Foto
OnCubaNews

Ha muerto el pianista y pedagogo cubano Salomon Mikowsky

Ha muerto en Manhattan el pianista y profesor Salomón Mikowsky.

Mikowsky, nacido en Cuba de padres judíos polacos, recibió sus primeras clases de César Pérez Sentenat, quien fue alumno en París de Joaquín Nin, a su vez alumno de Moszkowski, discípulo de Liszt.

También estudió teoría de la música con Argeliers León y solfeo con Luis Pastoret. Tras obtener una beca en la Juilliard School continuó sus estudios en Nueva York con Sasha Gorodnitzki, destacado discípulo del legendario virtuoso ruso Josef Lhevinne; allí obtuvo los títulos de Bachelor y Máster. Posteriormente hizo un Doctorado en la Columbia University.

Profesor de la Facultad de Piano de la Manhattan School of Music durante más de 30 años, recibió la Medalla Presidencial por Distinguida Contribución que otorga dicha entidad. Impartió clases magistrales en los más importantes conservatorios de todo el mundo. Sus alumnos siempre han conseguido numerosos éxitos, han sido solistas en Orquestas Sinfónicas de diversos países y han ganado premios en prestigiosos concursos internacionales.

Salomón Mikowsky organizó, financió parcialmente y dirigió —en complicidad creativa con el Historiador de La Ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler y el equipo del Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas— el Encuentro de Jóvenes Pianistas que ha tenido numerosas y brillantes ediciones en la capital cubana desde el año 2013.

El texto que publicamos a continuación, inédito hasta el momento, fue escrito originalmente en inglés por el pianista español Mateo Lorente Romero, director del Conservatorio de Música Rodolfo Halffter de Móstoles, España. Magazine AM:PM agradece al Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas y al autor, el honor de hacer pública esta hermosa reflexión sobre un gran músico, promotor cultural y maestro de generaciones.

Ojalá hubiera podido escribir estas palabras en español, que es la lengua materna de Salomón y mía. Madre significa fuerza, claridad y compromiso. La sutileza de los significados se comunica mejor en el idioma en el que hemos experimentado nuestras primeras impresiones de la vida.

La creatividad, la sensibilidad y los comportamientos de Salomón están necesariamente conectados con su Habana natal. La Habana es ritmo, es vida vibrante, es donde todo comienza. Esto solo se puede entender si hemos tenido la oportunidad de dar un paseo por Centro Habana o La Habana Vieja, donde la vida supura entusiasmo y fuerte apego al amplio significado de la pasión. Los sonidos de esta ciudad están profundamente grabados en su alma. Las tardes en la playa y las escapadas nocturnas para la “croquetica” dejaron una huella profunda en lo que se ha convertido como adulto.

Salomón siempre ha tenido esa intensa atracción por la belleza, en todas sus manifestaciones. Desde la belleza física humana hasta la más elevada, encarnada en las artes y especialmente en la música. Comenzó con su admiración por la madre de Germán en su infancia, cuando pasaba el tiempo escuchando conversaciones sobre arte y aprendiendo de qué se trata la vida. Esta atracción por la belleza ha sido su leitmotiv y al mismo tiempo su drama. La belleza en sí misma es drama, nunca podremos aprehenderla. Podremos admirarla, disfrutarla, pero nunca apropiarnos de ella. Después de darse cuenta de que es imposible alcanzar la perfección, decidió consagrarse a una de las profesiones más inspiradoras que pueden existir: El arte de apoderarse de algo y pasarlo a las siguientes generaciones. Y eso es todo un reto.

La forma en la que ha entendido la enseñanza no ha sido solo a partir de la transmisión de conocimientos, sino sacando de los alumnos todas sus potencialidades, trabajando las debilidades y haciéndoles disfrutar de sus fortalezas. Trató de explorar lo mejor de cada estudiante, sin dejar de respetar su personalidad. A veces, la vulnerabilidad del alma humana hacía que algunos de ellos abandonaran, cuando actuaba como un espejo donde los estudiantes tenían que enfrentarse a sí mismos. Su arte de enseñar era más bien el arte de exponer el alma humana en la desnudez de sí misma.

Completamente absorto en la intención de llevar el sonido al máximo, ha tratado de hacernos entender que la belleza en el sonido puede traspasar todas las fronteras y traernos una especie de éxtasis que solo la música puede brindar. Es como cuando caminamos por el jardín y nos detenemos a disfrutar del aroma de las flores en lugar de caminar sin parar.

Querer alcanzar la perfección también es a veces peligroso. Hay un punto en el que la mente, cansada de buscar, abandona la realidad y se instala en un mundo paralelo. La colisión entre una y otro, ha hecho que Salomón se enfrente a la vida al límite. La sutil línea entre la locura y la cordura ha sido muy pequeña en él. La mente, cansada de la realidad, se entrega a la locura. Y también hace un escudo contra el dolor, no el dolor físico sino el invisible del alma.

La música ha sido su válvula de escape. Nosotros, sus alumnos, hemos tenido la oportunidad de disfrutar de esa combinación entre locura y cordura. Absorbido por su pasión musical, ha tratado de transmitirla toda a través de su energía inquieta. Podría estar escribiendo durante horas sobre muchas anécdotas a lo largo de los años, viajes, lecciones y conversaciones. Todos terminan en el mismo punto: la búsqueda de la verdad a través de la música. Para aquellos que no han sucumbido a las religiones institucionales, la música es un bálsamo que nos acerca a la verdad. Verdad real que no se ve afectada por el tiempo ni por el espacio, ni por las imperfecciones humanas. Solo esperamos poder hacernos cargo de sus enseñanzas y transmitirlas para que permanezcan como una huella en la eternidad.

AMPM Magazine

Salomón Gadles Mikowsky


pianista, música, artes, pedagogo

Pianista y pedagogo. Es catedrático de piano en Manhattan School of Music de Nueva York desde hace más de 30 años, asi como en Chicago College of Performing Arts. Nace en La Habana, Cuba, el 10 de marzo de 1936. Hizo estudios de música en Cuba entre 1944 y 1955: con Luis Pastoret, solfeo; Argeliers León, teoría, y César Pérez Sentenat, piano. En 1955 marchó a Nueva York, donde estudió con el pianista cubano Santos Ojeda.