Antonio Francisco Membiela

Antonio Francisco Membiela
Ñico Membiela
Nacimiento:  
3
/
12
/
1913
Fallecimiento:  
13
/
7
/
1998

Ñico fue un cantor de pueblo, y esto lo logra precisamente por su forma peculiar de decir el bolero, por ser definitivamente uno de los grandes de la victrola cubana, y por esa combinación que nos dejó para siempre en nuestros corazones.

Nació en Zulueta y de adolescente aprendió a tocar la guitarra. Se mudó a Cienfuegos con su familia siendo muy joven, y su casa estuvo ubicada en la calle O´Donnell entre Santa Elena y Santa Cruz, exactamente en la misma esquina de Santa Elena, donde hoy se encuentra un patio deportivo, o cancha, que pertenece a la Escuela de Economía y que a mediados de los años cincuenta fue construido por las Dominicas Americanas, quienes tenían allí una escuela para señoritas.

El padre de Ñico, Don Antonio Membiela, era el propietario de la ferretería La Bomba, en la Calzada de Dolores entre Gloria e Industria, a unas puertas de la residencia de Adolfina Lazo, madrina de la trova cienfueguera. Por eso no ha de resultar extraño que entre Adolfina y Ñico existiera una gran amistad.

Ñico solía andar con su guitarra por las calles cienfuegueras dando serenatas, o era recibido en alguna casa para escuchar sus descargas trovadorescas. La carrera artística fue para él una labor difícil, pues en los pueblos del interior nunca era fácil proyectarse.

Guitarra en mano, el joven y muy delgado Ñico Membiela, con una salud quebrantada desde su temprana juventud, tenía coros de amigos y muchachas que lo admiraban y se ponían a escucharle las canciones que incorporaba a su repertorio.

Integró diversas agrupaciones. Tocó marímbula y bongó en un sexteto de sones. Sobre 1929. con 16 años de edad, comenzó a cantar como trovador en Sagua la Grande. Después pasó a Cienfuegos y Santa Clara, tratando de lograr un espacio en medios radiales.

Se estableció en la Habana en 1942, comienza a cantar en la emisora Radio Salas y permanece en ella por cinco años, y comparte la radio con funciones en cabarets y centros nocturnos, pero la fama nacional de Ñico llegó entre finales de la década de los años cincuenta y comienzos de los sesenta. En 1954 se une a la Orquesta de Cheo Belén Puig y graba dos temas que le abren el camino a la fama. En 1959 se promocionan cantantes que de la noche a la mañana se convierten en importantes figuras del ambiente sonoro del país, entre ellos Blanca Rosa Gil, la muñequita que canta y Ñico Membiela que sin lugar a dudas fue uno de los fenómenos victroleros mas grande de aquellos tiempos donde este aparato de producir música ocupaba un protagonismo en cualquier rincón del país.

Ñico era muy poco conocido a pesar de su ya larga carrera artística, pero graba “Corazón abandonado “de Rosendo Rosell y de momento se ve compartiendo escenario en el Ali Bar junto a tres grandes del bolero y la canción en aquel momento, Beny Moré René Cabell y Fernando Álvarez.

La vida nocturna de la Habana alcanza esplendor en los sesenta y en el Ali Bar se reunían aquellos artistas de mayor éxito en las victrolas, artistas victroleros como le llamaban los propios productores discográficos. En enero del 60 se inicia la presentación en este renombrado cabaret habanero con Celeste Mendoza, Reynaldo Hierrezuelo y Ñico Membiela quién vuelve a reaparecer en esta pista nocturna en marzo del propio año tras el paso del español Pablo del Río y del cubano René Cabell. En este momento el sello discográfico Moliner había logrado vender mas de quince mil copias de la versión que hiciera de “Total”.

Sus antiguos vecinos de la calle Santa Elena sonreían al verlo pasar en su Cadillac, cada vez que era contratado para cantar en el Hotel Jagua, del que fue una de las figuras más frecuentes en su cabaret Guanaroca.

Alipio García, director artístico del Ali Bar, le propone a Ñico que grabe dos boleros mezclados, formula que ya había utilizado con éxito Orlando Vallejo y es cuando surge la antológica grabación de “Contigo – Besos Salvajes”, que rápidamente se convierte en uno de los temas de mayor nivel de popularidad en este año de 1960, seguido muy de cerca por el “Sombras” de Blanca Rosa Gil. Este fue el bolero que lo llevó a la cima de la popularidad fue CONTIGO BESOS SALVAJES, realmente una combinación de dos piezas musicales: CONTIGO, del mexicano Claudio Estrada, y BESOS SALVAJES, un tango de discutida autoría, pues en un disco de 78 r. p. m. de la firma Modiner, se le atribuye a los autores Fontanal y Fombona, mientras que en un cassette puesto en circulación hace poco por la EGREM es adjudicado a Irusta y Fugazot. Lo cierto es que la combinación melódica tuvo un arreglo tan bien logrado, que el empaste da la impresión de que se trata de una sola pieza.

Famosos también en su voz fueron los boleros TOTAL, de Ricardo García Perdomo; DOS COSAS, de Vicente González, y la combinación CUATRO VIDAS – MI ADIÓS, de los autores Justo Carreras y A. Carajavilla.

Muy curioso es que en los años sesenta, Nico popularizó el bolero titulado BOXEO DE AMOR, de autor cuyo nombre no recuerdo, y que era muy solicitado entre las peticiones del público. Paradójicamente, BOXEO DE AMOR fue suspendido en las radioemisoras y reproductoras públicas de discos por razones éticas, ya que en doble sentido la canción aludía a una pareja que hacía el amor. Admito que, para entonces, la letra era muy "fuerte", pero al mismo tiempo gozaba de una calidad poética bien lograda, que capturó el gusto popular.

En 1963 el intérprete Ñico Membiela partió al exterior a cumplir un contrato de trabajo y permaneció fuera de su país hasta su muerte en 1998 en la ciudad de Miami. En Estados Unidos grabó varios discos, con orquestas dirigidas por Pepé Delgado, Juanito Márquez, así como con la Orquesta Casino de Tampa.

Me ha llamado mucho la atención que Ñico Membiela, y cito palabras textuales de Rico Salazar: "en el ocaso de su existencia, afirmaba que quería ir a Cienfuegos porque allí le iban a rendir un homenaje". A la edad de 85 años, tras una vida de bohemio con derroches y excesos, y atenazado por una enfermedad que le llevó a perder su claridad de conciencia, le llegaba el recuerdo de la Perla del Sur, de los viejos amigos que junto a sencillas muchachas de barrio le hacían coro para escucharle sus interpretaciones. Puede que para él haya sido esa su etapa más brillante, la etapa del bohemio sencillo que tantos conocieron y pocos hoy, por la inclemencia del almanaque, quedan para rememorar.