Armando Suárez del Villar

Armando Suárez del Villar
Nacimiento:  
23
/
5
/
1936
Fallecimiento:  
17
/
9
/
2012

Destacado Profesor de Artes Escénicas. Máster en cubanía. Mito del Teatro Cubano. Suárez del Villar recibió el Premio Nacional de Teatro en el año 2010 por su labor en el rescate, investigación y puesta en escena del teatro clásico cubano, con estrenos fundamentales como Baltasar, La hija de las flores, El becerro de oro y La escuela de los parientes.

Desde sus inicios en el Conjunto Dramático de su ciudad natal (1964) —para el que dirigió entre otros títulos dos piezas bufas (Don Centén y Los cheverones), en 1966 y El fantasmón de Aravaca, de Luaces, en 1970—, se aprecia su marcada vocación por rescatar las obras olvidadas de los clásicos cubanos. En La Habana realiza para Teatro Estudio El becerro de oro (1967) y La escuela de los parientes (1985), de Luaces: —La hija de las flores (1973) y Baltasar (1981), de la Avellaneda y El conde Alarcos (1974), de Milanés. Además ha puesto en escena algunos autores cubanos del siglo XX, como Carlos Felipe —Requiem por Yarini (Irrumpe, 1986)— o Virgilio Piñera —Electra Garrigó (Teatro Estudio, 1986)—. Igualmente ha incursionado con fortuna en el teatro lírico —La traviata (1980)— y el musical —Donde crezca el amor, de A. Quintero (1984)—.

Dedicado por muchos años a la formación de actores y cantantes, Armando transformó las aulas del Instituto Superior de Arte en su verdadera casa, llegando a ocupar el Decanato de la Facultad de Artes Escénicas. Su pasión por la dramaturgia cubana y por el teatro lírico lo mantuvieron activo de mil maneras. Recibió el Premio Nacional de Enseñanza Artística en el 2008 y el Premio Nacional de Teatro en el 2010

Entre sus montajes más notables se recuerdan las piezas que formaron parte del Ciclo de Teatro Clásico Cubano que hizo posible el reencuentro con nuestros más importantes autores del siglo XIX.

A él le debemos el estreno mundial de El becerro de oro, de Joaquín Lorenzo Luaces, que fue sin duda su puesta más importante.

Suárez del Villar fue el segundo creador que recibió el premio Maestro de Juventudes que otorga la Asociación Hermanos Saíz y entre otras distinciones y reconocimientos ostentaba el Premio Nacional de Teatro y el Premio Nacional de Enseñanza Artística. También se consagró con pasión a montar óperas en el Teatro Lírico Nacional, donde estrenó La esclava, de Mauri.

Abogado de profesión, cienfueguero de nacimiento, estaba orgulloso de su linaje patriótico. Sus abuelos lucharon por la emancipación en el siglo XIX. En su rama familiiar figuró Federico Fernández Cavada, el General Candela.

Al descubrir su afición por el teatro, Armando se contó entre los fundadores del Conjunto Dramático de Las Villas en los tempranos sesenta.

Máster en cubanía. Mito del Teatro Cubano. Como profesor, su amor a la enseñanza lo ha llevado a trabajar con jóvenes actores.

Su apellido nos remite a la historia. Sus abuelos figuran entre los que lucharon por liberarnos de España: Suárez del Villar en Cienfuegos.

Armando fue fundador al igual que su padre del Grupo Ateneo y después, junto a Isabel y Alberto Panelo, del Conjunto Dramático de Cienfuegos, fundador en un sentido más profundo, es aquel que propone ideas transformadoras.
En su provincia montaba obras de teatro bufo que lo acreditaban como un apasionado de la cubanía.

Le dedicó mucho tiempo al teatro del Siglo XIX en sus investigaciones. Tuvo una visión contemporánea, para su época renovadora, al montar obras de autores de ese siglo, que otros directores y críticos consideraban como simples tentativas de imitar a los poetas románticos españoles. Hacer relucir la autenticidad de lo cubano en El becerro de oro. La puesta en escena de la obra de Joaquín Lorenzo Luaces tuvo mucho éxito.

El Conde Alarcos, de José Jacinto Milanés, logró convertirla de un melodrama de atmósfera medieval en una intensa tragedia. Más tarde, se adentró en la contemporaneidad con Carlos Felipe y Brene, y por supuesto, Virgilio Piñera.

Con la Ópera Nacional de Cuba estrenó La Esclava, de Mauri. Por esto Armando es profesor de actuación y dirección de teatro en este centro de estudios. Obtuvo la distinción de Maestro de Juventudes otorgada por la FEU y ostenta una Mención de la Brigada Hermanos Saíz a la ópera Donde crezca el amor, de Ángel Quintero.

En justo reconocimiento a la brillante labor teatral y a la formación de varias generaciones de artistas, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas le otorgó el Premio Nacional de Teatro 2010 a Armando Suárez del Villar, figura ineludible de nuestras tablas y maestro vital de la escena.

ExDecano de la Facultad de Artes Escénicas del Instituto Superior de Arte (ISA), Suárez del Villar, quien también ostenta el Premio Nacional de la Enseñanza Artística 2008, se ha destacado en el rescate, la investigación y puesta en escena del teatro clásico cubano, así como en el desarrollo del género musical y lírico.

Con la dirección de obras fundamentales como Baltasar, La hija de las flores, Santa Camila, Los Bufos, El becerro de oro, y El Conde Alarcos, entre otros, su nombre está vinculado al emblemático grupo Teatro Estudio, al Grupo Ateneo y al Conjunto Dramático de Cienfuegos, instituciones formadoras que marcaron pautas en el quehacer teatral de la Isla.

El Jurado del Premio Nacional 2010 estuvo presidido por José Milián y valoró otras ocho nominaciones, provenientes de 32 instituciones. Además de Milián, Alina Rodríguez, Carlos Repilado, Xiomara Palacios, Iván Camejo, Bárbara Rivero y Patricio Wood decidieron que Suárez del Villar fuera el elegido entre los hermanos Nelson Dorr y Nicolás Dorr, Freddy Artíles, Adria Santana, Fátima Patterson, Ramiro Herrero Beatón, Roberto Fernández y Francisco «Pancho» García. Según el jurado, el responsable de recordadas puestas en escena como Baltasar, La hija de las flores, Santa Camila, El becerro de oro y la ópera trova Donde crezca el amor, por solo mencionar algunas, es «nuestro más aristocrático teatrista», avalado, además, por una larga y brillante trayectoria, en la que destaca su labor como investigador. Se enfatizó, asimismo, su preocupación por el desarrollo del género musical, por la protección y apoyo al humor y a su Centro Promotor, además de su quehacer como formador de varias generaciones de artistas escénicos desde su labor, por años, en el Instituto Superior de Arte.