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Radio Caibarién

Familia de ajedrecista cubano Guillermo Garcíarecupera premio de $10 mil dólares retenido en EE.UU.

La larga y angustiosa batalla de la familia del Gran Maestro Guillermo García (1953-1990) por rescatar el monto de un premio retenido al eminente ajedrecista cubano en Estados Unidos por 34 años, culminó finalmente esta semana con el triunfo de su único heredero.

Después de un escabroso litigio legal y la reciente reanudación de las operaciones de Western Union para el envío de remesas a Cuba, Antonio García Labrada, hijo del ajedrecista, tendrá acceso a un caudal hereditario de $10,413.84 dólares que permaneció congelado en un banco de Nueva York a causa del bloqueo, las regulaciones federales para transacciones de herencias y las barreras financieras impuestas por la administración de Donald Trump desde noviembre de 2020.

Con el visto bueno del Departamento del Tesoro y la activación del programa piloto puesto en marcha esta semana por Western Union, termina una tensa partida de la familia García Labrada por la recuperación del monto otorgado al ajedrecista como premio a su actuación en el Torneo Abierto de Nueva York, en 1988, cuando se posicionó en segundo lugar, detrás del GM ucraniano Vasili Ivanchuk.

Pero las restricciones del bloqueo le impidieron cobrarlo por residir en Cuba, incluida en el listado de países patrocinadores del terrorismo desde 1982, y García tuvo que regresar a La Habana con el pergamino de subcampeón y las manos vacías, a la espera de una modificación de las reglas sobre el tablero político.

El premio para Guillermito -como popularmente se le conocía al jugador- fue entonces de $10,000 dólares, pero el total acumulado en la cuenta durante el tiempo transcurrido ascendió a $16,468.89 dólares. De esa cantidad los abogados involucrados en el caso, José I. Valdés, en Miami, y William T. Shepard, en Nueva York, cobraron unos $6,000 en honorarios legales y por administración del caudal hereditario, y el dinero restante corresponde a García Labrada, de 38 años y residente en La Habana.

“Ha sido una verdadera odisea llegar al final de este caso”, dijo el abogado José I. Valdés, quien tuvo a su cargo la representación de García Labrada en Estados Unidos por 10 años. “Ningún proceso de reclamación de herencias de residentes en Cuba ha sido tan prolongado y exigente como este”.

Valdés pertenece a un selecto grupo de abogados estadounidenses que cuentan con licencia especial de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro para representar los derechos de ciudadanos cubanos con herencias en Estados Unidos.

El otorgamiento y cobro de caudales hereditarios a cubanos residentes en la isla fue autorizado por la administración de George W. Bush en 2003. Desde entonces, la OFAC reguló que los herederos cubanos pueden recibir mediante remesas el dinero adjudicado por tribunales estadounidenses y retenido en las Cuentas Cubanas Bloqueadas (CBA), también conocidas como “cuentas congeladas”.

Se estima que más de $500 millones han sido enviados a herederos en Cuba utilizando este mecanismo legal. La OFAC no ha revelado una cifra exacta de las operaciones cumplidas en esta modalidad desde que se abrió esta opción hace dos décadas.

Fue así que en 2013 González Labrada inició la tramitación de la cuenta congelada a nombre de su padre en el Banco Popular de Puerto Rico, en la sucursal de Manhattan.

¿Por qué fue colocada allí la cuenta del ajedrecista? El historiador y periodista Miguel Ángel Sánchez, autor de la biografía Capablanca, leyenda y realidad (2015), recuerda las razones que tuvo el abogado cubanoamericano Eddy López para recomendarle ese paso a Guillermito tras su exitoso desempeño en el torneo neoyorquino.

Las restricciones del bloqueo impedían que García se quedara en Estados Unidos o se fuera a residir a un tercer país, pero eso no estaba en los planes del trebejista villaclareño. La prohibición conmocionó al mundo ajedrecístico y la prestigiosa revista New in Chess llegó a calificarlo como un caso “verdaderamente abominable” de la injerencia de la política en los asuntos del ajedrez.

“López era muy amigo del director del torneo, José Cucci, y al enterarse de que Guillermito no podía cobrar el dinero, decidieron entre ambos que el dinero se retendría en el Banco Popular de Puerto Rico (BPPR), del cual López era abogado asociado”, relató Sánchez.

Según el historiador, el abogado López valoró poner el dinero en un fondo de inversión no agresivo, pero finalmente se decidió por una cuenta regular con interés, para correr menos riesgo por todo lo que significaba para el ajedrecista.

“Y creo que estuvo bien claro en la decisión”, afirmó Sánchez.

Pero los trámites con el BPPR se complicaron más de lo previsto.

Había que traspasar la cuenta congelada del fallecido a una similar creada a nombre del reclamante en un banco estadounidense, que realizara transacciones de cuentas bloqueadas, entre los que podrían seleccionarse el Professional Bank y el Coconut Grove Bank, ambos en Miami, pero el BPPR exigió otros requisitos adicionales.

En junio de 2014, un tribunal cubano emitió la declaratoria de herederos sobre los bienes de Guillermo García González, la cual designaba como único beneficiario a García Labrada. La viuda del ajedrecista, Ada María Labrada, también residente en La Habana junto a su hijo, había renunciado a sus derechos hereditarios.

