Agustín Rodríguez Castro no sólo es un destacado autor, director de teatro y empresario, también se distinguió como guionista del naciente cine sonoro de Cuba y letrista de canciones famosas; además de libretista de sainetes y zarzuelas, llevando sus obras a la televisión. Profesor de excelentes actores de teatro y comedias cubanas, pero sobre todo, el mejor autor que supo destacar los temas que identificaban al pueblo cubano.
Nacido en Galicia en el lugar conocido como El Coto, en Vicedo, Agustín es hijo de Fidel Rodríguez Fernández y María Matilde Castro Mera. Su padre era maestro. Era nieto por línea paterna de Antonia Rodríguez Fernández (madre soltera) y por la materna de Francisco Castro y María Mera.
Su bautizo fue al día siguiente de su nacimiento, en la parroquia San Esteban del Valle, en Riobarba. Fueron sus padrinos Agustín Rodríguez Martínez y Dolores Castro (hermana de la madre de Agustín), ambos de oficio labradores. Del matrimonio de Fidel Rodríguez y María Matilde Castro Mera además de Agustín, nacieron 4 hijos: Saturnino y Cándido (que también emigraron a Cuba) y sus hermanas Esperanza y Delfina, que se quedaron en Vicedo.
Saturnino tuvo una tienda en Baez (al centro de Cuba, en el sur de Guaracabuya), provincia de Las Villas, en la calle Real, se llamaba “La Verdad”, dedicada a vender ropa, sombrerería, peletería y quincalla.
Emigró a Cuba en 1901. Lo trajo su tío José Castro Mera, hermano de su madre, cuando tenía 16 años, después de haber quedado huérfano de padre. Pronto fue cautivado por el naciente teatro cubano de zarzuelas y sainetes típicos, actividad que cultivó intensamente, llegando a estrenar más de cuatrocientas obras.
Ya en 1911 era un reconocido poeta que los mejores compositores ponían a sus música a sus poemas y convertían en exitosas canciones, lo mismo extraordinario guionista de obras de teatro.
Estrenó la primera obra escrita por él en 1908 y llamada “Cuba se hunde”. En 1912 viajó a México con la compañía de Arquímedes Pous y un elenco de actores de primera como Julito Díaz, habanero que recién debutaba con mucho éxito en el 1911 en el teatro Molino Rojo en Galiano y Neptuno. A su regreso Agustín escribió junto a Julito para el teatro Alhambra la pieza “La toma de Veracruz”.
Julito Díaz siguió en el elenco del Alhambra y cuando Agustín funda su propia compañía de teatro junto a Suárez, se va con él al Teatro Martí (1932-1936), y allí obtiene grandes elogios y papeles creados para él por Agustín, como el personaje de «Roca», en la zarzuela El clarín, que musicalizó Gonzalo Roig (1932), también lo acompañó en el filme
cubano "El romance del palmar" (dirigida por M. Peón, 1938). Por lo que se asegura que Agustín Rodríguez primero escribió obras para el famoso Teatro Alhambra.
Después de los éxitos en el Alhambra, a mediados de 1931, Agustín Rodriguez crea la empresa Suárez-Rodríguez, junto a Rafael Suárez Solís, que desde el Teatro Martí ponía en escena las mejores obras, como se sabe que ocurrió el 2 de agosto de 1932, que reestrenaron María la O, de Galarraga y Lecuona, con la figura principal de Caridad Suárez, además de Candita Quintana (Caridad Almendares), Consuelo Novoa (Ña Salud), Miguel de Grandy (Niño Fernando), Alberto Garrido (Guadalupe) y Federico Piñero (Santiago Mariño), que los diarios habaneros le dieron la mejor de las críticas como nunca antes. Comenzando el 7 de agosto de 1931 hasta el 2 de noviembre de 1936, lo que lo acredita como el director y productor que haya ofrecido la más larga temporada de zarzuelas y sainetes de Cuba.
No hay dudas que Agustín Rodríguez Castro se encuentra entre los principales promotores de la zarzuela cubana. La zarzuela cubana influenciada por la zarzuela española, famosa desde la segunda mitad del siglo XIX, logra captar la vida característica de los cubanos, enmarcadas por las formas más típicas de nuestra música, logrando desde mediados del siglo XX ser la más variada de Hispanoamérica.
Como habíamos dicho, Agustín creó su propia compañía de zarzuelas en 1931 junto a Rafael Suárez Solís con la colaboración musical del maestro cubano Gonzalo Roig, y posteriormente también con el maestro Rodrigo Prats, logrando que fuera de las más exitosas, por su conocimiento profundo de la cubanía y los talentos cubanos.
Fue contratado como guionista del filme “Sucedió en La Habana” (1938) con argumento de Ramón Pérez Díaz, bajo la dirección de Ramón Peón; en el mismo año intervino en "El romance del palmar", dirigido también por Ramón Peón García, y guión de Ramón Pérez Díaz quien trabajó basándose en un argumento de Agustín Rodríguez, y fue además contratado para escribir el argumento de la película cubana “Estampas habaneras” (1939), de Jaime
Salvador.
Agustín respaldó la proyección del género lírico durante la primera etapa del Canal 6 (CMQ-TV), porque la naciente televisión cubana tuvo el privilegio de que este polifacético artista, concibiera algunos espectáculos inolvidables, como fue el Gran Teatro Lírico ESSO, que se transmitió los miércoles a las 10 p.m. por CMQ-Canal 6 desde el 28 de noviembre de 1951, representando semanalmente una zarzuela u opereta en vivo y con una orquesta en el estudio donde actuaron figuras como Blanquita Becerra, Paco Salas, Luz Gil; Ramón Espígul, Julita Muñoz entre otros. Fue Agustín Rodríguez su director artístico entre 1951 y 1952 representando obras de su autoría como “La Habana que vuelve” (música de Rodrigo Prats); “El batey” (con música de Ernesto Lecuona); “La de Jesús María”, etc.
El 4 de octubre de 1957, muere el polifacético gallego-cubano Agustín Rodríguez en su patria adoptiva. Dejando atrás una larga y fecunda etapa del teatro vernáculo cubano, creado con su extraordinario esfuerzo, lo que demostró con creces su profundo conocimiento de la cubanidad.
Por toda su contribución a la cultura cubana aseguramos que fue Agustín Rodríguez Castro, el gallego que más contribuyó a la idiosincrasia del cubano llevando a escena temas nacionalistas y cimentando estilos. La creación de cientos de zarzuelas, y sainetes, su participación en el argumento de las primeras películas del naciente cine sonoro cubano, su primacía en la televisión de Cuba, pero por sobre todo, haber sido el libretista de la zarzuela basada en la obra cumbre de la literatura cubana, le dan la categoría de excelencia.
Su irreparable desaparición física el 2 de octubre de 1957, tras sufrir de un cáncer terminal
arrancó sentidas palabras al teatrista Feliciano Salas "Se quedó para siempre en la tierra que eligió como suya y bajó a la tumba, una mañana, envuelto en las notas de 'Quiéreme mucho', dirigiendo la orquesta firme, sin una lágrima, el maestro Gonzalo Roig".