Es actor y trabajó durante siete años en Estudio Teatral de Santa Clara, uno de los grupos más emblemáticos de la historia del teatro cubano, tras graduarse en el año 2011. Actualmente es también profesor de la Escuela de Arte Dramático y Cine de Almería (EADCA).
“Siempre cuento la historia que desde pequeño estuve vinculado al mundo del arte. Con 9 años comencé en un grupo de teatro infantil, entonces decidí que quería ser actor para ser famoso, muy famoso, pero esa, es la realidad de un niño de solo 9 años. Así fue como me metí a hacer teatro. Luego entré a estudiar en la Escuela Profesional de Arte de mi cuidad, Santa Clara, con 15 años. Y comencé a verlo como una manera de ser.
Con los años la idea infantil que yo tenía de ser actor fue mutando cuando comencé a trabajar en el Estudio Teatral de Santa Clara. Uno de los grupos más importantes y que ha marcado una estética teatral en el escenario cubano. Fue entonces cuando comprendí que lo mejor es ser consecuente y trabajador. Hay que ver el mundo de la interpretación como un oficio, que se aprende constantemente y se educa. Entonces esa idea que yo tenía de niño sobre ser actor, cambió y ser actor me ha ayudado a conocer mejor el mundo. Quizás por eso decidí dedicarme al mundo de la interpretación”.
Participó en festivales internacionales, conferencias, talleres… mientras impartía clases de acrobacia escénica, expresión corporal e interpretación en la escuela en la que estudió. En 2017 fundó su propia compañía junto con tres amigos, Teatro del Agua, caracterizada por mantener siempre la línea estética y la pedagogía constante como forma de superación propia y de las nuevas generaciones.
En 2019 decidió salir de su tierra en busca de nuevos retos. «Cuando uno emigra es porque no tiene lo que busca, sea lo que sea. Yo salí de Cuba y pensé que si no podía actuar más era lo que había», relata el actor. Hizo las maletas y alquiló un apartamento en Madrid para una semana, desde allí llamó a Mar Paris y a Esther Jerez, dos chicas a las que conoció en un festival internacional que se organizó en Santa Clara. Pensaba que ambas vivían en Madrid y para sorpresa suya estaban en Almería. Ellas le empezaron a vender la provincia andaluza: «está al sur, tiene playita, no hace frío, hay varias escuelas de arte y sabemos que eres serio y te podemos ayudar y encaminar en lo que haga falta».
La llamada se produjo el jueves y Ray Sánchez puso pie en zona almeriense el domingo a las diez de la noche. «Iba por la Avenida del Mediterráneo, vi las palmeras y el mar y dije: este es mi lugar. El trayecto desde Madrid lo hice en coche compartido y el conductor me contó durante todo el viaje la historia de Almería. Yo venía encantado escuchando una clase magistral y pensando que si todo el mundo era como ese señor me iba a gustar», añade Ray Sánchez.
Tras instalarse en su nuevo hogar comenzó a trabajar en el Teatro Cervantes, en la escuela de artes. También probó suerte en el mundo del cine, el cual era nuevo para él, y la tuvo. Le dieron le oportunidad de ejercer como coach de interpretación y de actores en un corto y le llamaron para actuar en otro de ellos que se presentó a FICAL. Para él fue un regalo ya que en su ciudad no abunda el cine y considera que es un reto y una superación constante.
