Manuel López Oliva: Puestas en escena irrepetibles en Detroit
En la obra del pintor Manuel López Oliva, desde hace más de dos décadas, aparecieron múltiples señales de la teatralidad, de la máscara, la ritualidad y la vida metaforizada por los disfraces de la cultura. Además de que sus piezas pasean plenas de colorido, son minuciosas en la elaboración que suma texturas y rasgos sueltos con facturaciones que recuerdan formas artesanales.
En cada uno de sus trabajos van implícitos todos los signos plásticos de su quehacer, lo que le provee de tal nivel de unidad por encima de las mezclas estilísticas y variaciones. Es decir, aquello que aun se enlaza con el Pop y la Nueva Figuración asumidas en sus comienzos (década de los sesenta), y se funde con etapas posteriores de su evolución, donde lo abstracto, el expresionismo, la libre asimilación de los códigos medievales y la posmodernidad han tenido indudable presencia.
Ahora, esa sustancia personal que integra los modos distintos de manifestarse de este creador, se encuentra a la vista de todos en la exposición Open scene (A teatro abierto), inaugurada hace unos días en el Centro N`Namdi de Arte Contemporáneo de Detroit, Estados Unidos. Un total de 24 obras (pinturas sobre tela) de gran formato, componen esta muestra del también crítico y ensayista cubano, gestada durante la pasada Bienal de La Habana, por invitación del propietario de dicha institución, y se mantendrá abierta al público norteamericano hasta principios de enero de 2019, en una de las dos galeras del centro multicultural, ubicado en la ciudad más pobladas del estado de Michigan.
MÁSCARAS, TEATRO, CARNAVAL...
Una de las fiestas populares más auténticas de la vida cubana, como ocurre en todo el complejo geográfico Caribe, es el carnaval, con sus desbordamientos, sensualismos, rituales y disfraces. Por sus mismas vivencias infantiles, en alguna manera marcada por la relación con los carnavales de su Manzanillo natal, López Oliva se vio compulsado a darle forma en sus creaciones a personajes y refranes carnavalescos. Esta función de la fiesta tradicional en su lenguaje plástico, es así mismo un indicador de la influencia que determinadas facturas artesanales, propias de la ornamentación popular en el estilo, han tenido en sus obras. Ello explica quizá la acentuada originalidad de su estilo, que si bien se ha nutrido de variadísimas corrientes del arte plástico clásico y moderno, también es deudor del arte del tejido, el bordado, el mosaico y la misma producción de adornos, muñecones y otros elementos propios del carnaval.
Frecuentemente el pintor ha dicho que, para él, el Teatro es una metáfora de la vida. Por eso existe una indirecta presencia de los acontecimientos y problemas del hombre de hoy dentro de las alusiones teatrales localizadas en los cuadros de este creador. Aunque los propios títulos nos remiten a obras, partes y proyecciones de la teatralidad de todas las épocas, y el espectador puede advertir similitudes con el acontecer diario, con la sicología de las gentes, e incluso con situaciones y arquetipos de la cubanía. Arte dentro de otro arte, teatro transformado en pintura, fusión de una vasta información cultural en el tejido poético de las obras, es aquello que caracteriza la dimensión universalista de López Oliva como parte de los pintores cubanos de espíritu abierto y avanzado. El no pinta el teatro, ni pone a actuar a actores o danzarinas en un determinado escenario, sino que "veo toda la realidad a través del prisma de una estructura teatral imaginaria". Es que el teatro es para él una metáfora de la vida. Por eso existe una indirecta presencia de los acontecimientos y problemas del hombre de hoy dentro de las alusiones teatrales localizadas en los cuadros de este creador.
A partir de un breve diálogo sostenido en su casona de Santos Suárez, el conocido artista habló de su obra y de sus inquietudes en el arte en general. Las palabras enfocaron ¿el teatro? Con esa facilidad de expresión característica, dijo que realmente su segunda vocación no es la crítica de arte, es el TEATRO (y la "subrayó" en el diálogo). Lo otro fue necesidad de comunicación filosófica o social con la gente. Pero el teatro, aparte de la plástica, fue lo que sentí muy adentro desde niño.
