Destacada actriz cubana. Premio Nacional de Teatro.
Nació en La Habana en un medio muy humilde y gracias a la guía de su padre, hombre sensible e inquieto, conoció la poesía y se inició en el arte de la declamación. De esta manera, siendo apenas una adolescente consiguió triunfar en la Corte Suprema del Arte y en La Escala de la Fama, espacios dedicados a la búsqueda de nuevos valores en el arte.
En 1941, momento fundacional de Teatro Popular, institución dirigida por el director Paco Alfonso y vinculada de manera explícita a los sindicatos y los sectores más humildes del país, Raquel integró las filas de la agrupación y dio inicio a una ruta de compromiso social y político con la que sería consecuente durante toda su vida.
Poco después de que, en 1943, el Partido Unión Revolucionaria Comunista creara Mil Diez, La Emisora del Pueblo, la actriz comenzó su trabajo en esa emisora, y luego se vinculó también a Radio Progreso.
En 1943 se presentó en el Teatro Campoamor en una de las habituales temporadas de la Compañía de Eugenia Zufolli. Entre 1947 y 1951 participó con frecuencia en espectáculos auspiciados por el grupo ADAD: El despertar de nuestra muerte, de Henrik Ibsen; Juana de Lorena, de Maxwell Anderson; Teresa, de Thomas Job, una versión teatral de la novela Teresa Raquin de Emile Zola; Monserrat, de Emmanuelle Robles; y Auto de fe, de Tennessee Williams. También actuó en obras del Patronato del Teatro: La rebelión de las canas, de Rafael Suárez Solís; El Hombre, la bestia y la virtud, de Luigi Pirandello; y Ardel o la margarita, de Jean Anouilh.
En 1947 obtuvo el Premio Talía a la mejor actuación femenina por su desempeño en la obra Nada menos que todo un hombre, de Miguel de Unamuno, bajo la dirección de Luis Amado Blanco, con el Patronato del Teatro, lauro con que fue distinguida nuevamente en 1952. En ese año mereció también el Premio de la Unión de la Crónica Tele Radial Diaria (UCTRD) y el Premio de los periódicos Avance e Información, a los cuales les siguieron, en 1954, el Trofeo Antillana, de los Redactores Cinematográficos y Teatrales, por las películas filmadas en Cuba y México; el Gran Premio Avellaneda, de los Críticos Asociados de Radio y TV, como la Actriz Más Valiosa del Año; y, en 1956, el Premio de la Agrupación de Redactores Teatrales y Cinematográficos como la Mejor Actriz del Año por su notable desempeño en la peculiar versión de Juana de Lorena filmadas por Julio García Espinosa y Vicente Revuelta, llevada a la escena por este último y que constituyó el embrión de la fecunda aventura que poco después fue Teatro Estudio. Ya en estos años la actriz formaba parte de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo que agrupaba a los artistas e intelectuales más progresistas de la época.
Por este tiempo su reconocida calidad y sus singulares dotes físicas, una mujer de excepcional belleza y hermosa voz, con cierto aire de misterio y enigma, la convirtieron en primerísima figura de la radio y la televisión, en la que protagonizaba dos espacios fijos semanales. Esta popularidad fue utilizada sabiamente a favor del desarrollo del teatro por Raquel Revuelta.
En 1958, en medio de un ambiente cultural proclive a la mercantilización del arte, creó junto a Vicente y otros seis artistas, el grupo Teatro Estudio, que se constituiría en la empresa de su vida, agrupación paradigmática de la escena cubana de la cual fue Directora General durante 36 años y a la que estará eternamente unido su nombre.
En esa institución, formadora fecunda de actores, directores, dramaturgos, diseñadores y técnicos, productora de gran parte de los más importantes acontecimientos culturales de la escena cubana a partir de la segunda mitad del siglo XX, se desempeñó, además, como actriz y directora artística, y son aún recordados sus singulares protagónicos en El alma buena de Se Chuan, Fuenteovejuna, Madre Coraje y sus hijos, Las tres hermanas, Santa Juana de América, Comedia a la antigua; y sus puestas en escena de Tupac Amaru, La ronda, Los diez días que estremecieron al mundo -junto al importante director ruso Yuri Liubímov-, Doña Rosita la soltera, Concierto Barroco y Tartufo, espectáculo con el que deja inaugurada en el 2003 la nueva sala Adolfo Llauradó, que fuera su último proyecto artístico.
Su filmografía comenzó en 1950 con Siete muertes a plazo fijo (Manolo Alonso). Le siguieron Morir para vivir (1954, Miguel Morayta),La rosa blanca(1954, Emilio Fernández), La fuerza de los humildes (1955, Agustín P. Delgado), Y si ella volviera (1956, Vicente Oroná), Cuba baila(1960, Julio García Espinosa), Lucía (1968, Humberto Solás), Aquella larga noche (1979, Enrique Pineda Barnet), Cecilia (1981, Humberto Solás) y Un hombre de éxito (1986, Humberto Solás), entre otras.
Por su importante labor en este medio recibió el Premio Coral por el conjunto de su obra, otorgado por el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano en 1997.
En la televisión protagonizó, en los años setenta, la novela Doña Bárbara, de Rómulo Gallego, bajo la dirección de Roberto Garriga.
Formó parte de numerosos jurados en certámenes literarios, teatrales y cinematográficos en Cuba y en el extranjero.
Fue Profesora Titular del Instituto Superior de Arte donde se desempeñó por un período como Decana de la Facultad de Artes Escénicas. En reconocimiento a su labor dicha institución le otorgó, en 1985, el título de Doctora Honoris Causa en Artes.
Fue la primera Presidenta del Consejo Nacional de las Artes Escénicas del Ministerio de Cultura tras la reorganización institucional de 1988.
Por años presidió la filial cubana del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT), entidad cultural de promoción e investigación artística que agrupa a numerosos teatristas de Iberoamérica.
Su ingente trayectoria y la excelencia de su obra fueron reconocidas con la Distinción por la Cultura Nacional que otorga el Ministro de Cultura, la Medalla Alejo Carpentier y la Orden Félix Varela del Consejo de Estado de la República de Cuba.
En 1999, al ser instituido el Premio Nacional de Teatro que reconoce la obra de toda una vida, Raquel y Vicente Revuelta resultaron los primeros en recibirlo.
Ajena a todo divismo, a las veleidades de la fama, retraída ante el halago, dejó tras de sí una vida intensa entregada al teatro y la cultura, un ejemplo de honestidad artística, de exigencia e inconformidad perenne. Raquel Revuelta es, sin lugar a dudas, una de las figuras míticas de la historia contemporánea de la escena cubana. Falleció en el año 2004.