Pelotero cubano, seis veces campeón mundial de béisbol amateur y tres veces titular panamericano y centroamericano.
Armando Capiró nació en el poblado de Santiago de las Vegas, en La Habana. Comenzó a practicar béisbol con nueve años de edad, mientras cursaba estudios primarios.
Participó en varios Juegos Escolares Nacionales, en los que demostró sus virtudes como bateador. En sus inicios jugó en varias posiciones del cuadro, algunas tan diferentes como la primera base y el campo corto, aunque también se desempeñó como lanzador, fundamentalmente por la velocidad que llevaban sus lanzamientos con el brazo derecho.
Integró la selección del equipo Boyeros, de La Habana, en los campeonatos provinciales, y en los juveniles conformó el conjunto Industriales. Entre sus primeros entrenadores estuvo el avezado profesor y otrora pelotero Juan Ealo, quien pulió sus deficiencias en el cajón de bateo.
Por la calidad mostrada, llegó en 1965 a las Series Nacionales de Béisbol (SNB) como miembro del equipo Occidentales.
En calidad de pitcher solo tuvo una participación en rol de relevo frente al equipo Las Villas, trabajando durante tres entradas para preservar el éxito de su equipo, con tres ponches incluidos. Pero sus grandes resultados en el béisbol le llegaron como jardinero y bateador. De hecho, en su primera ocasión oficial al bate en Series Nacionales disparó jonrón frente al zurdo Manuel Rojas, del conjunto Centrales. Este sería uno de los rasgos que lo caracterizó: su gran fortaleza al bate, junto con su eficiente defensa del jardín izquierdo.
En la XII Serie Nacional (1969-1970), Capiró tuvo una destacadísima actuación, sobre todo a la ofensiva, por lo que ganó el derecho a integrar la preselección de su país con miras a los dos eventos más importantes del año: los Juegos Centroamericanos y del Caribe, a celebrarse en Panamá, y el Campeonato Mundial de Beisbol, que lo sería en Cartagena de Indias, Colombia.
En la cita de Ciudad de Panamá -su primer evento extrafronteras-, Capiró hizo aportes al triunfo invicto del equipo cubano. Estuvo muy eficiente en la ofensiva, para terminar con excelente average de 579, producto de 11 hits en 19 turnos oficiales al cajón de bateo. Tal desempeño le dejó incluido en la formación titular para la lid mundial de Cartagena, meses después, en la cual Cuba retuvo la corona alcanzada en el año 1969 en similar torneo en República Dominicana.
En total, el recio jugador cubano participó en seis Campeonatos Mundiales de Béisbol amateurs. Al ya mencionado de Cartagena se agregaron los de La Habana (1971), Managua (1972), La Habana (1973), Cartagena (1976) y Parma (1978), en los que siempre alcanzó la medalla de oro, destacándose por su formidable bateo, sobre todo de largo metraje, y sus precisos tiros desde los jardines a las distintas bases. En la capital nicaragüense fue líder en carreras impulsadas (22). En total, promedió en esas citas del orbe para 339 a la ofensiva (81 hits en 239 veces al bate), y disparó 11 cuadrangulares, con 60 carreras impulsadas y 63 anotadas.
En ámbito internacional también tuvo logros en tres Juegos Panamericanos –los de Cali, Colombia (1971), Ciudad de México (1975) y San Juan, Puerto Rico (1979)-, e igual cantidad de Juegos Centroamericanos y del Caribe: Panamá (1970), Santo Domingo (1974) y Medellín, Colombia (1978), en equipos presentantes de su país donde sobresalían otros bateadores de fuerza como Luis Giraldo Casanova. En lides continentales, han pasado a la historia dos oportunos jonrones de Capiró: el que decidió el partido final frente a Estados Unidos, en México (1975), y el que empató sensacionalmente en San Juan (1979), con cuadrangular con las bases llenas, frente a Venezuela. En esos eventos Capiró promedió 412 en bateo (77 hits en 185 veces al bate), con 16 dobles, cuatro triples y 14 jonrones; remolcó hacia el home a 64 compañeros y pisó la goma en 58 oportunidades.
