Desde muy joven estuvo vinculado a la tipografía, primero como cajista en una imprenta y posteriormente de redactor, director, editor o colaborador de revistas y periódicos. Recopiló poemas propios, junto con los de Fornaris, Luaces, Milanés, Teúrbe Tolón y otros poetas renombrados.
Como director del periódico El Palenque Literario redactó unas efemérides en las que consignaba que el poeta Plácido, condenado a muerte y ejecutado en 1845, era inocente, lo que le llevó a un proceso judicial en que actuó como defensor José Antonio Cortina, el destacado orador y periodista matancero. A Carlos Genaro Valdés se debe una colección escogida de cantos cubanos.
Fue redactor de La Infancia, El Eco de las Damas, El Hogar y El Volteriano. En La Habana estableció la imprenta La Idea, donde editó el periódico del mismo nombre.
Con el título Rasgos de Emilio Castelar publicó en 1873 una colección de los pensamientos más notables de este autor. Utilizó el seudónimo Justino, nombre que había adoptado en la masonería.