Mónica
Marziota
Valdés

Mónica Marziota
Nacimiento:  
1
/
1985

Soprano y cantautora cubano-italiana, egresada del Sistema de Escuelas de Arte Cubano.

Mónica es egresada del Conservatorio cubano Amadeo Roldán y graduada de nivel superior en la especialidad de Canto Lírico, en el Conservatorio Santa Cecilia de Roma. Fue premiada en agosto de 2017 con el premio Lunezia Internacional Mundo Latino siendo la primera integrante del catálogo del Instituto Cubano de la Música en recibir este reconocimiento.

Ha realizado en La Habana presentaciones como cantante lírica invitada al concierto de Fin de Temporada de la Camerata Romeu en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís. Canta en varios idiomas e incursiona en diferentes géneros musicales. Ha llevado su música a Canadá, Nigeria, España, Francia y Austria, además de Italia y Cuba.

Comienza a los seis años en el Conservatorio de Música ‘Alejandro García Caturla’. En el Conservatorio estuvo tres años de nivel elemental. Los siguientes cuatro años en el instrumento de piano los recibe en la escuela Manuel Saumell.

“En el ‘Amadeo Roldán’ pasa el nivel medio superior, donde cursa teórico y dirección coral. Luego el nivel superior lo recibe en Italia, parte en el Instituto Superior de Estudios Musicales ‘G. Briccialdi’ y otra en el prestigioso Conservatorio ‘Santa Cecilia’ en Roma”.

Premios
Con apenas 32 años, la cantante cubano-italiana, Mónica Marziota, ha sido la primera integrante del catálogo del Instituto Cubano de la Música en recibir el premio Lunezia internacional mundo latino, creado en 1996 para honrar a las mejores letras de canciones italianas por su valor musical literario y conferido a músicos de la talla de Andrea Bocelli, Laura Pausini, entre otros.

Mónica habló muy temprano y cantó poco después. Un día la madre llegó a buscarla al Círculo Infantil y le dijeron: “Traiga una autorización de la madre para llevársela”. “Yo soy la madre”, contestó. “Es que con mi tipo… casi nadie creía que aquella niñita rubita fuera mi hija”. Su madre es mulata. Además, habanera, hija de uno de los músicos de la generación de oro del Buena Vista Social Club y la mayor de cinco hermanos que estudiaron música por vocación, deseo del padre, y también de la madre, una soprano natural sin estudios profesionales.

A inicios de los 90, durante el periodo especial, Carmen y Monica viajaban cada día unos 15 kilómetros desde La Habana Vieja hasta el Conservatorio de Música Alejandro García Caturla, y más tarde al Manuel Saumell, menudo esfuerzo en aquellos años de carencias. “Yo no sufrí el periodo especial, era muy pequeña y no tenía conciencia de lo que pasaba. Tampoco creo que en mi casa repercutiera mucho, aquí no había ni apagones, porque la electricidad en La Habana Vieja es soterrada. Tampoco tenía interés en las cosas materiales. Mi mamá en cada cumple-mes me regalaba un poema, un libro o una canción, eso era lo que tenía importancia para mí” ha dicho Mónica.

Luego de graduarse en el Conservatorio Amadeo Roldán, a los 17 años, Monica saltó hasta Toronto para estudiar canto de jazz en el Royal Conservatory. Dos años después, hasta Roma, donde se graduó de Canto Lírico en 2013, en el nivel superior del Conservatorio Santa Cecilia.

“Irme al extranjero a estudiar no fue una decisión para toda la vida, ni en aquel momento, ni ahora. Estudiar en Canadá fue una experiencia diferente a Cuba. Me dio una visión de cómo se hace música en otro lugar y me ayudó en la disciplina. Tienen mentalidad anglosajona y eso impone rigor. Estaba muy interesada en aprender teatro musical, que estudié después en Roma”.

En Cuba, Monica debutó en 2008, como invitada en un concierto del trompetista Yasek Manzano, en el Teatro del Museo de Bellas Artes. De entonces para acá no han llovido sus presentaciones en la Isla, pero las de noviembre de 2019 fueron especiales.

En el Festival de Música Contemporánea Mónica interpretó Dos poemas de Lorca, musicalizados por Guido López Gavilán y Cinco canciones negras, de Xavier Montsalvatge. Junto a la exquisita y potente voz, un histrionismo contenido y el vuelo de sus largos y expresivos brazos.

“El desempeño escénico forma parte de mis estudios, pero la idea de usar los brazos nació natural. No estoy pensando qué voy a hacer con ellos, solo dibujo lo que canto. Una profesora me dijo: ‘Tienes que encontrar un centro, donde te sientas cómoda’. Mi centro es sentir que estoy flotando en el escenario y que la voz flota conmigo y ahí necesito mover los brazos. Siempre he sido una persona muy física. Yo tengo que moverme, tocar, no puedo cantar tiesa. No me desplazo mucho, pero me muevo con los brazos”.

La carrera musical de Monica no ha sido vertiginosa. Siento que ha dedicado mucho tiempo a su formación y a delinear sus objetivos. También se lo tomó para meditar sobre los temas que siguen.

“He dedicado tiempo al estudio y siempre me parecerá poco. Me he tomado tiempo para descubrir, conocer, estudiar, y a la vez, descubrirme, conocerme, estudiarme. Para mí son fundamentales la reflexión y la búsqueda. No vivo el tiempo como un enemigo. He disfrutado, con altas y bajas, tomarme el tiempo necesario para ser quien soy hoy, y seguiré respetando el tiempo que me tomará en convertirme en la persona y artista que quisiera abrazar mañana.