Periodista del periódico Escambray, en la provincia Sancti Spíritus. Reportero, director de programas, guionista y analista en los espacios radiales.
Proviene de una gran familia. Del padre evoca la pasión por la lectura, aquel librero repleto de obras salidas de quién sabe dónde. De la madre, la entrega sin límites. Refiere que nació prácticamente en medio de un naranjal en Bacuino, municipio la Sierpe en Sancti Spiritus.
En el camino hacia la sabiduría, llegaron manos diligentes de maestros como Argilio Meneses en su escuelita rural o Marilyn Helguera, profesora de Español y Literatura en la vocacional "Che Guevara", que le revelaron los misterios de las letras. En el azar de la vocación, un chino delante, Arturo Chang, despertándole la pasión por la noticia en su niñez campesina.
Estudió en las Vocacional Che Guevara y luego periodismo en la Universidad de Oriente. Graduado en la Universidad de Oriente en 1988, con la condición de Mejor Alumno Integral. Al terminar los estudios universitarios comienza a trabajar como periodista en Escambray, el periódico provincial de Sancti Spíritus.
“En septiembre de 1988 llegué a Escambray con ganas de comerme el mundo, como casi todo recién graduado, con proyectos de varias entrevistas de personalidad bajo la manga —refiere con la emoción encendiéndole los ojos—. Enseguida aprendí que a la cima de la montaña no se arriba en paracaídas, por veredas, ni de hoy para mañana. A la cima se llega a pie, por trillos, abriendo trochas, sin temer a las caídas. O sea, no tardé en comprender que la leña verde no hace fuego. Al poco tiempo bajé de la nube y empecé a caminar con la ayuda de mis colegas; claro, sin dejar de soñar”.
Y así, paso por paso; día tras día, Ojito se fue convirtiendo en un gran periodista, dispuesto a escribir lo mismo de zafra que de poesía, capaz de saltar cualquier barrera para indagar hasta el cansancio y llegar a la verdad, sabio para buscar las maneras de convencer a través de los argumentos de la razón. Con sus medios, un solo fin: llegar a lo más hondo, sin dejarse deslumbrar por la frescura de las ramas. “Ese camino ha sido bastante pedregoso; a la raíz se llega con el auxilio de la investigación, que es el gen, la matriz del periodismo de pura raza. He tratado de no ser rehén del periodismo impresionista. No arriesgo la palabra por lo que supongo o creo a priori”.
Tal vez por casualidad, Enrique Ojito conoció la Radio y se rindió ante sus encantos en poco tiempo, sin olvidar jamás el deslumbramiento ante la página abierta a su pluma virtuosa. Ni en un plano, ni en el otro. El destino unió dos pasiones en un mismo hombre; él, sabio al fin, fue capaz de conquistarlas y se quedó con las dos.
Más de 300 premios provinciales y nacionales acumula en su ejercicio de la prensa. Pero solo se debe a su más exigente censor: el público. A él se ha entregado en alma y cuerpo. Al periodismo le ha consagrado la existencia, a riesgo de su propia salud; a cambio de algunas gratitudes y muchos sinsabores.
Entre los obstáculos que tiene que sortear cada día está un cierto grado de deficiencia visual pues padece de retinosis pigmentaria.
Es profesor adjunto del Centro Universitario de Sancti Spíritus y ha impartido talleres y conferencias en varias provincias. Premio Anual de Periodismo Juan Gualberto Gómez en Prensa Escrita correspondiente al año 2008.
Ha desarrollado su vasta labor profesional, durante más de tres décadas de ejercicio activo, en dos espacios tradicionales de manera simultánea y en ambas con una sobresaliente y sostenida excelencia estilística y una visión analítica raigal: la prensa impresa en el periódico Escambray y la radial, en Radio Sancti Spiritus.
Se expresa también en el acertado uso de las redes sociales y la comunicación multimediática que caracteriza este milenio.
Enrique Ojito Linares es un periodista que ha llegado a la cima a pie, por trillos, abriendo trochas, sin temer a las caídas. Ha recibido el Premio Nacional de Periodismo José Martí por su extraordinaria obra, pero ni por asomo se cree una estrella.
Por esa pasión impenitente, por ese gran amor correspondido, llegó como recompensa el Premio Nacional de Periodismo José Martí a la obra de su vida. “La noticia solo la comparo con el nacimiento de mis hijos. Ante todo, pensé en mi papá, el hombre que me enseñó que las ideas no se injertan, sino que se siembran; pensé en mi mamá, una mujer que costeó mis gastos universitarios en Santiago de Cuba con su salario de auxiliar de limpieza. Pensé, también, en mi gente de Escambray, donde me curtí como periodista”.
Acta del Premio Nacional de Periodismo José Martí 2020 por la obra de la vida
El Jurado del Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida, correspondiente al año 2020 —integrado por los 15 periodistas al pie de firma de esta declaración—, tras un análisis profundo e íntegro de las 37 candidaturas, presentadas por igual número de delegaciones de base de la Unión de Periodistas de Cuba, y luego de un exhaustivo debate que mostró la cuantiosa valía de los propuestos y permitió, en igualdad de condiciones, apreciar y justipreciar sus méritos, resolvió otorgar la más alta distinción del gremio, a:
Un colega que ha desarrollado su vasta labor profesional, durante más de tres décadas de ejercicio activo, en dos espacios tradicionales de manera simultánea, y en ambas con una sobresaliente y sostenida excelencia estilística y una visión analítica raigal: la prensa impresa y la radial, y se expresa también en el acertado uso de las redes sociales y la comunicación multimediática que caracteriza este milenio.
El reconocimiento de lectores y radioyentes, de sus compañeros en el ámbito provincial y nacional, y el aval de casi 300 premios y galardones en diversos certámenes —que incluyen el Premio Anual Juan Gualberto Gómez en 2008, 2011 y 2016 y Menciones Especiales en 2004, 2010 y 2018—, certifican un desempeño de buen hacer.
Nuestro premiado conjuga constante aprendizaje, maestría, valentía, belleza estilística y sólida preparación profesional en el abordaje —desde todos los géneros del periodismo, con énfasis en el investigativo — de temas complejos y controversiales de la realidad económica, cultural, social e ideológica; un chapuzón diario a cuenta y riesgo en la agenda pública, desde la ética, los principios y la lealtad a la patria cubana, que le permiten desde el coraje personal ver con claridad presente y futuro.
A su quehacer propio une la contribución de modo protagónico al diseño, ejecución y evaluación del modelo de gestión editorial del medio de prensa donde labora; se le estima de igual manera como reportero, director de programas, guionista y analista en los espacios radiales; y se le aprecia en la condición de «maestro» por la permanente disposición a compartir conocimientos con los demás.
En una ocasión, una mano suave, «de caballero, sin aspavientos de poder», estrechó la suya y acompañó el saludo con un «!Vamos bien!, ¡Vamos bien!» para él y el colectivo que representaba. Hoy, acompañamos con satisfacción aquel reconocimiento fidelísimo, y también decimos desde el periodismo cubano, al saber, al quehacer, a la voluntad férrea de un hombre parado firme en Escambray, centro espirituano de nuestra Cuba: Contigo ¡Vamos bien!