Laura Martínez de Carvajal y del Camino, es la primera mujer médico de Cuba y también la primera oftalmóloga.
Es la primera hija de una familia española adinerada, que tenía acceso a los círculos más selectos de la sociedad cubana. Desde pequeña demostró ser una niña precoz al saber leer a los cuatro años. Su familia se encargó de inculcarle los buenos modales y costumbres de la sociedad, sin dejar de lado los más nobles valores que debe poseer un ser humano.
Cursa la enseñanza primaria en la escuela de señoritas de Manuela de Concha y Duval, profesora española de piano. Luego se traslada a cursar el bachillerato en el Colegio de San Francisco de Paula, donde se gradúa al cumplir los trece años.
Con esta edad matricula junto a su hermano en la Universidad de la Habana en las carreras de Ciencias Físico-Matemáticas y Medicina. Los años en la universidad fueron de estudios intensos, ya que Laura cursaba dos carreras examinando 19 asignaturas, 17 de las cuales sacó con notas de Sobresaliente y 2 con Notable, por lo que como estudiante se destacó por su brillantez y el alcance de su inteligencia.
A partir de entonces, tuvo que imponerse a fuerza de respeto y constancia para hacer valer sus derechos en una sociedad que no admitía una mujer en esa posición, sin embargo, a pesar de la adversidad Laura conquistó el respeto y la admiración de sus compañeros con su trabajo diario.
En 1883 inicia su preparación clínica en pésimas condiciones en el hospital San Felipe Y Santiago, en los altos de la cárcel, donde se atendían los presos. De allí se traslada al hospital San Francisco de Paula, en el cual mejoran sus condiciones de trabajo, donde cursa las asignaturas de obstetricia y enfermedades de la mujer y el niño.
Debido a los prejuicios sociales existentes en nuestro país durante el Siglo XIX, la dirección de la Universidad no le permitía a la joven estudiante Laura Martínez de Carvajal y del Camino practicar la disección de cadáveres, junto con sus condiscípulos –todos del sexo masculino- en el Anfiteatro del Hospital de San Felipe y Santiago, que estaba ubicado en los altos de la cárcel de la ciudad. Laura tenía que realizar las prácticas sola, los sábados y domingos.
Su persistencia se puso de manifiesto entonces, porque necesitaba estudiar con los cadáveres, ya que de no hacerlo resultaba imposible conocer los más importantes detalles de la anatomía humana, que son imprescindibles para cualquier galeno.
Laura conoció al que posteriormente sería su esposo el Dr. Enrique López Veitía (gran oftalmólogo e iniciador de los Congresos Médicos en Cuba), en el Hospital Reina Mercedes, ubicado en 23 y L (lugar que en la actualidad ocupa la heladería Copelia).
Laura era una joven muy agraciada, menuda de cuerpo, de rasgos vivos, frente ancha, ojos oscuros y cabello claro ligeramente ondulado. Enrique quiso casarse enseguida pero el padre de Laura, se opuso, solicitando que su hija terminara la carrera y después el matrimonio. Cinco días después de haberse recibido de médico, el 20 de julio de 1889 se casaron.
Un año antes, Laura se había graduado de la carrera de Físico–Matemática el 30 de junio de 1988. Enrique, su esposo, se había especializado en oftalmología y dirigía la Policlínica de Especialidades y sus archivos, y es precisamente en esta clínica donde comienza Laura a ejercer su profesión, convirtiéndose en la ayudante principal de su esposo y quedando a cargo de sus pacientes cuando él se vía imposibilitado de atenderlos.
Junto a su esposo Laura asistió a numerosos congresos médicos que se realizaron el la época. También colaboró con el en gran cantidad de publicaciones como “Notas fisiológicas”, “Observaciones clínicas”, “Ocular leprosy”, así como en los tres volúmenes de “Oftalmología clínica”. De esta manera, Laura no sólo llega a ser la primera mujer médico de Cuba, sino que también se convirtió en la primera oftalmóloga del país.
Laura tuvo 7 hijos, a los que amamantó y cuidó, sin abandonar su trabajo en la policlínica e incluso en su casa, cuando ya la enfermedad de su esposo estaba muy avanzada y los enfermos lo visitaban en su casa de la calle Paseo y 1ra. Tenía predilección por las flores y los animales, fue miembro del Bando de Piedad (fundado y dirigido por aquellos años por Mrs Jeanette Ryder, que empleo toda su fortuna para recoger, niños y animales desamparados). La pintura la estudió en distintas ocasiones y su habilidad en este arte, le sirvió mucho para ilustrar sus escritos y un Atlas de fondo de ojo.
Su esposo fallece el 10 de febrero de 1910 a los 51 años de edad. Debido a esto en 1917 construye la finca “El Retiro”, donde instala una escuelita gratuita para los pobres, de la cual se hace cargo junto a María, una de sus 7 hijos. Sin embargo, poco tiempo después se le diagnosticó tuberculosis, y muere a causa de esta enfermedad el 24 de enero de 1941 con 72 años de edad.
Fuente: Histología. Infomed