Carolina Rodríguez Suárez, La Patriota, a quien nuestro Apóstol bautizó como El Alma de Cuba.
No fueron pocas las cartas y telegramas de agradecimiento y amor del Héroe Nacional por aquella viejecita que salía cada mañana a trabajar bajo el crudo invierno norteamericano, para después donar todo su salario, o casi todo, a la independencia de Cuba.
Carolina Rodríguez nació en una calle detrás del Parque del Carmen en Santa Clara, y sus padres fueron Félix Valois y Ana Francisca.
Conspiró durante la Guerra de los Diez Años y sufrió destierro en Isla de Pinos. Después de la Guerra Chiquita, fue deportada a los Estados Unidos, y desde allí continuó su lucha por la independencia de la Patria, y llegó a convertirse en un puntal de la emigración cubana en Tampa, donde se ganó el sobrenombre de La Patriota.
Enferma y con la pérdida casi total de la visión, regresó a su ciudad natal a inicios de enero de 1899 para fallecer en la mayor pobreza el 2 de junio del propio año. En su honor, el Ayuntamiento dispuso el 10 de junio de 1899 ponerle su nombre a la calle donde nació y murió.
Años después, por acuerdo del propio Ayuntamiento, adoptado el 4 de octubre de 1939, y del Centro de Veteranos y Patriotas de Santa Clara, sus restos mortales fueron exhumados y expuestos en capilla ardiente la noche del 26 de enero de 1940.
Una esquela mortuoria llamaba a los santaclareños a acompañar los restos de la excelsa patriota desde el Centro de Veteranos, entonces sito en la calle Cuba no. 115, esquina a Carretera Central, hasta el cementerio local. En la mañana del 27 --víspera del natalicio 87 del Apóstol José Martí--, los restos mortales de la Patriota fueron depositados en el Panteón de Veteranos, donde reposan actualmente.
Fue el agradecimiento de la ciudad a aquella mujer de temple y corazón a quien Martí, con justeza, le escribiera: «Carolina muy querida. Este ingrato [...], este servidor de su país, que habla de usted todos los días, y la quiere como hijo y amor en su corazón, estará en Tampa mañana. Le abraza. Su José Martí.»
A más de 110 años de su fallecimiento, todavía el pueblo de Santa Clara sigue en deuda con La Patriota y poco, o nada, se hace por saldarla.
Hoy muy contadas personas la recuerdan y las nuevas generaciones ni tan siquiera han oído hablar de su existencia. Vale entonces el esfuerzo que por rescatar su figura hace el Club Martiano Carolina Rodríguez, compuesto por maestros y profesores jubilados, los que luchan por enaltecer su olvidada memoria.