Omara ovacionada por el público en festival de Murcia
El público que llenó el auditorio del parque Torres de Cartagena (Sureste) ovacionó en pie a la diva de Buena Vista Social Club, la cubana Omara Portuondo, en el inicio de su gira de despedida, en lo que resultó ser una noche mágica de la "novia del feeling" que con 91 años sorprendió con una actuación de hora y media de duración.
Sobre el escenario le acompañarán los músicos Andrés Coayo (percusión), Martín Alejandro Chávez (batería), José Raúl Machado (bajo), Yadasny José Portillo (piano y dirección artística), este último en todo momento pendiente de Omara, quién estuvo todo el concierto sentada en un gran sillón de mimbre 'Pavo Real', del que solamente se levantó a mitad de concierto para descansar mientras el grupo interpretaba el changüi de Guantánamo Pa Jesusín compuesto por este pianista.
En su gira de despedida Omara Portuondo interpretó canciones de siempre, como Solamente una vez, Bésame mucho, Veinte Años, Tal vez o Quizás, quizás, Tú me acostumbraste, Amor de mis amores, Mi mejor canción y Dos gardenias, que el público cantaba acompañando a la mítica artista.
El concierto comenzó con Tabú en un silencio sepulcral dado la expectación que había en el ambiente por presenciar la entrada en el escenario de Omara, que ya recibió en 2014 el premio de La Mar de Músicas, y que siente predilección por esta ciudad en la que inició su gira Vida World Tour.
A continuación llegó Amor de mis amores y Con dos que se quieran, en la que el público acompañó a Omara con palmas cuando ésta cantaba al coro "a lo mejor para el año que viene", momento en el que el concierto cambió por completo y se produjo la magia que hizo que Portuondo mostrara un rosto alegre y contento por la complicidad que estaba despertando en el auditorio.
A la vuelta del descanso, casi a la hora de concierto, Omara regresó para interpretar la canción que le dio a conocer al gran público gracias a Buena Vista Social Club, Veinte años.
La casualidad quiso que Omara Portuondo y su banda grabasen en 1996 en una de las salas de los míticos EGREM de La Habana al mismo tiempo que lo hacía BVSC.
Ry Cooder, el productor, la escuchó y decidió incluirla en el álbum. A partir de este tema Omara se divirtió con cada canción que interpretaba hasta llegar a la hora y cuarto de concierto con una temperatura que alcanzaba los 30 grados.
Cuando el pianista se levantó para dar por finalizado el concierto y se dirigió a la silla para acompañar a Omara al backstage, el público comenzó a silbar y pedir los clásicos bises que la Portuondo estaba deseando interpretar a pesar del cansancio acumulado.
Fueron dos clásicos inmensos como Dos gardenias y Bésame mucho, que ya sí fueron cantadas por todos los asistentes en pie. No conforme con los bises, Omara comenzó a cantar "déjala que siga andando, que siga guarachando" con el acompañamiento de la sección rítmica en un compás interminable que tuvo su momento culminante cuando con apenas fuerzas se levantó de su silla e hizo un amago de bailar bajo la mirada atenta de sus ayudantes.
"Me da mucha pena", decían algunos espectadores al acabar el concierto sabedores de que lo más probable es que no vuelvan a verla.
"Está muy viejita", comentaban otros en la salida, pero el comentario general fue el alma de una artista de reconocimiento mundial que ha querido dar su último adiós con una gira de despedida.
En 2019 se anunció que Omara se retiraba y vino al festival de jazz de Cartagena (España), pero Portuondo es mucha Portuondo, y todavía le han quedado fuerzas para hacer su última gran gira mundial.
Cuando se enteró el Ayuntamiento en febrero, ya tenía el festival programado, pero no han tenido dudas de que se incorporase a la programación.
"Para mí cantar es vivir, es mi manera de ser. Si me preguntan por mi lugar favorito, será siempre el escenario, la canción que canto, el próximo aplauso. Mientras tenga voz y alguien me quiera oír, permítanme cantar", señaló la artista a los organizadores.
Omara Portuondo Peláez
cantante, arte
Hay algo de cinematográfico en la historia de Omara Portuondo. Hija de una mujer de familia española y bien que abandonó su círculo social para casarse con un bello jugador negro del equipo nacional cubano de béisbol —lo que la llevó a tener que ocultar en público este enlace, pues los matrimonios mixtos no estaban nada bien vistos en Cuba en aquella época—, Omara entró en contacto con la música ya en su más tierna infancia. Como en cualquier otro hogar cubano, la futura cantante y sus hermanos crecieron rodeados de la música que, a falta de gramófono, entonaban sus padres.