Armando Capiró se entregó por entero a la práctica del béisbol, favorecido por su potente brazo, sobre todo en los tiros al home, y por el enorme poder de sus muñecas para hacer desaparecer los lanzamientos de los pitchers rivales. Era temido y admirado cuando se paraba en el home plate. En la década de 1970 integró un trío de lujo junto con Agustín Marquetti y Pedro Medina, en los distintos equipos capitalinos a los que representó.
En su transitar por catorce Series Nacionales de Beisbol vistió, además del uniforme de Occidentales, los de los equipos Metropolitanos, Habana e Industriales. Aún se le recuerda por haber sido el primero en llegar al número de cien jonrones en torneos nacionales, cuando se utilizaba el bate de madera y los pitchers de la Isla tenían sobrada reputación. En el aspecto defensivo también alcanzó primacía. En el jardín izquierdo, posición que más jugó -aunque también se desempeñó ocasionalmente en el jardín derecho y en el central-, cometió muy pocos errores y sus rivales le respetaron siempre en el corrido de bases por su formidable brazo.
Fue el primer pelotero en conectar más de veinte cuadrangulares en una Serie Nacional, lo que aconteció en la duodécima versión (1972-1973), donde disparó 22 jonrones, para quebrar la marca de 19 que había impuesto tres años antes otro célebre jugador, Agustín Marquetti. Fue líder en carreras impulsadas (51) con el equipo Industriales, en 1971, y por dos temporadas, con el de La Habana, terminó al frente de ese importante departamento al impulsar 74. Obtuvo otros liderazgos en la campaña de 1977, con el equipo Metropolitanos, al terminar primero en hits (52) y en triples (7). Además, implantó record de partidos jugados ininterrumpidamente en Series Nacionales (368).
En 1979 fue intervenido quirúrgicamente de una lesión de rodilla. No obstante, tuvo buen rendimiento en la siguiente Serie Nacional, y también en la Serie Selectiva de 1980. A pesar de ser convocado a la preselección nacional y participar exitosamente en sus entrenamientos y preparación, no integró el equipo nacional para el Campeonato Mundial de Tokio, Japón. Una controvertida sanción que le impidió continuar jugando en los años siguientes, y otras lesiones en sus piernas, aceleraron su retiro del béisbol activo. Con cuarenta años de edad, Capiró participó en la Serie Provincial de 1988, en la que conectó catorce cuadrangulares y terminó con muy buenos averages, tanto ofensivo como defensivo, pero la comisión de la disciplina en La Habana lo evaluó como ya no apto para conformar las escuadras de Industriales o Metropolitanos en los torneos nacionales.
Así pasó a retiro Armando Capiró, quien en catorce Series Nacionales oficiales dió 1177 hits, conectó 186 dobles, 47 triples y 162 jonrones; impulsó 677 carreras y anotó 609. Alcanzó 298 puntos de average, y cerró con un poder al bate cercano a los 500 de slugging (492). Demostró que era un corredor rápido, pues llegó a robar 48 almohadillas a los receptores rivales, y fue aprehendido en 32 ocasiones. Recibió 496 boletos -de ellos 111 de carácter intencional- y se ponchó sólo en 348 ocasiones en 3948 veces al bate, algo significativo tratándose de un bateador de poder.
Fue uno de los raros deportistas que tuvo dos formalidades de retiro: la primera en 1989, en su natal Santiago de las Vegas, durante la celebración de un Campeonato Provincial, y la segunda meses después, en una ceremonia oficial de la Serie Nacional, realizada en el Estadio Latinoamericano, escenario de muchos de sus descomunales batazos. En los primeros años de su retiro trabajó como entrenador, en los terrenos del Hospital Psiquiátrico de La Habana, del equipo Boyeros, que anualmente participa en los Campeonatos Provinciales de La Habana.
En la actualidad combina esas labores con la responsabilidad de vicepresidente de la comisión municipal de atención a atletas retirados o en activo del municipio Boyeros, y prestó durante varios años valiosa colaboración en la preparación ofensiva de las selecciones de Industriales y Metropolitanos, las cuales toman parte en las Series Nacionales de Béisbol.
Por sus inolvidables hazañas en cuanto torneo tomó parte, Armando Capiró Lafferté es considerado por muchos el mejor jardinero izquierdo de la historia de la pelota cubana, y uno de los diez más sobresalientes jugadores del país después de 1959. Con justeza forma parte de los cien atletas más destacados del siglo XX en Cuba.