Gloria del deporte cubano, conocido con los motes de Papá Montero y Habana Perfecto. Durante 20 temporadas de actuación en Grandes Ligas, el record fue de 193-179, con promedio de carreras limpias de 3.23 y 28 salvamentos como relevista, 26 lechadas y 3 liderazgos en ese departamento, obtuvo el título de Campeón mundial en 1919 y 1933. Es considerado una Gloria deportiva del béisbol cubano y de América Latina, por ello en el salón de actos del Estadio Latinoamericano se encuentra un busto que perpetúa su memoria.
Los padres eran adinerados, por lo que recibió una buena educación, desde niño le gusto practicar beisbol, se inició en el Béisbol jugando la tercera base del club Vedado.
Era bajo de estatura, blanco de piel, por lo cual casi siempre se le veía la cara roja, de voz gruesa y carácter enérgico. Fue un gran pelotero, entrenador y director de varios equipos tanto en Cuba como en el extranjero, por lo cual todos los peloteros lo obedecían por el prestigió que se ganó.
Tenía un fuerte temperamento, por ello fue apodado "Habana Perfecto" en Estados Unidos y la defensa de la cubanía, estaba mas allá del vestir típico nacional de la época, llevando sombrero de pajilla, pantalón hacendado, guayabera y un "habano" de vueltabajero # 5 entre los dientes, le gano el respeto entre el público y los jugadores americanos quienes, varias veces, probaron el patriotismo a base de puñetazos sin ningún tipo de contemplaciones
Fue famoso como lanzador derecho en las Grandes Ligas a principios del siglo XX.
Nació en La Habana y debutó en los Boston Braves en 1914. En 1918, fue transferido a los Cincinnati Reds, donde jugó durante 12 temporadas.
En la Serie Mundial de 1919 jugó principalmente de pitcher.
Luque jugó en Los Angeles Dodgers en los años 1930 y 1931 y con los New York Gigants entre 1932 y 1935. Él estuvo con los Gigantes en la Serie Mundial de 1933, siendo el pitcher en el 5º y último juego de la serie frente de los Washington Senators. Terminó su carrera con un récord de 194-179 y un 3,24 ERA.
Luque se convirtió en un pitcher estrella en la temporada de 1920. Tras liderar la Liga Nacional en derrotas en 1922, él obtuvo su mejor año en 1923 liderando la misma liga con 27 victorias y un ERA de 1,93. Además lideró la Liga Nacional con una ERA de 2,63 en 1925.
El principal lanzamiento de Luque era la bola curva. Por lo tanto, él era bastante analítico con sus lanzamientos.
En Cuba, Adolfo Luque jugó como profesional desde 1912, año en que debutó en tercera base con el Fe y dejó archivadas 93 victorias frente a 62 reveses cuando en la temporada de 1938-1939 lanzó su último partido para el Almendares, equipo al cual sirvió la mayor parte de su vida y para cuyos parciales fue, mucho más que una figura mimada, un auténtico caudillo por su indiscutible calidad, por lo mucho que quiso la enseña azul, y por el carácter explosivo que lo dotó de un colorido excepcional.
Como manager, ganó siete campeonatos de la Liga Cubana para el Almendares y uno con el Cienfuegos. También fue un manager ganador con los "Pericos" de Puebla, en la Liga Mexicana Mayor, y durante ocho años fue entrenador de pitcheo para los Gigantes de Nueva York, plaza que abandonó para irse a México.
Su atención a los detalles lo hicieron un gran profesor tras su retiro, y Luque fue un entrenador de pitchers en el equipo de los Gigantes entre 1936 a 1938 y 1942 a 1945.
Era un hombre educado, hablaba inglés y español, fue catalogado como un modelo de manager, cuando le llamaba la atención a los jugadores lo hacía en buena forma, fue el mentor más renombrado del Puebla, así como en los Estados Unidos fue considerado como el cubano más importante, ya que tenía buenas relaciones con americanos tanto blancos como negros, pues no era racista.
Falleció por trastornos cardíacos.