Musicógrafa. Premio Nacional de Ciencias Sociales 2002.
Entre las virtudes de Zoila Lapique Becali hay una de importancia extrema para su labor profesional. "Divina memoria", afirmaría alguien que tuviera la posibilidad de conversar largamente con esta intelectual, diversa en su quehacer investigativo, amante de la ópera y las zarzuelas, de la música en todo su universo; apasionada del siglo XIX cubano, sobre el cual prefiere detener sus recuerdos.
En entrevistas ha expresado: «Me gustaría que me presentaran como una investigadora de la cultura cubana. Don Fernando Ortiz decía que Cuba era un ajiaco; creo soy parte de ese ajiaco musicalmente y, aunque tengo un mosaico de sangre, eso no quita que me sienta esencialmente cubana».
En 1969 se graduó de Licenciada en Historia por la Universidad de La Habana. Ha consagrado toda su vida a la investigación musical e histórica.
Estudió bibliotecología en la Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana en cursos patrocinados por la Biblioteca del Congreso de Washington; Estados Unidos.
En 1959 comenzó a trabajar en la Biblioteca Nacional José Martí, de la que en 1960 fue designada subdirectora del Departamento de Música.
Sobre sus inquietudes musicales Zoila Lapique expresa: La pasión por la música nació conmigo. Desde que tengo uso de razón, recuerdo escuchar y hablar de ella en el entorno familiar.
En mi casa papá tenía una vitrola donde se oían, grabadas en grandes discos, óperas italianas, operetas vienesas y francesas, zarzuelas españolas, y bandas de regimientos ibéricos que interpretaban, como una orquesta sinfónica, diferentes obras musicales. Así me fueron familiares los nombres de Enrico Caruso, Titta Rufo, Fedor Chaliapin, Titto Schippa […].»
Por otra parte, la Lapique confiesa que su ópera favorita es Aida, de Giuseppe Verdi, y da cuenta de haber escuchado el "Concierto en re, op. 61", para violín y orquesta, de Ludwig van Beethoven, interpretado por Jascha Heifetz, acompañado por la Orquesta Filarmónica de La Habana, bajo la conducción de Erich Kleiber.
Entre otros sitios que han sido testigos de su quehacer como investigadora, a partir de 1959 trabajó en la Biblioteca Nacional. El departamento de música de dicha institución, cuando el mismo era dirigido por el maestro Argeliers León, sería el primer escenario para que se sumergiese en polvorientos, amarillos, y en muchas ocasiones, deteriorados documentos, de los que siempre ha sabido sacar fruto.
Con posterioridad y hasta el momento de su jubilación, Lapique Becali laboró en la Sala Cubana de la Biblioteca Nacional, donde obtuvo el grado de Investigadora Titular como especialista en Cultura cubana, sobre todo de los siglos XVIII y XIX.
Junto a esta labor, ha impartido múltiples cursos regulares como profesora invitada de la Facultad de Arte de la Universidad de La Habana.
El doctor Fernando Martínez Heredia, director del Instituto de Estudios Culturales Juan Marinello, caracterizó a Lapique como una de las intelectuales cubanas vivas más importantes en una amplia gama de investigaciones y, además, hizo notar con énfasis su altruismo, ya que ha sido fuente de apoyo de varias generaciones de historiadores cubanos.
Contribuciones y publicaciones
En 1961 su ensayo sobre «Un periódico musical: “El Filarmónico Mensual”» fue distinguido y publicado.
Desde entonces inició una incesante y acuciosa investigación sobre la música cubana del Siglo XIX, del cual es una de las más profundas conocedoras del arte sonoro de este período.
Su rastreo por la prensa periódica del Siglo XIX le ha permitido no solo poner en circulación una abundante cantidad de datos, rectificaciones de fechas de nacimiento y muerte de infinidad de músicos cubanos y extranjeros, sino darnos, además, el entorno y la atmósfera de la época en que se produjeron los hechos.
En la actualidad se encuentra en prensa un estudio introductorio de la doctora Lapique sobre la obra capital “Los ingenios de la Isla de Cuba”, de Cantero y Laplante (1857) que publicará en edición facsimilar la Biblioteca Nacional José Martí y la investigación histórico social “Los mensajes gráficos en las etiquetas de cigarrillos desde el Siglo XIX”, por la Editorial Boloña.
La gran pasión con la que se ha entregado a la investigación acerca de la música cubana del Siglo XIX, la ha llevado a convertirse en una de las más profundas conocedoras del arte sonoro de este período, etapa fundamental para comprender buena parte de las raíces de los procesos musicales que acontecieron al arribo de la siguiente centuria.
Es figura imprescindible en el actual panorama de nuestras ciencias sociales y un modelo a imitar para todo aquel interesado en el abordaje académico de nuestra música.
Premios y reconocimientos
En 1974 ganó el premio del concurso Pablo Hernández Balaguer de musicología por su ensayo Música colonial cubana en las publicaciones periódicas (1812-1902)
En 2002 le fue otorgado el Premio Nacional de Ciencias Sociales.
Premio Nacional de Investigación Cultural 2010, que le otorgó el Instituto de Estudios Culturales Juan Marinello