cubano que el gobierno español le usurpaba. Se hizo después maestra. Poseía un vasto conocimiento adquirido mediante lecturas e investigaciones.