Al llegar lo primero que le llamó la atención fueron las diferencias visibles que existían entre su ciudad de origen y la actual, eran meramente económicas. Pero aclara que cuando uno se cansa de ver cosas, de comer, de ver zapatos, de comprar… lo que realmente queda es lo importante, el ser humano, y que la parte humana se asemeja a Cuba. Se refiere al habla, al tono, a la gesticulación, al calor humano…
Desde que comenzó a moverse por la ciudad española se dio cuenta de que existían muchísimas similitudes que le acercaban a su país. Cuenta que donde él vivía apenas había un parque central, un teatro, un museo y poco más. Sin embargo, es un sitio al que la gente va a pasar una noche y al final se queda tres porque se enamora. «A Almería le sucede eso. Tiene la Alcazaba, el mar, el Paseo… pero arquitectónicamente no te enamora a primera vista, no tiene muchas cosas que brindar aparentemente. Pero es el contacto con las personas, el caminar por la ciudad, el mar… lo que te hace enamorarte de la ciudad, y eso es lo lindo, son ciudades con magia, con ángel…» añade al actor.
De hecho, se atrevería a decir que los cubanos tienen más cosas en común con los almerienses que las que pueden tener estos últimos con los vascos. Afirma que la cultura cubana y la andaluza es muy parecida respecto a la forma de comportarse de las personas, de hablar sin tapujos, de mostrar cercanía, el salir a la calle a reunirse, la manera de divertirse, el festejar las cosas o la forma intensa de sufrir «muy a lo Rocío Jurado».
Actualmente trabaja como profesor de acrobacia escénica, de expresión corporal y de voz aplicada en la Escuela de Arte Dramático y Cine de Almería, continua como director de la compañía Teatro del Agua y ejerce de actor en proyectos teatrales y cinematográficos, lo que le hace sentirse muy agradecido: «estoy feliz; me encanta el teatro físico, de investigación, el que te hace pensar y conmueve al espectador… Al igual que el dirigido a los niños, y estoy inmerso en ello. También estoy centrado en trabajos de cine que para mí son grandes retos».
Tiene la posibilidad de ejercer de lo que le gusta y en una ciudad con mar, que es algo que siempre ha querido. Mínimo una vez a la semana visita la playa, se sienta, disfruta de la paz y habla con la diosa Yemayá (La diosa del mar) para recibir sus bendiciones.
Sin olvidar lo que le gustan los almerienses; su forma de ser, la temperatura que se siente al mantener una conversación con alguien, la capacidad de defender algo, el ímpetu y el acento: «cuanto más acento almeriense mejor y cuanto más de pueblo más me encanta».
Vida
El Cambio de rumbo de Cuba a Almería le ha enseñado la riqueza cultural que tiene el mundo. Vivir en el sur de España es una de las grandes decisiones que ha tomado porque le ha dado la oportunidad de ser quien es. Le ha aportado pareja, una familia de amigos, compañeros magníficos y mar.
A Santa Clara quiere volver pero de vacaciones. «Si la vida lo quiere yo quiero estar aquí y morirme en Almería porque me gusta mucho. Encuentro cosas de mi país que no quiero renunciar a ellas y tengo otras por las cuales salí. Aquí he encontrado lo que no quiero perder y lo que salí buscando, en definitiva: vida» aclara Ray Sánchez Betancourt.
“Como creador me gustan hacer espectáculos, primeramente, que cuenten algo interesante y que sean de interés para el público. Por eso, primeramente, tiene que ser atrayente para mí. También me gusta que a nivel intelectual tengan un grado importante de profundidad. No me gustan las cosas fáciles, así coloco al espectador en una posición activa en la recepción del producto artístico, como yo lo estoy como creador.
La aceptación es otra cosa. No se puede hacer arte pensando en la aprobación o aceptación del público ni la crítica. Yo hago arte para mí, para no morirme, y si logro ser así de sincero, pues a alguien le llegará y será suficiente.
Claro que me gustaría un espectáculo que agrade a todos y que tenga muy buena acogida por parte de todos, pero eso, no puede regir el proceso de creación. Ni tampoco el resultado a perseguir, porque si llegara a ser así, estaría subestimando al público.
El comercio y la creación artística no siempre se dan la mano. Por eso, me gustaría hacer un espectáculo que sea fiel a las ideas originales que lo llevaron a cabo. Y si gusta, pues felicidades, pero sino gusta, también”.