"Para mí, la teatralidad, es la existencia de toda la sociedad que vive en una perpetua puesta en escena, una obra de teatro —con baile, mímica—, ininterrumpida. Y logré entender que era el sistema de expresión más coherente con mis intereses, tanto pictóricos como visuales, en general". Y en su labor pictórica, cada obra funciona como una puesta en escena autónoma, cada una es un problema estético, una imagen visual concebida con la independencia de una pieza que en un momento está relacionada con el teatro, con la vida y con un problema humano. El conjunto de esas obras me funciona como una gran compañía de teatro que está exponiendo sus creaciones compañía de teatro, ópera, ballet".
LÓPEZ OLIVA, NO PRECISAMENTE CLÁSICO
Puede resultar insólito que un pintor profundamente cubano y caribeño trasmita en sus realizaciones el sabor del pintor medieval y renacentista, y no pocas veces también del clasicismo y la evocación expresionista. Este es el caso de López Oliva, donde el vigor de los colores atenuados por densas atmósferas o el dibujo que se desplaza en ocasiones como un arabesco lineal, construye imágenes que se identifican con los estilos históricos mencionados, sin perder por ello su tremenda contemporaneidad, que por la pluralidad de sentido, ha sido catalogada por algunos de creación post-moderna.
Entre estos elementos, la luz aparece en su obra como un personaje más, es también protagonista de esas historias pictóricas. El fenómeno de la luz me ha interesado siempre, comentó, tanto en la vida física como en el paisaje. "Pero principalmente, la luz del barroco y la específica del teatro, tanto clásico como tradicional. Esa que está generada por las candilejas y por los focos colocados encima del espacio de la tramoya".
Entre los artistas que le han resultado sumamente interesante por el trabajo de la luz señaló al impresionista Degas, sobre todo la que aparece en sus lecciones de baile, así como Toulouse Lautrec en el que se observa un juego creador con la luz artificial. De Cuba señaló a Carlos Enríquez, quien logró vibraciones luminosas propias del intenso sol que nos baña, lo que provoca una leve neblina que envuelve a sus paisajes y figuras. De ahí el fenómeno de las transparencias, que es resultado de su manejo cromático de la luz. El estudio de todo esto, del claroscuro del barroco, de los efectos del blanco, que muchos pintores manieristas y barrocos utilizaban, le sirvió a López Oliva para comprender que en esas piezas que viene realizando desde el 1992, tenía que producir, en el cuadro o en el performance, un tipo especial, imaginario y tramposo efecto general de iluminación.
"En mis cuadros, comenta, no hay iluminación natural, sino iluminación del teatro, que puede ser de un teatro cotidiano o romántico, como también del infierno entendido como ámbito teatral. Lo que él hace es máscara, "es tatuaje, gesticulación profesional o de poder, es como el escenario que existe en el propio cuerpo. Porque el hombre lleva en su fisonomía también un teatro. Puede ser un teatro-escenario, un teatro-tribuna, un teatro-escritorio, un teatro-baile, un teatro ético..., y a la vez, un tipo de teatro en el cual, el hombre deja de ser hombre para convertirse en objeto de sus intereses".
Ahora los coleccionistas, amantes del arte, estudiantes, profesores y público norteamericano en general tienen la oportunidad de establecer una conversación imaginativa con los trabajos de este creador en ese importante Centro de exposiciones, como ya lo había hecho antes Manuel Mendive.
El artista, según expresó, no pudo estar en la inauguración, pero próximamente viajará a Estados Unidos para participar de talleres, conferencias y visitas dirigidas, que no solo serán ocasiones propicias para revelar claves de su estilo, sino también para sacar a la luz verdades esenciales de la cultura de Cuba.
Fuente: Cubarte