Tras esa decisión judicial, la OFAC autorizó en noviembre de 2015 la creación de la cuenta bloqueada para el titular Antonio García Labrada, pero el BPPR subió la parada de sus exigencias y determinó que debía pasarse el caso al Tribunal de Herencias y Tutelas de Nueva York para declarar firme la adjudicación y poder emitir el cheque pagadero.

La cuestión se complicaba aún más, pues hubo que gestionar un abogado con licencia del estado de Nueva York y dispuesto a cobrar honorarios bajos para no afectar el monto destinado a García Labrada.

“Fue realmente providencial hallar a Shepard con la disposición de hacerlo y debe agradecerse su generosidad para que este proceso pudiera destrabarse”, dijo Valdés, quien también redujo el costo de sus honorarios.

La enredadera legal no paró ahí. El tribunal de Nueva York pidió declaraciones certificadas de que Valdés representaba a la familia García Labrada en Estados Unidos y era el albacea del caudal hereditario, así como una carta de la funeraria que acogió las exequias del ajedrecista, confirmando que no se debía ningún dinero por ese servicio cumplido.

Después de cumplir los trámites de certificación en la embajada de Estados Unidos en La Habana, los documentos originales llegaron a la corte neoyorquina.

El litigio logró resolverse en medio de los azotes del COVID-19, pero la certificación del tribunal de Nueva York para autorizar la transferencia de la cuenta congelada se retrasó por el cierre de las instituciones gubernamentales con motivo de la pandemia.

Cuando todo quedó listo en diciembre de 2020, el impedimento para enviar el dinero a su destinatario fue mayor. Desde el 26 de noviembre de ese año, el presidente Trump había sancionado a la estatal FINCIMEX por su dependencia a las instancias militares cubanas, lo que derivó en la cancelación de las operaciones de Western Union en Cuba.

Más de 300 casos quedaron sin poder cobrar sus caudales hereditarios en Cuba desde la paralización decretada por Trump a las operaciones de las más de 400 sucursales de Western Union, diseminadas a lo largo del país.

“Realmente la familia de Guillermito se puso fatal… Fueron tantos los obstáculos que no parecen creíbles”, comentó Valdés.

La autorización de la OFAC para el envío de herencias fue otorgada a Western Union y no se rige por la formulación general de remesas familiares, sino que responde a una categoría aparte y pueden ser solo enviadas por los abogados asignados.

Por eso la flexibilización estipulada por la administración de Joe Biden para tramitar remesas familiares hacia Cuba no abarcó los envíos de caudales hereditarios.

Aunque las regulaciones no prohíben enviar caudales hereditarios por entidades como VaCuba y Cubamax, autorizadas este año por OFAC para tramitar remesas por vía de la estatal Orbit, los abogados prefieren no correr riesgos con empresas que no tengan un aval del gobierno federal y no tienen respaldo de instituciones bancarias estadounidenses.

Además, las operaciones de VaCuba y Cubamax no manejan grandes volúmenes por envío, lo que dificulta las transacciones de herencias. Al comienzo solo se podían remitir $300 dólares trimestrales, pero desde 2009 la administración de Barack Obama eliminó los límites de la cantidad, a razón de $5,000 dólares por cada transacción, pero con la posibilidad de facturar más de una diaria.

Las restricciones a los envíos de remesas a Cuba que aplicó el gobierno de Trump desde 2019 no afectaron a las tramitaciones de herencias.

Desde el pasado noviembre, cuando la OFAC concedió una licencia a VaCuba para operar remesas a la isla, los abogados de herencias estaban tratando de negociar una tarifa diferenciada para sus envíos, considerando que el volumen de las operaciones merecía un gravamen más bajo. Pero el trámite se empantanó en espera de una decisión del Ministerio de Justicia de Cuba.

En esa espera, Western Union reabrió sus operaciones y despejó por fin la intrincada madeja de la herencia de la familia del célebre ajedrecista, fallecido en un accidente automovilístico en la plenitud de su carrera.

Guillermito era reconocido como el más talentoso jugador cubano después del genio José Raúl Capablanca (1888-1942), llegando a acumular 2,535 puntos de ELO.

Al momento de su trágica muerte, el ídolo de Santa Clara había eslabonado una impresionante cadena de triunfos internacionales para el ajedrez cubano. Fue tres veces campeón nacional, ganó dos torneos Capablanca in Memoriam, representó a Cuba en siete Olimpiadas de Ajedrez y completó su título de Gran Maestro en 1976, con solo 22 años.

Cibercuba

Guillermo García González


ajedrez, deportes, gran maestro

Considerado uno de los cinco jugadores criollos de ajedrez más sobresalientes de todas las épocas, junto a José Raúl Capablanca, Leinier Domínguez, Lázaro Bruzón y Jesús Nogueiras. Aprendió el ajedrez a los seis años. Sus triunfos fueron predecidos cierto día, cuando una mujer desconocida, agobiada por el calor, pidió agua en la residencia de los García en Santa Clara y, agradecida, pronunció el vaticinio a la señora de la casa: “uno de sus cuatro hijos lleva la cruz blanca en el cielo de la boca, él hará grandes cosas”.