El pueblo soy yo: Manuel López de Oliva
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El Museo Nacional de Bellas Artes fue el escenario para recordar los 36 años del Taller de Serigrafía René Portocarrero y presentar la estampa serigráfica El pueblo soy yo, del artista Manuel López Oliva.
Al conversatorio asistieron impresores de esa entidad, críticos de arte, además de funcionarios y especialistas de la Galerías Génesis y del Fondo Cubano de Bienes Culturales. Vivencias del ámbito de creación, los Encuentro Internacional de Serígrafos, autores y tendencias de este arte en el siglo XXI, así como el despliegue de distintas generaciones y artistas cubanos importantes, fueron algunos puntos de análisis del panel. A lo que se sumó la muestra del original múltiple de 50 ejemplares; imagen de una expresión diversa y polisémica donde figuran máscaras características del lenguaje del artista y un breve video sobre la historia del taller. Todo ello en el marco de la celebración por la Jornada de la Cultura Cubana.
En entrevista, López Oliva comentó sobre la pieza:
La serigrafía tiene por título El Pueblo soy yo, porque parte de una versión libre de una pintura mía que tiene por título Fuenteovejuna, por lo que se relaciona un tanto con la temática de esa pieza dramática del español Lope de Vega, donde se manifiesta el papel protagónico del pueblo en un suceso de su tiempo. Pero no es una simple ilustración. No es una obra con un solo significado. Como toda mi obra pictórica y performática realizada desde 1992, le propongo a los espectadores imágenes que cada cual le asigne el sentido o la interpretación que crea o desee. Mi obra toda es abierta, polisémica, dialógica. En este caso “juego” con la noción de pueblo, y abro interrogantes al respecto. Aunque también planteo lo que a veces se olvida - que la mayoría de los artistas somos también “pueblo”, porque vivimos, nos esperanzamos, sufrimos y nos alegramos igual que el resto del pueblo.
En un andar barroco, donde temáticas sociales y éticas surgen de personajes y en juegos de apariencias, sus piezas han tenido como base el teatro de escena, el de calle y el de la vida. En donde las máscaras, forman parte de un hacer en el que López Oliva recrea problemas del mundo contemporáneo, su lado meditativo y racional. Entonces, plurales son los caminos plásticos y códigos que se visualizan, para expresar la filosofía de lo humano y lo circunstancial.
Con una obra rica en símbolos y códigos, El pueblo soy yo, es un mundo, un discurso, una búsqueda en donde también hay deseos, pasiones y encuentros. En el que la máscara adquiere esa sensación de movimiento y gestualidad. De fácil decodificación, actuando como tránsito o simulaciones, a partir de los cambios de los personajes.